México en el Año de la Fe siguiendo la Misión Continental
(RV).- Los obispos de la Conferencia Episcopal Mexicana concluyeron la Nonagésimo
Cuarta Asamblea plenaria. Conversamos con Mons. Víctor René Rodríguez Gómez, Arzobispo
de Tlalnepantla, Obispo Electo de Valle de Chalco, Secretario General. El informe
es de jesuita Guillermo Ortiz.
En un primer momento Mons. Rodríguez Gómez
hace un recorrido por los temas que han sido abordados a lo largo de estos días, tocando
temas que han aparecido en documentos publicados por la Conferencia tales como el
de la paz, el bicentenario de la Independencia, y el de la educación. (Audio)
En la
intervención audio adjunta a este artículo, el Secretario General de la Conferencia
Episcopal Mexicana nos habla del Año de la fe, explicando cómo, solo el Evangelio
es capaz de transformar la sociedad en que vivimos. Alude especialmente al Sínodo
de Obispos celebrado en el Vaticano el pasado mes de octubre con la participación
del Presidente del CELAM, el mexicano Mons. Carlos Aguiar Retes y del Cardenal José
Francisco Robles Ortega, Presidente electo en esta Asamblea Plenaria nuevo Presidente
de la Conferencia Episcopal. (Audio)
TEXTO
MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA:
“Señor, auméntanos la fe”
(Lc. 17,5)
Esa fue la súplica de los apóstoles al Señor Jesús, al percibir
que solamente en la fe, don de Dios, podía establecer una relación personal con Él
y estar a la altura de la vocación de discípulos. La fe es indispensable para descubrir
la realidad, el sentido y la plenitud de la vida y realizar los signos de la presencia
del Reino de Dios en el mundo.
El Año de la Fe, una oportunidad de renovarnos.
1.-
Con grande gozo, unidos a toda la Iglesia Católica, hemos iniciado el Año de la Fe,
al que nos ha convocado el Papa Benedicto XVI, con ocasión del 50 aniversario del
inicio del Concilio Vaticano II y el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo
de la Iglesia Católica. Este es el año para renovar nuestro entusiasmo de creer en
Jesucristo, único Salvador del mundo. Este es el año para reavivar la alegría de seguir
su camino y dar testimonio concreto de la fuerza transformadora de la fe. En medio
de los graves males que oprimen a nuestra Patria como la violencia, el narcotráfico
y el crimen organizado, la corrupción y el desempleo, les invitamos a mirar con grande
esperanza este año de gracia. La fe nos revela que somos todos hijos amados de Dios
y orienta nuestras relaciones hacia la fraternidad, la solidaridad y el servicio misionero.
Desde la conversión de cada uno, el Señor nos regala la seguridad y la paz que tanto
necesitamos.
¿Cómo abrirnos más al don de la fe?
2.- Muchas
corrientes culturales de nuestros días intentan sacar a Dios de la vida ordinaria
y poner en lugar suyo a cada individuo y sus intereses, lo que hace imposible la fraternidad
y la solidaridad humana. Esta situación hace más necesario que nos esforcemos en
arraigar fuertemente nuestra fe a partir de nuestro encuentro diario, personal y comunitario
con Cristo Jesús, y del conocimiento cada vez más claro y completo de las verdades
de nuestra fe. En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos la riqueza de la
enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de
historia; les invitamos a estudiarlo. No nos presenta una teoría, nos lleva al encuentro
con Jesús que vive en la Iglesia. Así mismo, hemos de acudir a los documentos del
Vaticano II; si los leemos de manera correcta son una fuerza para la renovación siempre
necesaria de nuestras comunidades eclesiales.
La fe se fortalece dándola.
3.-El
Año de la fe es un nuevo impulso a la misión continental y el compromiso de la misión
continental, a su vez, renueva y fortalece nuestra fe. Que este Año de la Fe refuerce
el espíritu misionero que a partir de Aparecida ha infundido nuevo vigor y entusiasmo
en los proyectos y acciones pastorales en nuestras diócesis y parroquias. No nos cansemos
de pedir al Señor nuestra conversión personal y pastoral. Todos los días repitamos
una y otra vez la súplica evangélica: “Señor, auméntanos la fe” y hagamos del “credo”
una oración diaria y de nuestra vida diaria una confesión de fe.
Llamados
a emprender algo nuevo.
4.- Los obispos reunidos el mes pasado en Roma
con el Santo Padre -de cuya visita guardamos un grato recuerdo- nos han impulsado
a llevar adelante la obra de la nueva evangelización que consiste en proponer de nuevo
al corazón y a la mente de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, la belleza y la
novedad perenne del encuentro con Cristo. Ante los cambios culturales y sociales no
hemos de quedarnos paralizados sino que hemos de sentirnos llamados a emprender con
audacia algo nuevo para favorecer en las personas que se han alejado un nuevo encuentro
con Cristo. Los retos planteados por los nuevos fenómenos de la globalización, migración,
secularismo, las nuevas formas de pobreza y ateísmo no deben atemorizarnos. La palabra
del Señor sigue resonando en nuestro interior: “No se turbe su corazón y no tengan
miedo” (Jn 14, 27). El Espíritu del Señor, primer actor en la misión de la Iglesia,
convierte estos mismos fenómenos en oportunidades para una nueva evangelización. El
reclamo y el anhelo de una sociedad justa, fraterna, solidaria, generadora de paz
se hace realidad cuando vivimos la novedad del Evangelio.
Nuestro compromiso:
servir a la Iglesia y a la Patria.
5.- Con esta reunión concluye un período
de proyectos y servicios de los obispos de México a la Iglesia y a la patria. Agradecemos
al Señor la comunión fraterna, la colegialidad apostólica y la estrecha amistad en
Cristo que reina entre nosotros. Agradecemos al Señor la buena colaboración y participación
de todos. En tres documentos nos hemos querido comprometer y ofrecer orientaciones
para que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna. Y al conmemorar nuestra historia
desde la fe aportar lo que nos corresponde en la construcción del futuro común de
nuestra patria. Queremos evangelizar educando y educar evangelizando para que surja
una nueva sociedad más justa, solidaria y fraterna.
En la elección que
ahora realizamos renovamos nuestro compromiso de continuar sirviendo a la Iglesia
y a la Patria con la mayor docilidad al Espíritu del Señor y lo mejor de nuestro esfuerzo.
Que
nuestra Madre, la Virgen Santísima de Guadalupe, mujer dichosa por haber creído y
estrella de la evangelización, sea modelo e inspiración para todos los que sentimos
el llamado del Señor a renovar nuestra fe y a compartirla con alegría y espíritu misionero
a todo hombre y a toda mujer, especialmente los más alejados.
Cuautitlán
Izcalli, 15 de noviembre del 2012
Por los Obispos de México
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Carlos Aguiar Retes + Víctor René Rodríguez
Gómez Arzobispo de Tlalnepantla Obispo Electo
de Valle de Chalco Presidente de la CEM
Secretario General de la CEM