(RV).- Esta mañana, ante la presencia de Benedicto XVI, durante la 1ª Congregación
General de los Padres Sinodales, el Presidente Delegado, el Cardenal chino John Tong
Hon, obispo de Hong Kong dirigió su saludo a los participantes, mientras Mons. Nikola
Eterovic, Secretario General del Sínodo, ofreció la Relación anterior a la discusión.
Dirigiéndose
al Santo Padre, el Cardenal Tong Hon, se hizo intérprete de los saludos afectuosos
y profunda gratitud de todos los Padres Sinodales y demás participantes por su invitación
a esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Y destacó que “la nueva evangelización
para la transmisión de la fe cristiana” es realmente un tema urgente, porque mucha
gente en el mundo aún no conoce a nuestro Señor Jesucristo, y muchos de los bautizados
han abandonado la práctica de su fe.
Asimismo el Purpurado recordó que hace
ya cincuenta años, el Concilio Vaticano II los animaba “a echar las redes”, mientras
hoy, de un modo similar, es necesario tomar como modelo de evangelización a la comunidad
de la Iglesia primitiva; puesto que sus miembros “poseían tres cualidades que pueden
expresarse en tres palabras griegas: didache, que significa “doctrina”; koinonia,
que quiere decir “comunión a distintos niveles” y diakonia, que se traduce como “servicio”.
Tres cualidades que –como dijo el Cardenal Tong Hon– se han manifestado en Hong Kong,
Macao y el territorio chino.
En efecto, el Presidente Delegado explicó que
en Hong Kong –antes de devolver la soberanía de la ciudad a China en 1997– muchas
familias se enfrentaron a la crisis causada por el miedo a vivir bajo el régimen comunista.
Y recordó que el término “crisis” en chino está formado por dos caracteres que significan:
“peligro” y “oportunidad”. Por esto –prosiguió– “al enfrentarse a la crisis de la
inseguridad, incluso los católicos no practicantes volvieron a la Iglesia en busca
de apoyo espiritual. Y muchos fieles participaron en la catequesis, en cursos bíblicos
y teológicos para profundizar su fe y ser evangelizadores”.
Además, el Cardenal
Tong Hon recordó que hoy su diócesis tiene más de mil catequistas voluntarios bien
formados y que este año, más de trescientos adultos recibirán el bautismo en la Vigilia
Pascual. En cuanto a la diócesis vecina de Macao, el Purpurado dijo que ha hecho esfuerzos
similares y ha visto aumentar el número de bautizados en años recientes.
De
su recuerdo personal el Presidente Delegado ofreció la experiencia de evangelización
de un párroco rural del norte de China que tras de orar mucho decidió dividir a los
parroquianos en dos grupos con misiones diferentes. Encomendó a los bautizados recientes
la misión de llevar a sus amigos no católicos y familiares a la catequesis y a los
católicos de hace tiempo les encomendó la misión de enseñar el catecismo a los catecúmenos.
Como resultado, dijo, este párroco fue testigo de más de mil bautismos en un año.
Y concluyó destacando que entre las características de la “doctrina”, “comunión”
y “servicio” –tal como están ejemplificadas en la Iglesia primitiva– a su juicio la
más importante es la primera, porque Dios trabaja a través de ellos como sus testigos.
Por esta razón, y teniendo en cuenta que la cultura dominante es materialista, con
el consiguiente problema de muchos católicos alejados de la Iglesia, es necesario
“ser testigos fervientes de nuestra fe”. También debemos prestar atención a nuestros
jóvenes –dijo– tal como lo recuerda el Santo Padre, porque el plan salvífico de Dios
es increíble a la vez que manifestó su seguridad de que “con fe, esperanza y amor
tendremos éxito en nuestra misión evangelizadora”.
Por su parte, en su relación
anterior a la discusión, Mons. Nikola Eterovic, Secretario General del Sínodo, ofreció
algunos puntos que contribuirán a focalizar el debate en el Aula Sinodal y a proporcionar
temas de reflexión, teniendo en cuenta que cada uno de los participantes ha llegado
con una preparación basada en su ministerio pastoral y alimentada por el trabajo de
la misma Secretaría, que ha producido en primer lugar las Líneas de Orientación con
las sugerencias y las propuestas de las Conferencias Episcopales, de los Sínodos de
las Iglesias Católicas sui iuris, de los Dicasterios de la Curia Romana, de
los obispos sin conferencia episcopal y de la Unión de los Superiores Generales, sin
olvidar las observaciones de algunos obispos, mujeres y hombres de vida consagrada,
así como laicos, movimientos y organizaciones eclesiales.
