Fieles difuntos: “solo quien reconoce una gran esperanza en la muerte, puede también
vivir una vida con esperanza”.
(RV).-(audio) Tras celebrar ayer la
solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia nos invita a conmemorar hoy a todos los
fieles difuntos y a dirigir nuestro pensamiento hacia tantos rostros que nos han precedido
y que han concluido el camino terrenal. Como es tradicional en la Conmemoración de
Todos los fieles Difuntos, Benedicto XVI se trasladará, a las seis de esta tarde a
las Grutas de la Basílica Vaticana, para rezar por los Pontífices, que han desarrollado
el servicio de pastores de la Iglesia universal y cuyos restos mortales descansan
junto a la tumba de Pedro.
En el Ángelus de ayer en plaza de san Pedro, el
Papa recordó “en los santos vemos la victoria del amor sobre el egoísmo y sobre la
muerte: vemos que seguir a Cristo lleva a la vida, a la vida eterna, y da sentido
al presente, a cada instante que pasa, porque lo llena de amor, de esperanza”.
Sólo
la fe en la vida eterna nos hace amar verdaderamente la historia y el presente, pero
sin ataduras, en la libertad del peregrino, que ama la tierra porque tiene el corazón
en el Cielo. Que la Virgen María nos obtenga la gracia de creer fuertemente en la
vida eterna y de sentirnos en verdadera comunión con nuestros queridos difuntos.
En
la conmemoración de Todos los difuntos se hace más tangible la realidad de la muerte,
que “para nosotros los cristianos está iluminada por la Resurrección de Cristo y que
nos invita a renovar nuestra fe en la vida eterna”. Es por ello que en estos días,
se acude a los cementerios para rezar por los seres queridos que nos han dejado. “Es
casi como ir a visitarlos para expresarles, una vez más, nuestro cariño, para percibir
que todavía los tenemos cerca”, decía Benedicto XVI el año pasado, recordando también,
de este modo, que en el Credo, en la comunión de los santos, “hay un vínculo estrecho
entre nosotros, que caminamos aún en esta tierra, y tantos hermanos y hermanas que
ya alcanzaron la eternidad”.
El hombre siempre ha tenido consideración con
los muertos. Y, aunque nuestra sociedad intenta eliminar por todos los medios incluso
el pensamiento sobre la muerte, nos preguntamos: ¿Por qué esto es así? La respuesta
es que la muerte atañe a todos, en cualquier tiempo y lugar. Ante un mundo positivista,
incapaz de abordar este misterio, estas celebraciones nos ayudan reconocer en la muerte
la gran esperanza, de que la vida del hombre no termina aquí, que su anhelo de eternidad
ha sido colmado por el Dios cuyo Hijo, muerto y resucitado por nosotros, venciendo
a la muerte nos ha abierto el camino a la vida eterna.
Y como es también tradicional,
tras la solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración de los Todos fieles difuntos,
Benedicto XVI presidirá, mañana sábado, 3 de noviembre, en el Altar de la Cátedra
de la Basílica de San Pedro, a las 11 y media de la mañana, la Santa Misa en sufragio
por los Cardenales y Obispos fallecidos en el curso de este año.
“La solemnidad
de todos los Santos y la Conmemoración de todos los fieles difuntos -recordaba el
Santo Padre hace un año- nos indican que solamente quien reconoce una gran esperanza
en la muerte, puede también vivir una vida a partir de la esperanza.
El hombre
tiene necesidad de eternidad, y cualquier otra esperanza para él es demasiado breve,
demasiado limitada. El hombre sólo tiene explicación si hay un Amor que supere todo
aislamiento, incluso el de la muerte, en una totalidad que trascienda también el espacio
y el tiempo. El hombre es explicable, encuentra su significado más profundo, sólo
si hay Dios. Y nosotros sabemos que Dios ha salido de su lejanía y se ha acercado,
y ha entrado en nuestras vidas y nos dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá
jamás » (Jn 11,25-26). (ER –RV)