Sínodo: Una primavera cristiana en los países árabes para que haya más libertad y
paz
(RV).- Descanso dominical, hoy, en el Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización.
El trabajo se reanudará mañana, con la continuación del debate general. Ayer por la
tarde, la Asamblea de los Obispos afrontó el tema de la presencia de los cristianos
en los países árabes, solicitando el inicio de una "primavera cristiana" que ayude
a la consecución de la libertad y de la paz.
Una "primavera del cristianismo"
que contribuya, gracias a la nueva evangelización, al desarrollo de una verdadera
"primavera árabe" de democracia, libertad, justicia y paz en contra de todas las formas
de violencia y supresión de los derechos. "Esta es la esperanza del Sínodo para Oriente
Medio y para países - como Irak, Egipto y Siria - donde hay una agresión injustificada
contra los cristianos. Son actos, dicen los obispos, que deforman el rostro del Islam
moderado”.
De ahí surgió la invitación a promover el diálogo interreligioso,
especialmente con el testimonio de la vida cotidiana. Porque, como se observó en el
Sínodo “basta un día para ser musulmán y luego es difícil renunciar a esta religión”;
y en cambio un curso de catecismo dura tres años, pero “los bautizados fácilmente
se olvidan de la Iglesia Católica, tal vez porque su fe es emocional y superficial”.
Los
padres sinodales en la décima Congregación insistieron en dar más confianza a los
jóvenes de la Iglesia, como nuevos agentes de evangelización, especialmente entre
sus coetáneos. Para ello es central dar apoyo a la familia, verdadera Iglesia doméstica:
quien tiene hijos, tiene esperanza, dicen los obispos, mientras que Europa, por ejemplo,
con su natalidad en declive, parece haber contraído el virus del miedo del futuro
En
la misma línea, la Asamblea episcopal apreció la labor de las comunidades eclesiales
de base y los catequistas, considerados esenciales para la nueva evangelización, sobre
todo en lugares donde faltan sacerdotes. Para ellos, el Sínodo pide mejores condiciones
de trabajo, un ministerio estable en la Iglesia y una mayor apreciación de su obra.
El Sínodo habló también de las parejas divorciadas que a menudo se sienten incomprendidas
y excluidas. Debemos recordar, sin embargo, dicen los obispos, que están siempre en
el corazón de la Iglesia.
Por último, la Asamblea sinodal debatió sobre el
vínculo entre fe y caridad, diciendo que deberían ir de la mano: sólo así, de hecho,
la fe no será algo abstracto y la caridad no será mera filantropía. (ER –RV)