(RV).- (audio) Ayer por la tarde,
después de la sesión del Sínodo, se presentó a los Padres sinodales la película "Las
campanas de Europa" sobre el tema de la relación entre cristianismo, cultura europea
y futuro del continente. La película presenta extractos de una serie de exclusivas
entrevistas originales con las principales personalidades cristianas, el Papa Benedicto
XVI, el patriarca ecuménico Bartolomé I, el Patriarca Kirill de Moscú, el arzobispo
de Canterbury, Rowan Williams, el ex presidente de la Federación de Iglesias evangélicas
en Alemania Huber y otras personalidades de la política y la cultura. El hilo conductor
de la película viene dado por el sonido de las campanas en diferentes rincones del
continente y por la fundición de una campana en la antigua fragua de Agnone. La banda
sonora es del famoso compositor estonio Arvo Pärt.
De la película, destaca
sobre todo la amplia e inédita entrevista al Papa. En primer lugar se le pregunta
al Pontífice sobre “las razones de su esperanza” respecto al mensaje evangélico que
se desprende de sus Encíclicas.
r. La primera razón de mi esperanza es
que el deseo de Dios, la búsqueda de Dios está profundamente escrito en cada alma
humana y no puede desaparecer. Por supuesto, durante algún tiempo, puede olvidarse
a Dios, apartarlo, pero Dios nunca desaparece. Es muy cierto lo que dice San Agustín,
que nosotros, los hombres estamos inquietos hasta que encontramos a Dios. Esta preocupación
también existe en la actualidad. Y la esperanza es que el hombre de nuevo hoy, se
ponga en camino hacia Dios.
La segunda razón de mi esperanza es que el Evangelio
de Jesucristo, la fe en Cristo es simplemente verdad. Y la verdad no envejece. También
se puede olvidar por un tiempo, pero la verdad como tal no desaparece. Las ideologías
tienen un tiempo limitado, en cambio, el Evangelio es verdadero, y por lo tanto nunca
se desgasta. Y por esta razón, estoy convencido de que también hay una nueva primavera
del cristianismo.
Una tercera razón empírica la observamos en la preocupación
e inquietud que tiene la juventud actual. Los jóvenes han visto muchas cosas: ideologías,
consumismo, pero de todo ello perciben sólo el vacío, su fracaso. El hombre ha sido
creado para el infinito. Por eso todo lo finito es demasiado poco. Y así vemos cómo,
en las generaciones más jóvenes, esta ansiedad se despierta de nuevo en ellos y se
ponen en camino. El cristianismo no tiene un bajo costo, un precio reducido, sino
que es radical y profundo. Por lo tanto, me parece que la antropología, como tal,
nos muestra que siempre habrá “nuevos despertares del cristianismo” y los hechos lo
confirman con una palabra: cimentación profunda. Es el cristianismo. La verdad siempre
tiene un futuro.
p. Santidad, usted ha declarado en repetidas ocasiones
que Europa ha tenido y sigue teniendo una influencia cultural sobre todo el género
humano y no puede dejar de sentirse particularmente responsable, no sólo de su futuro,
sino también el de toda la humanidad . ¿De cara al futuro, es posible delinear los
contornos del testimonio visible de los católicos y cristianos de las Iglesias ortodoxas
y protestantes de Europa, no sólo custodiando la conservación del patrimonio cultural
y espiritual que los distingue, sino también el compromiso de buscar nuevas formas
para enfrentar los grandes desafíos que marcan nuestra época?
r. Esta es
una gran cuestión. Está claro que Europa también tiene un peso importante en el mundo
de hoy, ya sea económico, cultural e intelectual. Y, en este peso, tiene una gran
responsabilidad. Sin embargo, Europa debe encontrar todavía su plena identidad para
poder hablar y actuar de acuerdo con sus responsabilidades. El problema hoy en día
ya no son las diferencias nacionales, que representan un tesoro de la diversidad humana
y dan luz a una gran sinfonía de culturas. Son básicamente una cultura común. El problema
de Europa en busca de su identidad consiste en el hecho de que Europa hoy tiene dos
almas.
Un alma, es la razón abstracta, anti-histórica, que intenta dominarlo
todo porque se siente por encima de todas las culturas. Es una razón que tiene la
intención de emanciparse de todas las tradiciones y los valores culturales en favor
de una racionalidad abstracta. La primera sentencia de Estrasburgo sobre el crucifijo
es un ejemplo de esta razón abstracta que quiere liberarse de todas las tradiciones,
de la historia misma. Pero así no se puede vivir.
La otra alma, es la que llamamos
cristiana, que está abierta a todo lo que es razonable, que ella misma ha creado la
audacia de la razón y de la libertad de una razón crítica, pero que sigue anclada
a las raíces que dieron origen a esta Europa, que construyeron en los grandes valores,
en las grandes intuiciones, en la visión de la fe cristiana. Especialmente en el diálogo
ecuménico entre Iglesia católica, ortodoxa, protestante, esta alma debe encontrar
una expresión común y luego debe reunirse con esta razón abstracta, es decir, aceptar
y conservar la libertad crítica de la razón respecto a todo lo que puede hacer e hizo,
pero practicarla, concretizarla en el fundamento, en cohesión con los grandes valores
que nos dio el cristianismo. Sólo de esta síntesis Europa puede tener su peso
en el diálogo intercultural de la humanidad de hoy y de mañana, porque una razón que
se ha liberado de todas las culturas, no puede entrar en un diálogo intercultural.
Sólo una razón que tiene una identidad histórica y moral puede encontrar una unidad
fundamental de los valores. Valores que pueden abrir los caminos hacia el futuro,
a un humanismo nuevo, el cual debe ser nuestro objetivo. Y para nosotros este humanismo
crece de la gran idea del hombre a imagen y semejanza de Dios. (ER –RV)