(RV).- Reproducimos una importante informacion de esta semana aparecida en la pagina
web del Celam relacionada con la beatificación del cura Brochero. Sobre el próximo
beato argentino, José Gabriel del Rosario Brochero, recordamos que el Papa ha firmado
el decreto de la cura milagrosa del niño Nicolás Flores Violino, acaecida a finales
del año 2000. La Beatificación de Brochero será en Alto Grande, cerca de Villa Cura
Brochero (Córdova) el 14 de septiembre de 2013, fecha aún por confirmar por el Santo
Padre.
Brochero, discípulo misionero (fuente: Celam)
Mirando
su vida hallamos reflejado un ejemplo viviente para todo sacerdote y un ejemplo concreto
y profético de lo que nuestro pueblo anhela ver realizado en sus pastores. Ante
la gratísima noticia del Santo Padre de haber decidido la beatificación de José Gabriel
del Rosario Brochero, los obispos de la Región Centro (Arquidiócesis de Córdoba, Diócesis
de Cruz del Eje, Villa María, Río Cuarto, San Francisco y Prelatura de Deán Funes)
enviaron a los fieles de la región una carta pastoral en la que recuerdan y celebran
esta figura sacerdotal que refleja de modo particular el rostro de Cristo sacerdote,
profeta y pastor de su Pueblo. La carta El Cura Brochero nació el 16
de Marzo de 1840 en un paraje llamado “Carreta Quemada” en las cercanías de Santa
Rosa del Río Primero (Provincia de Córdoba) siendo bautizado al otro día de su nacimiento
en la Parroquia de Santa Rosa. A los 16 años entró al Seminario Mayor de Córdoba “Nuestra
Señora de Loreto” en donde recibió su formación sacerdotal y en las aulas de la Universidad
de Córdoba cursó sus estudios filosóficos y teológicos. Fue ordenado presbítero
el 4 de noviembre de 1866 por el Obispo José Vicente Ramírez de Arellano y preside
su primera misa en la Capilla del Seminario el 10 de diciembre, festividad de Nuestra
Señora de Loreto. Fue nombrado Prefecto de Estudios del Seminario y se inició en la
vida pastoral en la Catedral de Córdoba. En 1869 se recibió de Maestro en Filosofía
por la Universidad y en noviembre de 1869 el Obispo lo destinó a Traslasierra a hacerse
cargo del Curato de San Alberto y más tarde es nombrado Párroco de Villa del Tránsito
(actualmente Villa Cura Brochero) desde donde desplegó su intenso ministerio pastoral.
Murió leproso y ciego en esa Villa el 26 de enero 1914, a los 74 años de edad. Ministerio
sacerdotal Un rasgo típico de su vida sacerdotal fue la presentación del Evangelio
mediante un lenguaje vívido y cercano a la comprensión de la gente sencilla. Su preocupación
estuvo en iluminar la vida de sus fieles a partir de la Palabra de Dios no de forma
general y abstracta sino aplicada a las circunstancias concretas de la vida. Durante
sus cabalgatas y viajes se entregaba también a la oración silenciosa y continua de
donde más tarde brotaría su predicación. Sus ratos largos orando delante de la Eucaristía
como así también su amor y devoción a la Santísima Virgen María, le dieron esa profundidad
que es propia de la palabra que brota de la contemplación y que luego se expande en
la acción apostólica. Convencido de que los Ejercicios Espirituales de san Ignacio
de Loyola eran un medio excelente para llevar a sus fieles a Dios, se convirtió en
un gran propulsor de los mismos. A tal fin construyó con sus fieles una Casa de Ejercicios
en donde llegaron a darse tandas hasta de 800 participantes cuyo fruto más notable
e importante fue el cambio de vida de muchísimos hombres y mujeres. Estos "baños del
alma" , como denominaba a los Ejercicios Espirituales ignacianos, lo llevó a predicarlos
también en otras partes del país (Santiago del Estero, Tucumán) y a los presos de
la Penitenciaría de Córdoba . Acción social En cada una de las etapas
de su vida sacerdotal, el Cura Brochero se interesó también por el desarrollo socioeconómico
de sus fieles, la enseñanza, los caminos, el ferrocarril. Su corazón sacerdotal se
volcó siempre en el servicio hacia los más necesitados. Por esta razón, estuvo dispuesto
a golpear todas las puertas y a buscar a todos aquellos que puedan darle una mano
a fin de conseguir los medios temporales necesarios para que sus feligreses alcanzaran
una vida más digna y cristiana. Sus gestos sacerdotales procedían del amor de
Cristo Pastor que busca al hombre necesitado de paz y de perdón, de justicia, de verdad.
