Llevar el amor de Cristo al mundo: Benedicto XVI y los jóvenes
(RV).- En España, con una
concelebración presidida por el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos,
el cardenal Stanislaw Rilko, se clausuró el pasado domingo en Valencia el Congreso
Nacional de Pastoral Juvenil, en el que el purpurado presentó una ponencia titulada,
«La pastoral de los jóvenes ante la emergencia educativa hodierna: el magisterio de
Benedicto XVI»
El Congreso Nacional de Pastoral de la juventud, organizado
por la Conferencia Episcopal Española, estaba dirigido a los animadores, catequistas,
formadores y monitores de pastoral juvenil en España, bajo el lema “También vosotros
daréis testimonio” (Jn 15,27), inspirándose en la Jornada Mundial de la Juventud de
Madrid, que Benedicto XVI clausuró el 21 de agosto de 2011, en el curso de una multitudinaria
ceremonia eucarística, que reunió a dos millones de jóvenes peregrinos llegados de
todo el mundo.
Y en el rezo del Ángelus, Benedicto XVI invitó a los jóvenes
a regresar a sus países como testimonio de vida cristiana, haciendo que la Iglesia
viva en el corazón de muchos y pidiéndoles que sean portadores del afecto del Papa,
en particular a los más desfavorecidos:
«Os invito a que deis un audaz
testimonio de vida cristiana ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos
y haréis que la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos. “¡Cuánto
he pensado en estos días en aquellos jóvenes que aguardan vuestro regreso! Transmitidles
mi afecto en particular a los más desfavorecidos, y también a vuestras familias y
a las comunidades de vida cristiana a las que pertenecéis».
Y también ese
día, el Santo Padre anunció como sede de la próxima JMJ, la ciudad brasileña de Río
de Janeiro, en 2013 y alentó a los jóvenes a llevar el amor de Cristo al mundo entero,
como mensajeros de la alegría de la fe:
«Queridos amigos, antes de despedirnos,
y a la vez que los jóvenes de España entregan a los de Brasil la cruz de las Jornadas
Mundiales de la Juventud, como Sucesor de Pedro, confío a todos los aquí presentes
este gran cometido: Llevad el conocimiento y el amor de Cristo por todo el mundo.
Él quiere que seáis sus apóstoles en el siglo veintiuno y los mensajeros de su alegría.
¡No lo defraudéis! Muchas gracias»