2012-12-01 13:23:51

Entre el Caos y el Cosmos, el orden o desorden espiritual


I Domingo de Adviento ©, jesuita Guillermo Ortiz

(RV).- (Con audio) RealAudioMP3 Ese momento te puede o me puede sorprender desprevenido. Estar desprevenido no es lo mejor que nos puede pasar. Se trata del regreso de Jesús.
El mismo Jesús habla de esto en el Evangelio.
Jesús describe este momento con imágenes de fuerte contraste: mientras que aquello firme, fijo y seguro en el tiempo y el espacio, que sirve incluso para orientarse, como son las estrellas, caen y la gente siente miedo, angustia, terror por el momento en el que el cosmos parece que vuelve al caos inicial, aparece Jesús con gran poder y majestad, sostenido por su propio ser de Hijo de Dios y con su Cuerpo resucitado, como centro del cosmos y dominador de todo: del tiempo, del espacio, del mal, del egoísmo; Señor de la vida y de la muerte.

En el mismo escenario apocalíptico aparece otro contraste, referido por Jesús: el de los que tienen la mente entorpecida, aturdida, embotada, por los vicios, la embriaguez y las preocupaciones del mundo, que están adormecidos, anestesiados, drogados. Y los que viven en oración continua, atentos, despiertos, preparados para afrontar lo que se viene, lo que sucederá en un momento del que no sabemos el día ni la hora.

Entre el desorden de los astros que tambalean y el orden de la presencia de Jesús resucitado, armonía, fuerza, poder omnipotente de amor, esta nuestra comunidad, tu y yo con nuestra vida espiritual ordenada o desordenada; dirigida hacia el caos total para perderse en el sin sentido u orientada hacia el cosmos y orden nuevo que Cristo resucitado recrea, instaura con su venida definitiva.

Las palabras de Jesús en el Evangelio son un llamado de atención importante, son parte de la misericordiosa ternura de Jesús que nos advierte, que nos llama a la realidad, que nos pide tomar conciencia: ¡Estén atentos! Recen constantemente para poder afrontar la situación decisiva.

¿Estas, estoy existencialmente anestesiado o estas, estoy atento, despierto, conciente de la realidad?

Recemos ahora, antes de escuchar a Jesús en el Evangelio: Señor, concédenos la gracia de la oración. Sí, para que la oración nos desentorpezca la mente a mí a los míos; a toda la familia, a la comunidad. Sí, Señor por tu misericordia, que la oración de escucharte en tu Palabra, nos desanestesie, nos despierte del adormecimiento existencial, nos vuelva a la realidad. Que la oración nos prepare interiormente a fondo para vivir intensamente el gozo del encuentro con Jesús, en el Amor y la vida plena, sin fin de su Corazón herido y victorioso.

Del Evangelio de Jesucristo según san Lucas Cap.21,25-28.34-36
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.








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