Durante su presentación,
refiriéndose también al Documento de trabajo observó siete puntos, a saber: “Qué y
a Quién proclamamos la Palabra de Dios”; “Recursos recientes para ayudarnos en nuestra
tarea”; “Circunstancias especiales de nuestro tiempo que hacen necesario este Sínodo”;
“Elementos de la Nueva Evangelización”; “Fundamentos teológicos para la Nueva Evangelización”;
“Cualidades de los nuevos evangelizadores” y, por último, “Carismas de la Iglesia
de hoy que asisten en la tarea de la Nueva Evangelización”.
Para comenzar a
responder a la llamada del Santo Padre en este Sínodo al estudio de la Nueva Evangelización
–dijo Mons. Nikola Eterovic– es oportuno indicar que lo que tienen por delante es
una misión cuádruple en la que: “reafirmar la naturaleza existencial de la evangelización”;
“observar las bases teológicas de la Nueva Evangelización”; “animar las muchas manifestaciones
actuales de la Nueva Evangelización” y “proponer modos concretos con los que la Nueva
Evangelización pueda ser estimulada, estructurada y llevada a cabo”.
Como por
ejemplo –afirmó– en las parroquias, en los programas de pastoral universitaria, en
las organizaciones de profesionales, en las capellanías de distintos grupos, incluidos
los militares, en los servicios de asistencia sanitaria y social, con el apoyo de
jóvenes profesionales de todos los campos, para que se puedan descubrir como instrumentos
de actividad evangelizadora de la Iglesia.
Además, dada la importancia de
la política, que es reflejo de la libertad y dignidad humana y del orden moral natural
–dijo– “deberíamos tener muy en cuenta en nuestras observaciones prácticas a la generación
de quienes en el futuro se dedicarán a la vida política”, para que de las deliberaciones
sobre la situación actual que la Iglesia debe afrontar hoy, pueda surgir la afirmación
de su esencial llamada a la evangelización, el reconocimiento de muchos factores e
instrumentos de renovación y la presentación de una guía práctica junto a un estímulo.
Como
explicó el Secretario General del Sínodo la Nueva Evangelización no es un programa.
Sino que se trata “de un modo de pensar, de ver y de actuar”. Es como “una lente a
través de la cual vemos las oportunidades de proclamar de nuevo el Evangelio”. Y es
también “un signo de que el Espíritu Santo sigue trabajando activamente en la Iglesia”.
En el centro de la Nueva Evangelización –afirmó– está la “renovada propuesta del
encuentro con el Señor Resucitado, su Evangelio y su Iglesia a quienes ya no encuentran
atractivo el mensaje de la Iglesia”.
Por eso manifestó que hay como tres fases
distintas aunque conectadas entre sí y que se resumen en “la renovación y profundización
de nuestra fe tanto a nivel intelectual como afectivo”; “una nueva confianza en la
verdad de nuestra fe” y “la voluntad de compartirla con los demás”, tal como se lee
en el Documento de trabajo. La Nueva Evangelización –prosiguió– “comienza con cada
uno de nosotros en el compromiso de renovar una vez más nuestra comprensión de la
fe haciendo que sea, cada vez más, parte de nosotros, abrazando con energía y con
alegría el mensaje evangélico y poniéndolo en práctica en la vida cotidiana”.
También
destacó que después del compromiso para renovar el reconocimiento de la fe, nace una
nueva confianza en la verdad de su mensaje, si bien durante mucho tiempo, han visto
esta confianza “erosionada y reemplazada por un sistema de valores laicos que, en
las últimas décadas, se ha impuesto como estilo de vida superior y mejor con respecto
al que fue propuesto por Jesús, su Evangelio y su Iglesia”. Porque en la cultura educativa
y teológica que refleja “la hermenéutica de la discontinuidad la visión del Evangelio
ha sido oscurecida muchas veces, y una voz segura y confiada ha encontrado excusas
para todo aquello en lo que creemos”.
Este Sínodo –concluyó el Secretario General–
tiene que ser un reclamo para que toda la Iglesia mire la vida y la realidad a través
de la lente de la Nueva Evangelización de una forma que resalte que muchas iniciativas
ya están en marcha y que muchos fieles ya están familiarizados con los aspectos de
las mismas, aunque no siempre se definan con el nombre de Nueva Evangelización. Ahora
que comenzamos nuestro trabajo, tenemos todos los motivos para hacerlo “con optimismo
y entusiasmo”, porque las simientes de la Nueva Evangelización sembradas durante los
pontificados de Pablo VI, Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI están empezando a
brotar. Nuestra labor es encontrar el modo de cultivarla, incentivarla y acelerar
su crecimiento”.