Ante las elecciones presidenciales, la declaración de los Obispos de Ecuador
(RV).- “Elecciones, un espacio para la democracia” es el título de la declaración
que los obispos de la Conferencia Episcopal ecuatoriana realizaron el pasado 3 de
enero, en el marco de las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo el 17 de
febrero. Mediante este mensaje los Obispos aluden a las realidades sociales, políticas
y económicas vistas a la luz del Evangelio y de la Doctrina social de la Iglesia,
proclamando los valores del Reino de Dios: la vida, la libertad, la justicia, la solidaridad
y la paz.
El mensaje consta de tres puntos, el primero dedicado a la “Autonomía
de la política y responsabilidad de la Iglesia” para constatar lo que llaman apreciaciones
inexactas. Debido a que –citamos- “para algunos, los Obispos deberían apoyar acríticamente
a todo Gobierno; para otros, mantener una ciega oposición; y, para unos cuantos, abstenerse
totalmente de cualquier intervención”. “Como pastores de la Iglesia Católica, se
destaca en el comunicado, reconocemos y respetamos la legítima autonomía del orden
político. No nos corresponde expresar preferencias políticas, pero sí valorar programas
políticos por sus implicaciones y consecuencias éticas y religiosas”.
El segundo
punto está dedicado a la Misión de los Laicos en Ecuador, recordando que éstos, no
son fieles al Evangelio si se deslindaran del mundo donde viven. La fe, escriben,
precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social
de lo que se cree. Además se recuerda que la Doctrina Social de la Iglesia, desde
esta perspectiva, está comprometida con el respeto a los derechos de la persona humana,
comenzando por el fundamental derecho a la vida desde su concepción hasta su fin natural,
rechazando frontalmente el aborto.
Tras corroborar que el ejercicio del voto
es un medio importante para asegurar la auténtica democracia, los obispos de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana abordan el tercer punto de su comunicado expresando su adhesión
al Mensaje final del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización que pide:
“un compromiso de cuidado desinteresado y transparente por el bien común, desde el
respeto total a la dignidad de la persona humana desde su concepción hasta su fin
natural, de la familia fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, de la
libertad educativa, en la promoción de la libertad religiosa, en la eliminación de
las injusticias, las desigualdades, las discriminaciones, la violencia, el racismo,
el hambre y la guerra. A los políticos cristianos que viven el precepto de la caridad
se les pide un testimonio claro y transparente en el ejercicio de sus responsabilidades”. PLJR
- Radio Vaticano 7 / @pjuregui Fuente: CEE
TEXTO COMPLETO: Elecciones:
un espacio para la democracia Declaración de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana Con
ocasión de las próximas elecciones, los Obispos del Ecuador nos dirigimos a todos
los católicos ecuatorianos, hombres y mujeres, y a las personas de buena voluntad. Como
pastores tenemos el derecho y deber de iluminar las realidades sociales, políticas
y económicas desde el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia, proclamando los
valores del Reino de Dios: la vida, la libertad, la justicia, la solidaridad y la
paz (cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes 1).
1.
Autonomía de la política y responsabilidad de la Iglesia En el campo de la
política, constatamos ciertas apreciaciones inexactas. Para algunos, los Obispos deberíamos
apoyar acríticamente a todo Gobierno; para otros, mantener una ciega oposición; y,
para unos cuantos, abstenernos totalmente de cualquier intervención. Las tres son
visiones parciales e inexactas. Como pastores de la Iglesia Católica, reconocemos
y respetamos la legítima autonomía del orden político. No nos corresponde expresar
preferencias políticas, pero sí valorar programas políticos por sus implicaciones
y consecuencias éticas y religiosas. En efecto, “es de justicia que pueda la Iglesia
en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su
doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio
moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos
fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y solo aquellos
medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos
y de situaciones” (Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes 76).
Libertad religiosa. El Ecuador, Estado laico, en su Constitución, en el Art. 66, 8,
reconoce y protege “el derecho a practicar, conservar, cambiar, profesar en público
o en privado, su religión o sus creencias, y a difundirlas individual y colectivamente,
con las restricciones que impone el respeto a los derechos”. Esto nos permite vivir,
de una manera pacífica y respetuosa, entre personas creyentes y no creyentes, evitando
todo fanatismo, tanto religioso como antirreligioso.
Colaboración de la Iglesia.
Tanto la comunidad política como la Iglesia, sin perder su autonomía, están al servicio
del bien común y de la vocación personal y social de cada hombre y mujer. Por este
motivo, es conveniente una colaboración entre ambas en temas sociales comunes, como
la educación, la salud, la asistencia a personas vulnerables, el cuidado del medio
ambiente y otros (cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes
40 y Documento de Aparecida 406).
