REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz- RV
(RV).- (Audio)
La imagen de hoy es
una inmersión profunda en un mar particular, porque se trata de la inmersión profunda
en el misterio de Jesús de Nazaret. Un hombre de la historia de Tierra Santa, pero
que para la fe de cristianos y católicos es el Hijo de Dios liberador, nacido de María
en la gruta de Belén.
Esta fe la ratifican testigos como Esteban, primer mártir
cristiano, que anunció a Jesús de palabra y obra, muriendo por su fe en el Hijo de
Dios. Fue en su fiesta que el Sucesor de Pedro afirmó que la nueva evangelización
depende esencialmente de la inmersión profunda de aquel que anuncia, en el misterio
de Jesús.
Hoy lo vemos en Juan, el apóstol, que estuvo desde el inicio muy
cerca de Jesús como discípulo predilecto. Este joven de Galilea, representado con
la imagen de un águila por la capacidad de contemplar en profundidad el misterio de
Jesús, lo siguió desde cuando el Bautista se lo señaló. Siendo muy joven escuchó los
latidos del corazón del Hijo de Dios, cuando Jesús lo abrazó contra su pecho en la
Ultima Cena. Juan en su evangelio refiere detalles del martirio de Jesús, como el
agua y la sangre que brotaron cuando el soldado con la lanza atravesó el costado de
Cristo crucificado. Y nos da un testimonio suficiente del triunfo de Jesús sobre la
muerte, descubriendo primero la sábana vacía en el sepulcro vacío y después los encuentros
de Jesús resucitado con sus discípulos. Roguémosle a Juan que se inmergió tan profundo
en el misterio de Cristo que podamos hacerlo también tú y yo hoy.