(RV).- Todas las ciudades y pueblos españoles se preparan para la llegada de los Reyes
Magos de Oriente, quienes llenarán de regalos los hogares del país la noche del 5
de enero, si bien la crisis económica les empujará este año a ser mucho más austeros.
Unas horas antes de que comience el reparto de dones por las casas, Sus Majestades
de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, desfilarán acompañados por sus pajes por todas
las ciudades y pueblos españoles en las tradicionales Cabalgatas de los Reyes.
Miles
de voluntarios, colectivos ciudadanos y distintas hermandades participarán en estos
desfiles, que no quedarán deslucidos a pesar de los recortes presupuestarios. Muchas
organizaciones sin ánimo de lucro multiplicaron las actividades solidarias y han recaudado
fondos para que en la noche más bonita del año para la infancia no falten alimentos
y juguetes en los hogares de los más necesitados.
Tal y como hiciesen hace
2.000 años en su visita al Niño Jesús, los Magos llegarán a España, si bien en este
viaje podrán aprovechar, además de sus camellos, otros medios de transporte más modernos,
como el tren y el barco en algunas ciudades costeras, e incluso helicópteros.
Los
niños deberán volver a casa e irse pronto a dormir, no sin antes haber dejado algunas
viandas a la entrada de sus casas para que Sus Majestades de Oriente puedan recuperarse
de su agotadora labor. Dejarán además un par de zapatos y calcetines por cada miembro
de la familia para poder facilitarles el recuento de regalos. Los niños más traviesos
también probarán el carbón dulce que les dejen los Reyes Magos en señal de aviso para
que el próximo año se comporten mejor.
A este propósito les ofrecemos
la carta que ha escrito a los Reyes el arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez
Sistach. (ER-RV)
Carta a los Reyes
La
noche de Reyes para muchos niños es una noche mágica. Las ilusiones de la infancia
en la noche de Reyes las podemos encontrar expresadas en pocas palabras, en estilo
directo y sincero, en la carta a los Reyes. Los niños expresan lo que desean, lo que
les hace ilusión, sean juguetes o sean objetos que necesitan. Sin embargo, en el corazón
de estos niños hay muchas otras ilusiones, más importantes y más amadas por ellos,
aunque no siempre las sepan expresar y explicitar. Su mayor ilusión es que su madre
y su madre se amen mucho y siempre, que se esfuercen por entenderse y vivir unidos,
que se perdonen y reconstruyan las rupturas que la vida pueda producir. Este es el
juguete que prefieren a todos los demás. Lo expresan los ojos tristes de los niños
que no lo tienen. Ellos han nacido y han crecido en el seno de una familia y quieren
que esta misma familia se mantenga unida, que puedan dar siempre una mano a su padre
y otra mano a su madre, y así, con la sonrisa en los labios, caminar, correr, avanzar,
crecer, madurar… Este es el juguete más valioso que los Reyes pueden llevar a
sus hijos. Los padres cristianos, al llevar a sus hijos a la iglesia para celebrar
el sacramento del bautismo, propician que sus hijos se conviertan en hijos de Dios.
Y los hijos, a medida que crecen, desean otro obsequio. Lo manifiestan de una manera
indirecta, haciendo preguntas con palabras sencillas sobre cuestiones transcendentes:
preguntan sobre Dios, sobre la vida, sobre la muerte, sobre el mal, etcétera; indirectamente
están manifestando otra ilusión, la de ser catequizados. Y los padres les hacen un
regalo al contestar a estas reiteradas preguntas y al iniciar a sus hijos, ya desde
pequeños, en la oración y en la celebración de la fe en la comunidad cristiana. Pienso
especialmente en los niños de familias que viven situaciones de verdadera pobreza
y de precariedad a causa de la crisis grave y prolongada que estamos viviendo, que
continuará en el año que estamos comenzando. Los niños son muy sensibles y captan
las situaciones dolorosas de sus familias y también de nuestro mundo. Estoy seguro
de que nuestros niños llevan en su corazón una gran ilusión y que quizá la han escrito
en su Carta a los Reyes, una ilusión que se puede definir con estas palabras: amor,
paz, justicia, hermandad, solidaridad, sentido auténtico de la vida. O, si se quiere,
con esas menos corrientes, pero muy necesarias –e incluso urgentes- para que los adultos
hagamos todo lo posible para superar la grave crisis actual: honestidad, compromiso,
fidelidad, austeridad, sinceridad, comprensión, acogida… Sin estas actitudes no se
puede alcanzar aquella gran ilusión. Todo esto sucede en la noche de Reyes, que
recuerda y celebra la adoración de los Magos a Dios, nacido como niño en Belén. Dios
se hace niño para hacernos a todos niños de Dios, hijos de Dios y, por tanto, hermanos
de todos los miembros de la humanidad. Las ilusiones que brotan del corazón de los
niños de todo el mundo escriben una carta a los Reyes que, si todos nos esforzamos
en ello, pueden transformar nuestro mundo.
+ Lluís Martínez Sistach Cardenal
arzobispo de Barcelona