2. Misión de los Laicos Los
cristianos no seríamos fieles al Evangelio si nos desentendiéramos del mundo donde
vivimos. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad
social de lo que se cree. La fe en Cristo, de este modo, no es un hecho privado, sino
que “implica un testimonio y un compromiso público” (Carta Apostólica Porta fidei,
10).
Accionar político. Los laicos católicos, pertenecientes o no a partidos
y movimientos políticos diversos, tienen la obligación moral de discernir si el pensamiento
que los inspira y sus propuestas son compatibles con la fe y la moral de la vida cristiana.
Por esta razón, han de valorar si sus propuestas son coherentes o no con los principios
morales arraigados en la misma naturaleza humana y presentes en todas sus dimensiones
personales y sociales.
El cristiano, por lo tanto, no debe adherirse, sin contradecirse
a sí mismo, a sistemas ideológicos que se opongan a la fe que profesa. Es importante
recordar que ningún sistema social o político agota la riqueza del Evangelio y que,
por lo mismo, nadie puede reclamar su opción política como la única conforme a la
enseñanza social de la Iglesia.
Derechos humanos. Los derechos humanos se fundamentan
en la dignidad de la persona en todas sus dimensiones, con lo cual esta dignidad se
constituye en el fin último de toda acción social, política, económica y religiosa.
El Estado es posterior a la persona y no le corresponde conceder derechos, sino reconocer,
promover y garantizar el ejercicio personal y asociado de los derechos civiles.
La
Doctrina Social de la Iglesia, desde esta perspectiva, está comprometida con el respeto
a los derechos de la persona humana, comenzando por el fundamental derecho a la vida
desde su concepción hasta su fin natural, rechazando frontalmente el aborto.
Es
decisiva la vigencia real de los derechos de los padres de familia para educar a sus
hijos conforme a sus convicciones, como reconoce la Constitución, dentro de un régimen
de auténtica igualdad de oportunidades (cf. Art. 29).
Democracia. En una sociedad
democrática, es el pueblo el que delega el poder a sus gobernantes para que sirva
a sus necesidades, y de ningún modo para ser atemorizado o sustituido por sus órganos
de poder. No se trata de un pueblo como una multitud amorfa a la que se manipula o
instrumentaliza, sino como un conjunto de personas que tienen su propia visión sobre
la “cosa pública” y que están dispuestas a defender sus derechos y a cumplir sus deberes.
La democracia exige un marco jurídico, la estricta división e independencia de las
tres funciones del poder, a saber, la función ejecutiva, la función legislativa y
la función judicial. Son funciones que deben ser ejercidas con su propia autonomía
y respeto mutuo, en la búsqueda del bien común del país y no de intereses personalistas,
institucionales o partidistas. También exige la posibilidad real para que la libertad
de todos sea efectivamente respetada y garantizada, como la libertad de expresión
al servicio de una opinión pública, crítica, activa y responsable, con una inquebrantable
pasión por la verdad.
Elecciones. La confrontación democrática en una lid electoral
exige sumo respeto a todas las personas, centrándose más en el debate de proyectos
que en descalificaciones personales. No se trata de entrar en una lucha ciega y cerrada
de unos contra otros, sino de presentar a los ciudadanos las opciones políticas y
los programas de gobierno para que ellos puedan elegir libremente (cf. Concilio Vaticano
II, Constitución pastoralGaudium et spes 75). El ejercicio del voto es un medio
importante para asegurar la auténtica democracia. El ciudadano, al ejercer este derecho
y deber, está llamado a no favorecer opciones políticas y legislativas contrarias
a los valores fundamentales y a los principios éticos. No olvidemos que el voto debe
ser responsable, universal, directo y obligatorio. Nos alegramos de la participación
de nuestros jóvenes.
3. Compromiso Asumimos el Mensaje final
del XIII Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización que pide: “un compromiso
de cuidado desinteresado y transparente por el bien común, desde el respeto total
a la dignidad de la persona humana desde su concepción hasta su fin natural, de la
familia fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, de la libertad educativa,
en la promoción de la libertad religiosa, en la eliminación de las injusticias, las
desigualdades, las discriminaciones, la violencia, el racismo, el hambre y la guerra.
A los políticos cristianos que viven el precepto de la caridad se les pide un testimonio
claro y transparente en el ejercicio de sus responsabilidades” (nº 10). Que el
Señor nos ilumine para actuar en conciencia, y conforme a las exigencias del amor:
vida, solidaridad, justicia, paz y libertad.