Urge anunciar juntos la Buena Noticia de Dios al mundo de hoy, el Papa a Bartolomé
I
(RV).- Benedicto XVI se unió espiritualmente a la oración por la paz en el mundo entero,
por la prosperidad de las santas Iglesias de Dios y por la unidad, que Su Santidad
Bartolomé I, Arzobispo de Constantinopla y Patriarca Ecuménico elevó en la Divina
liturgia, celebrada en honor de san Andrés, este 30 de noviembre, en la Sede patriarcal
en Estambul.
Por medio de un mensaje autógrafo, del que fue portador el enviado
especial del Santo Padre, el Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo
para la Unidad de los Cristianos, el Papa, como hermano en la fe, destaca la importancia
del intercambio de Delegaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla,
que se celebra cada año, con motivo de sus respectivas fiestas patronales - de San
Andrés, en el Fanar y de los Santos Pedro y Pablo en Roma –
Intercambio que
testimonia de forma concreta los lazos de proximidad fraterna que nos unen, escribe
Benedicto XVI, subrayando que es una comunión profunda y real, aunque todavía imperfecta,
que no se basa en razones humanas de cortesía o de conveniencia, sino en la fe común
en el Señor Jesucristo, cuyo Evangelio de salvación nos ha llegado gracias a la predicación
y al testimonio de los apóstoles, sellado por la sangre del martirio.
Tras
hacer hincapié en que con esta sólida base, podemos avanzar juntos con confianza,
en el camino que conduce a la restauración de la plena comunión, el Papa destaca que
en este camino, gracias al apoyo continuo y activo de Su Santidad, hemos logrado progresos
importantes, por lo que le expresa su profunda gratitud al Patriarca Bartolomé I.
Y si bien el camino por recorrer puede parecer largo y difícil, Benedicto
XVI asegura la intención de proseguir en esta dirección, confortados por la oración
que nuestro Señor Jesucristo dirigió al Padre: "Que todos sean uno en nosotros para
que el mundo crea "(Jn 17, 21).
En particular, el Papa renueva su gratitud
al Arzobispo de Cosntantinopla por las palabras que pronunció al final de la celebración
del quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y de la apertura
del Año de la Fe, que tuvo lugar en Roma en octubre.
“Todavía tengo un recuerdo
grato e intenso de su visita a Roma en esta ocasión, en la que hemos tenido la oportunidad
de renovar los lazos de nuestra amistad sincera y auténtica”, escribe también Benedicto
XVI, para luego reiterar que esta amistad sincera se afianza en una “gran visión común
de las responsabilidades a las que estamos llamados como cristianos y como Pastores
del rebaño que Dios nos ha confiado”. Y es la razón de la “gran esperanza de que crezca
cada vez más la colaboración en la urgente tarea de brindar con renovado vigor el
testimonio del mensaje del Evangelio al mundo contemporáneo”.
Benedicto XVI
agradece asimismo con todo su corazón a Su Santidad y al Santo Sínodo del Patriarcado
Ecuménico por haber querido enviar a un delegado fraterno a Roma, para participar
en a la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: "La nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana".
El Papa recuerda que
“el desafío más urgente, en el que siempre nos hemos encontrado totalmente de acuerdo
con Su Santidad, es hoy es el de cómo hacer llegar el anuncio del amor misericordioso
de Dios a los hombres de nuestro tiempo, tan a menudo distraídos, más o menos incapaces
de profunda reflexión sobre el sentido de su propia existencia, al estar como atrapados
en proyectos y utopías que sólo pueden dejar decepcionados. La Iglesia no tiene otro
mensaje que "la Buena Noticia de Dios" (Rm 1, 1) y no tiene ningún otro método que
el anuncio apostólico, apoyada y avalada por el testimonio de la santidad de la vida
de sus pastores y del pueblo de Dios.
“El Señor Jesús nos dijo que "la mies
es mucha" (Lc 10, 2), y no podemos aceptar que se pierde a causa de nuestras debilidades
y de nuestras divisiones”, señala Benedicto XVI, que concluye su mensaje renovando
sus mejores felicitaciones con un abrazo fraterno en Cristo Señor.