Todo aquel que reclamaba su presencia sacerdotal (particularmente los enfermos y moribundos
cuya atención normalmente requería el recorrido de decenas de kilómetros a caballo)
hallaron en él al ministro de Dios siempre dispuesto a servirles hasta el fin: “Yo
me felicitaría si Dios me saca de este planeta sentado confesando y predicando el
Evangelio". Brochero conoció también el dolor de las pruebas en su intensa vida apostólica:
críticas e incomprensiones de algunos sacerdotes, religiosas y fieles; indolencia
de algunos gobernantes ante sus pedidos de colaboración (particularmente su sueño
irrealizado del ferrocarril) y finalmente, su lepra. Ejemplo sacerdotal Mirando
su vida hallamos reflejado un ejemplo viviente para todo sacerdote y un ejemplo concreto
y profético de lo que nuestro pueblo anhela ver realizado en sus pastores. Ya lo señalaba
un periodista en un artículo escrito en un diario cordobés en 1887: "Es un hombre
de carne y huesos: dice misa, confiesa, ayuda a bien morir, bautiza, consagra la unión
matrimonial, etc. Y sin embargo es una excepción: practica el Evangelio. ¿Falta un
carpintero? Es carpintero. ¿Falta un peón? Es un peón. Se arremanga la sotana en donde
quiera, toma la pala o la azada y abre un camino público en 15 días, ayudado por sus
feligreses. ¿Falta todo? ¡Pues él es todo! y lo hace todo con la sonrisa en los labios
y la satisfacción en el alma, para mayor gloria de Dios y beneficio de los hombres,
y todo sale bien hecho porque es hecho a conciencia. Y no ha hecho solamente caminos
públicos: Ha hecho también una buena Iglesia. Ha hecho, además, un gran colegio...
¡y todo sin subsidio de la Provincia, sin erogación por parte de los miembros de la
localidad! ¡Lo ha hecho todo con sus propias garras! ¿Milagro? No. La cosa es muy
sencilla. Es cuestión de honradez y voluntad. En otros términos: es cuestión de haber
tomado el apostolado en serio, como lo ha tomado el cura Brochero". Evangelización
y promoción humana Otro rasgo de su estilo sacerdotal fue la clara conciencia
de que Dios es la fuente auténtica de la dignidad humana y por tanto predicar a Cristo
es llevar a todo hombre a una vida más digna y humana. Esta convicción lo llevaba
a que en su acción pastoral siempre estuvieran unidos vida en Dios y vida humana más
plena. En su mente y corazón de pastor, evangelización y promoción humana formaban
un binomio inseparable. A diferencia de muchos sacerdotes de su época, entendió su
misión de manera amplia, integral, sin limitarse a lo sacramental, llegando a alcanzar
horizontes que aún hoy sorprenden por su audacia, intensidad y amplitud. Su celo evangelizador
lo llevó a mejorar las condiciones de vida de sus feligreses: telégrafos, correos,
escuelas públicas, caminos, tramitación para conseguir el ferrocarril, promoción del
turismo en la zona, proyectos de construcción de un dique, cultivo de peces para alimento
de su gente, educación de la mujer a través de la fundación del colegio de niñas con
la invalorable cooperación de las Esclavas del Corazón de Jesús. Su vida, por
la gracia del Espíritu, fue progresivamente convirtiéndose en una huella de Jesús
en medio del mundo y como Él “pasó haciendo el bien y sanando a los que estaban oprimidos
por el mal” (Hech. 10, 38). Fue dejando entre la gente esa “fragancia de Cristo”(2
Cor. 2, 15) que señalaba a todos que Él sigue vivo y operante en la historia a través
de la Iglesia. En definitiva, la mística apostólica que encarnó el Cura Brochero consistió
en el despliegue humano y concreto de la caridad de Dios derramada por el Espíritu
Santo en su corazón sacerdotal. Ejemplo de párroco El Episcopado Argentino
en enero de 1964 -en pleno desarrollo del Concilio Vaticano II- expresó a través del
cardenal Antonio Caggiano su adhesión a la figura ejemplar de Brochero: “Como
todos los grandes hombres, Brochero fue un ‘precursor’. Se adelantó a las ideas de
su tiempo y a los métodos pastorales y misioneros de entonces, buscando nuevas maneras
de transmitir íntegramente el mensaje cristiano. De un humilde pueblo de escasa vida
espiritual, hizo una auténtica parroquia cuya irradiación espiritual todavía hoy continúa
en toda la provincia de Córdoba. Se ocupó tanto del ‘cuerpo de su parroquia’ (cuidados
a los necesitados, obras de caridad y misericordia, mejoras materiales en iglesias,
caminos, proyecto de ferrocarril, etc.) como del ‘alma’ de la misma (enseñando, predicando,
orando, convirtiendo con la palabra y el ejemplo). Amó a su parroquia hasta el fin
y dio su vida por ella. Dios quiso que se inmolara en el más doloroso sacrificio,
contrayendo la más penosa de las enfermedades: la lepra, en el decurso de las tareas
apostólicas. Pero ni esta enfermedad ni la pérdida de la vista que la siguiera, fueron
obstáculo para que el Cura Brochero fuera ‘cura hasta el final’, edificando su parroquia
hasta el último día de su vida, con su oración, su Misa, su ejemplo, su caridad”.
Una gracia para toda la Iglesia Por todo esto, los Obispos de esta
querida Provincia de Córdoba, no dudamos en afirmar que la beatificación del Padre
José Gabriel Brochero es una gracia también para toda la Iglesia que está en la Argentina
y para la Iglesia Católica toda. En el misterio de la comunión de los santos, todos
crecemos en la Iglesia cuando alguien como el Cura Brochero, vive en plenitud el Evangelio
de Jesucristo. En esta espiritualidad de comunión la Iglesia se convierte en testimonio
viviente de la Pascua de Cristo. Quiera Dios concedernos que todos en la Iglesia
-y de manera especial los sacerdotes- recibamos a través de este hecho de gracia que
será la beatificación de Brochero, una profunda invitación a la santidad a la que
la vida de Brochero ciertamente nos interpela a través del ejemplo de su vida entregada.
Ponemos estos deseos en las manos de nuestra Madre Purísima, a la que tanto amó
y veneró José Gabriel del Rosario Brochero.