Con la esperanza en la victoria de la Cruz, el corazón humano encontrará siempre suelo
firme, el Papa a la hora del ángelus
(RV).- (Con audio) A mediodía el Santo Padre rezó el ángelus desde la ventana de su
estudio con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, meditando sobre el Evangelio
de este penúltimo domingo del año litúrgico, en el que Cristo aparece como el centro.
En esta ocasión, Benedicto XVI recordó que en nuestros tiempos no faltan calamidades
naturales, ni lamentablemente, guerras y violencias. Por esta razón afirmó que también
hoy tenemos necesidad de un fundamento estable para nuestra vida y nuestra esperanza,
tanto más a causa del relativismo en el que estamos inmersos. Y concluyó invocando
a la Virgen María para que nos ayude a acoger este centro en la Persona de Cristo
y en su Palabra.
Al saludar a los peregrinos procedentes de América Latina
y de España, el Papa dijo:
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española. En el Evangelio de hoy, Jesús advierte a sus
discípulos, y a todos, que en la vida habrá que afrontar embaucadores, sufrir persecuciones
y calamidades. Hoy se sabe esto muy bien. Pero con la esperanza perseverante en la
victoria de la Cruz, el corazón humano encontrará siempre un suelo firme, la auténtica
paz, en la presencia constante del Señor, verdadero fin de todas las cosas, y cuya
ayuda nunca nos abandona. Confiemos a nuestra Madre del cielo nuestros desvelos, y
que nos ayude también la intercesión de la Beata María Crescencia Pérez, que ayer
ha sido elevada al honor de los altares en Argentina. Muchas gracias y feliz domingo.
Texto
completo de la alocución del Papa antes de rezar el ángelus
Queridos hermanos
y hermanas:
En este penúltimo domingo del año litúrgico se proclama, en la
redacción de Marcos, una parte de las palabras de Jesús sobre los últimos tiempos,
en término técnico “escatológico” (Cfr. Mc 13, 24-32).
Estas palabras se encuentran,
con algunas variantes, también en Mateo y Lucas, y es probablemente el texto más
difícil de los Evangelios. Esta dificultad deriva, tanto del contenido como del lenguaje:
en efecto, se habla de un futuro que supera nuestras categorías, y por esto Jesús
utiliza imágenes y palabras tomadas del Antiguo Testamento, pero, sobre todo, coloca
un nuevo centro, que es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección.
También el pasaje de hoy se abre con algunas imágenes cósmicas de tipo apocalíptico:
“El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del
cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas” (v. 24-25); pero este
elemento es relativizado por lo que sigue: “Y entonces verán al Hijo del hombre que
viene entre nubes con gran poder y gloria” (v. 26). El “Hijo del hombre” es el mismo
Jesús, que une el presente con el futuro; las antiguas palabras de los profetas han
encontrado, finalmente, un centro en la persona del Mesías nazareno: es Él el verdadero
acontecimiento que, en medio de los trastornos del mundo, permanece el punto firme
y estable.
Como confirmación de esto hay otra expresión del Evangelio de hoy.
Jesús afirma: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (v. 31).
En efecto, sabemos que en la Biblia la Palabra de Dios está en el origen de la creación:
todas las criaturas, a partir de los elementos cósmicos – sol, luna, firmamento –
obedecen a la Palabra de Dios, existen en cuanto “llamados” por ella. Este poder creador
de la Palabra divina se ha concentrado en Jesucristo, Verbo hecho carne, y pasa también
a través de sus palabras humanas, que son el verdadero “firmamento” que orienta el
pensamiento y el camino del hombre en la tierra. Por esto Jesús no describe el fin
del mundo, y cuando usa imágenes apocalípticas, no se comporta como un “vidente”.
Al contrario, Él quiere sustraer a sus discípulos de toda época de la curiosidad por
las fechas, las previsiones, y en cambio, quiere darles una clave de lectura profunda,
esencial y, sobre todo, indicar la vía justa sobre la cual caminar, hoy y mañana,
para entrar en la vida eterna. Todo pasa – nos recuerda el Señor –, pero la Palabra
de Dios no cambia, y frente a ella cada uno de nosotros es responsable del propio
comportamiento. En base a esto seremos juzgados.
Queridos amigos, tampoco en
nuestros tiempos faltan calamidades naturales, ni lamentablemente, guerras y violencias.
También hoy tenemos necesidad de un fundamento estable para nuestra vida y nuestra
esperanza, tanto más a causa del relativismo en el que estamos inmersos. Que la Virgen
María nos ayude a acoger este centro en la Persona de Cristo y en su Palabra. Saludos
del Papa en otras lenguas Abrazando como es tradicional a los peregrinos de
tantas partes del mundo, que acudieron también este domingo a rezar a la Madre de
Dios con el Papa, Benedicto XVI se dirigió a los francófonos y reiteró que buscando
a nuestro alrededor los signos de la presencia de Dios, con la disposición para recibirlos,
encontraremos la roca sólida donde radica nuestra existencia más allá de los cambios
que nos llegan. Pues, por la fe, nos comunicamos con el plan de amor de Dios para
la humanidad y para cada uno nosotros.
¡Dios es fiel! –enfatizó el Santo
Padre– alentando a participar regularmente en la misa dominical, necesaria para un
cristiano, y deseando que la Virgen María ayude a comprender la importancia de esta
cita y la alegría de la vida familiar
En sus saludos a todos los visitantes
de habla inglesa y a los peregrinos presentes para Ángelus de este domingo, en que
el año litúrgico llega a su fin, el Papa recordó que Jesús nos dice que aunque el
cielo y la tierra pasarán, sus palabras permanecerán. Y exhortó a impulsar nuestro
compromiso en construir nuestras vidas cada vez más en la sólida base de su santa
palabra, la verdadera fuente de vida y alegría.
¡Que el Señor sea siempre
nuestra meta en la alegría y la esperanza de "las grandes cosas que Dios preparó para
los que lo aman" (1 Co 2, 9) Deseó también Benedicto XVI en sus saludos a los peregrinos
y visitantes de lengua alemana.
En polaco, el Santo Padre exhortó a fortalecer
la vida espiritual, en particular en este Año de la fe, con el Evangelio de la Misa
de hoy y el anuncio de la Parusía, la segunda venida de Cristo a la tierra. Entonces,
iluminados por la luz divina, recibiremos la respuesta a las preguntas acerca de nuestra
existencia.
(María Fernanda Bernasconi y Cecilia de Malak – RV).