Que los jóvenes universitarios no se rindan, el auspicio de Adviento del Papa
(RV).- (Audio) La tarde de este 1°
de diciembre en la Basílica de San Pedro Benedicto XVI presidió la Celebración de
las primeras Vísperas en el marco del primer domingo de Adviento en su tradicional
encuentro -para la ocasión- con los jóvenes universitarios de los Ateneos Romanos
y de las Universidades Pontificias en Roma en el inicio del Año Académico.
Abrió
el encuentro el Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma, Agostino Vallini, quien
presidió la oración preparatoria con la bienvenida del icono de Maria Sedes Sapientiae,
y la renovación de la profesión de fe de los participantes sobre la tumba de San
Pedro .
En juvenil recogimiento el Papa se dirigió a los universitarios romanos
y fue saludado por el rector de la Universidad “Foro Itálico” la cuarta universidad
estatal de Roma, Dr. Paolo Parisi, y por una joven estudiante de jurisprudencia de
la “Universidad Roma Tres”, Rosa Miscini.
En las palabras que dirigió con
afectuoso saludo a los jóvenes recordando que estamos viviendo el Año de la Fe, Benedicto
XVI ha puesto en evidencia que todos ellos tienen en común el estar viviendo el tiempo
de la preparación a las grandes elecciones de la propia vida y al servicio en la Iglesia
y en la sociedad.
Les indicó además que esta tarde todos ellos en confiada
cercanía, han podido experimentar que no están solos, que con ellos están los docentes,
los capellanes universitarios, los animadores de los colegios. Y con ellos “también
está el Papa” les dijo. “Están insertos, indicó, en la gran comunidad académica romana,
en la que es posible caminar en la oración, en la búsqueda, en la seguridad del consuelo,
en el testimonio del Evangelio”.
Todo esto es un don precioso para la vida
de los jóvenes universitarios, por ello con amor, el Santo Padre les pidió: “Sépanlo
ver como un signo de la fidelidad de Dios, que les ofrece ocasiones para conformar
la propia existencia y aquella de Cristo, para dejarse santificar por Él hasta la
perfección”. Patricia L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano
TEXTO COMPLETO
HOMILÍA DEL PAPA VISPERAS DE ADVIENTO CON UNIVERSITARIOS 01.12.12
"El
que os llama es fiel", (1 Ts 5,24). Queridos amigos universitarios: Las palabras del apóstol Pablo nos conducen a capturar el verdadero sentido
del año litúrgico, que esta tarde iniciamos junto con la representación de las Primeras
Vísperas de Adviento.
El entero camino del año de la Iglesia está
orientado a descubrir y a vivir la fidelidad del Dios de Jesucristo que en la gruta
de Belén se presentará ante nosotros, una vez más, en el rostro de un niño. Toda la
historia de la salvación es un recorrido de amor, de misericordia y de benevolencia:
de la creación a la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, del
don de la Ley sobre el Sinaí, al regreso en patria de la esclavitud babilónica. El
Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob ha sido siempre el Dios cercano, que no ha abandonado
nunca a su pueblo. Más veces ha padecido con tristeza la infidelidad, y esperado con
paciencia el regreso, siempre en la libertad de un amor que precede y sostiene el
amado, atento a su dignidad y a sus expectativas más profundas.
Dios
no se ha cerrado en su Cielo, se ha inclinado sobre el acontecer del hombre: un misterio
grande que llega a superar cada posible espera. Dios entra en el tiempo del hombre
en el modo más inesperado: haciéndose niño y recorriendo las etapas de la vida humana,
para que toda la nuestra existencia, espíritu, alma y cuerpo - como nos ha recordado
san Pablo - pueda conservarse irreprensible y ser elevada a la altura de Dios. Y todo
esto lo hace por su amor fiel hacia la humanidad. El amor cuando es verdadero, tiende
por su naturaleza al bien del otro, al mayor bien posible, y no se limita a respetar
sencillamente los empeños de amistad asumidos, sino que va más allá, sin cálculos
ni medida. Es justo lo que ha cumplido el Dios vivo y verdadero, cuyo misterio profundo
nos es revelado en las palabras de San Juan: "Dios es amor", (1 Jn 4,8.16). Este Dios
en Jesús de Nazaret asume en Sí a la entera humanidad, la entera historia de la humanidad,
y le da un viraje nuevo, decisivo, hacia un nuevo ser persona humana, caracterizado
por el ser engendrado por Dios y por tender hacia Él (cfr La infancia de Jesús, Rizzoli-LEV
2012, p. 19).
Queridos jóvenes, ilustres Rectores y Profesores,
es para mí motivo de gran alegría compartir estas reflexiones con ustedes que aquí
representan el mundo universitario romano, en el que confluyen, incluso en sus específicas
identidades, las Universidades estatales y privadas de Roma y las Instituciones pontificias,
que desde hace muchos años caminan juntas dando vivo testimonio de un fecundo diálogo
y de colaboración entre los diferentes saberes y la teología. Saludo y agradezco
al Cardenal Prefecto de la Congregación para la educación Católica, el Rector de la
universidad de Roma "Foro Italico" y a su representante, por las palabras
que me han dirigido en nombre de todos. Saludo con viva cordialidad el Cardenal Vicario
y al Ministro de la Instrucción, de la Universidad y de la Investigación, como también
a las muchas autoridades académicas presentes.
