(RV).- Los haitianos no olvidarán
nunca el 12 de enero de 2010. Fue el día en que un devastador terremoto de 7 grados
de magnitud, provocó la muerte de 300.000 personas. Otras centenares de miles resultaron
heridas, los colegios, los hospitales y el Palacio del Presidente quedaron en ruinas
y las vidas y medios de sustento de la población fueron destrozados. Así lo recuerda
Cáritas Haití.
La Organización estaba en el país antes y durante el terremoto
y lo ha seguido estando desde entonces. Su personal en el terreno ha vivido, hombro
a hombro, con las comunidades, a través del trauma de ver enteras calles destruidas
y sin saber si los miembros de la propia familia estaban vivos o muertos. Caritas
estuvo allí durante largos meses, después de la catástrofe, cuando era difícil encontrar
comida y agua y cuando solo se veían escombros en lugares donde una vez había viviendas.
Caritas también estaba allí cuando Haití, que ya se estaba levantando, tuvo
que hacer frente a otras tragedias, como huracanes y el cólera, que se llevó más de
7000 vidas. Los haitianos -por su parte- han demostrado coraje, ingenio y resistencia,
para reconstruir sus vidas y hacer frente al futuro, entre tanta devastación y sufrimiento.
Cuando todo parecía perdido, los haitianos fueron ejemplos vivos del refrán “mientras
haya vida, hay esperanza”.
Por otra parte, los informes de monitoreo de Haití
anuncian una reducción de los campamentos y del número de personas que están viviendo
bajo carpas que han pasado del millón y medio de personas en 2010, a 400 mil personas
en la actualidad.
Dos años y medio después del terremoto hay una necesidad
de más de 300.000 viviendas en el país y no se han reparado otras 50.000. La mayoría
de las que se han reformado ha sido por iniciativa privada o con apoyo de las ONGD.
El
gobierno tiene un programa para reubicar a familias que viven en 16 campamentos de
6 barrios; pero sólo toma en consideración campamentos que están en parques públicos.
Mientras que otros 500 campamentos todavía existen en terrenos públicos y privados
que quedan a la espera de personas que no saben dónde ir.
No se trata solamente
de una reconstrucción de edificios que colapsaron, sino de una reforma profunda del
estado, de la reorganización del territorio, la adopción de nuevas formas de vida
económica, política y social.
La situación de Haití sigue siendo difícil,
además de los problemas sociales y económicos agravados por la sequía y el paso del
huracán Isaac, se añaden los problemas políticos con crisis institucional (RV-CA)