Bajo la protección de María, Estrella de la nueva evangelización
Especial la Voz del Papa
(RV).- (Con audio) El pasado 7 de octubre,
XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, tras la solemne proclamación de san Juan de Ávila,
sacerdote español y de santa Hildegarda de Bingen, religiosa alemana, como Doctores
de la Iglesia Universal - faros luminosos para la nueva evangelización - Benedicto
XVI presidió la apertura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
El
Pontífice señaló en su homilía que “el crucifijo es por excelencia el signo distintivo
de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, llamada a la conversión y a
la reconciliación”.
Alentando, a impulsar el redescubrimiento de la fe que
ilumina de esperanza la vida de los hombres, con la nueva evangelización, el Santo
Padre reiteró la importancia del matrimonio y de la santidad, testimoniando y reconociendo
el amor de Dios que sale al encuentro de la debilidad humana.
La escuela de
María nos conduce a Cristo, centro vivo de nuestra fe. Al final de la solemne ceremonia
de esa mañana, el Papa dirigió el rezo mariano del ángelus, invitando a todos a orar
por los trabajos del recién inaugurado Sínodo de los Obispos.
“Pidamos al
Señor vivir cada día la liturgia, especialmente la eucaristía, como acción de Dios
en nosotros, y sintiéndonos parte de la Iglesia viva”. Palabras de Benedicto XVI durante
la catequesis de la Audiencia General del miércoles 3 de octubre dedicada a la liturgia,
“presencia viva del misterio pascual de Cristo”.
El jueves 4 de octubre, en
la fiesta del patrono de Italia, san Francisco de Asís, el Papa realizó una peregrinación
al Santuario de Loreto, para encomendar a la Virgen María “todas las dificultades
que vive nuestro mundo, en búsqueda de serenidad y de paz”, así como el Año de la
fe y el Sínodo de los obispos sobre la nueva Evangelización.