Con especial
cariño los saludo a ustedes, queridos jóvenes universitarios de los Ateneos romanos,
que han renovado su profesión de fe sobre la Tumba del apóstol Pedro. Ustedes están
viviendo el tiempo de la preparación a las grandes elecciones de su vida y al servicio
en la Iglesia y en la sociedad. Esta tarde pueden experimentar que no están solos:
están con ustedes los docentes, los capellanes universitarios, los animadores de los
colegios. ¡Está con ustedes el Papa! Y, sobre todo, están inseridos en la gran comunidad
académica romana, en la cual es posible caminar en la oración, en la búsqueda, en
la comparación, en el testimonio al Evangelio. Es un regalo precioso para su vida;
sépanlo ver como una señal de la fidelidad de Dios, que les ofrece ocasiones para
conformar su existencia a aquella de Cristo, para dejarse santificar por Él hasta
la perfección ( cfr 1 Ts 5,23. ).
El año litúrgico que iniciamos
con estas Vísperas también será para ustedes el camino en el cual, una vez más, revivir
el misterio de esta fidelidad de Dios, sobre el que están llamados a fundar, como
sobre una roca segura, su vida. Celebrando y viviendo con toda la Iglesia este itinerario
de fe, experimentarán que Jesucristo es el único Señor del cosmos y de la historia,
sin el cual cada construcción humana amenaza con desvanecerse en la nada. La liturgia,
vivida en su verdadero espíritu, siempre es la escuela fundamental para vivir la
fe cristiana, una fe "teologal", que los implica en todo su ser - espíritu, alma y
cuerpo - para llegar a ser piedras vivas en la construcción de la Iglesia y colaboradores
de la nueva evangelización. De modo particular, en la Eucaristía, el Dios viviente
se hace tan cercano, que se hace alimento que sostiene el camino, presencia que transforma
con el fuego de su amor.
Queridos amigos, vivimos en un
contexto en el que a menudo encontramos la indiferencia hacia Dios. Pero pienso que
en la profundidad de cuantos - también entre sus coetáneos - viven la lejanía de Dios,
existe una nostalgia interior de infinito, de transcendencia. A ustedes la tarea de
testimoniar en las aulas universitarias el Dios cercano, que se manifiesta también
en la búsqueda de la verdad, alma de cada empeño intelectual. Para tal propósito expreso
mi complacencia y mi estímulo por el programa de pastoral universitaria titulado:
"El Padre lo vio desde lejos. El hoy del hombre, el hoy de Dios", propuesto por la
Oficina de la pastoral universitaria de la Vicaría de Roma.
La
fe es la puerta que Dios abre en nuestra vida para conducirnos al encuentro con Cristo,
en el que el hoy del hombre se encuentra con el hoy de Dios. La fe cristiana no es
adhesión a un dios genérico o indefinido, sino al Dios vivo que en Jesucristo, Verbo
hecho carne, ha entrado en nuestra historia y se ha revelado como el Redentor del
hombre. Creer significa confiar la propia vida a Aquel que sólo puede darle plenitud
en el tiempo y abrirla a una esperanza más allá del tiempo.
Reflexionar
sobre la fe, en este año de la fe, es la invitación que deseo dirigir a toda la comunidad
académica de Roma. El continuo diálogo entre las Universidades estatales o privadas
y aquéllas pontificias deja esperar en una presencia cada vez más significativa de
la Iglesia en el ámbito de la cultura, no solo romana, sino italiana e internacional.
Las Semanas culturales y el Simposio internacional de los docentes que se desarrollará
en junio próximo, serán un ejemplo de esta experiencia, que espero pueda realizarse
en todas las ciudades universitarias donde están presentes ateneos estatales, privados
y pontificios.
Queridos amigos, "Aquel que los llama es
fiel y hará todo esto" ( 1 Ts 5,24); hará de ustedes anunciadores de su presencia.
En la oración de esta tarde nos encaminamos idealmente hacia la gruta de Belén para
gustar la verdadera alegría de la Navidad: la alegría de acoger al centro de nuestra
vida, con el ejemplo de la Virgen María y de San José, a aquel Niño que nos recuerda
que los ojos de Dios están abiertos sobre el mundo y sobre cada hombre ( cfr Zc 12,4).
Los ojos de Dios están abiertos sobre nosotros porque Él es fiel a su amor! Sólo esta
certeza puede conducir la humanidad hacia metas de paz y prosperidad, en este momento
histórico delicado y complejo.
También la próxima Jornada
Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro será para ustedes, jóvenes universitarios,
una gran ocasión para manifestar la fecundidad histórica de la fidelidad a Dios, ofreciendo
su testimonio y empeño para la renovación moral y social del mundo. La entrega del
Ícono de María Sedes Sapientiae a la delegación universitaria brasileña
por parte de la Capellanía universitaria de Roma Tres, que este año celebra su veinteñal,
es una señal de común empeño de ustedes, jóvenes universitarios de Roma.
A
María, Sede de la Sabiduría, confío a todos ustedes y a sus seres queridos; el estudio,
la enseñanza, la vida de los Ateneos; especialmente el itinerario de formación y
testimonio en este Año de la fe. Las lámparas que llevarán en sus capellanías siempre
sean alimentadas por su fe humilde pero plena de adoración, para que cada uno de ustedes
sea una luz de esperanza y paz en el entorno universitario.