(RV).- (Con audio) “Hasta la efusión
de la sangre”. Así es la fórmula de compromiso. Muchos derraman su sangre en guerras
sucias, hechas para probar y vender armamentos, o para defender intereses asesinos,
de parte; completamente alejados del bien común. Y mueren por causas egoístas y sucias,
los que se enrolan obligados o engañados por los gobiernos y sobretodo muchos inocentes. Muy
distinto de aquel que con violencia y armas quita le quita la vida al otro, Jesús
ofreció su propia vida; derramó su sangre para dar vida a la familia de los hijos
de Dios. Como Jesús, hoy en el siglo 21, también hay hombres y mujeres perseguidos
y asesinados por su fe. En diversas partes del mundo y con distintos regímenes y gobiernos
son fieles a Jesús y su familia “hasta la efusión de la sangre”. El martirio es el
gesto supremo de amor que da vida entregando la vida por Jesús y los hermanos. En
el llamado “Consistorio”, en Roma, el santuario de San Pedro se inunda de rojo. La
púrpura representa precisamente esto, el compromiso que hacen los “cardenales”, de
ser fieles “hasta la efusión de la sangre”. La Nueva Evangelización requiere el
testimonio valiente, coherente, de los que representan a Jesús entre nosotros. La
Nueva Evangelización espera el compromiso hasta la efusión de la propia sangre por
la familia de los hijos de Dios.