XVI centenario de "La Ciudad de Dios": Convenio Internacional
(RV).- La Curia Generalicia Agustiniana inició este 26 de septiembre un Convenio
Internacional para celebrar el 16º Centenario de la obra “De Civitate Dei”,
de san Agustín, que hasta el 29 de septiembre reúne a 150 estudiosos provenientes
de Estados Unidos, Alemania e Italia con el objetivo de estudiar la relación entre
el cristianismo y otras culturas. La sede donde se desarrolla este encuentro es el
Instituto Patrístico Agustinianum de Roma en colaboración con el Centro Agustiniano
de Wurzburgo, en Alemania y el Instituto Agustiniano de la Universidad de Villanova
en Pensilvania, Estados Unidos. El tema del simposio es ¿Conflicto o diálogo?, para
releer "De Civitate Dei", "La Ciudad de Dios", a la luz de la relación con
las nuevas culturas que con las invasiones bárbaras, entraban en contacto con el mundo
romano.
El Decano del Instituto Patrístico Agustinianum de Roma, el padre
Robert Dodaro, OSA, destaca que este Convenio nace de la intuición de los hermanos
agustinianos de los tres países participantes, con el objetivo de conmemorar los XVI
siglos transcurridos desde cuando san Agustín inició su obra “La Ciudad De Dios”,
pero también realizar una relectura del texto desde una perspectiva concreta que parte
de un interrogativo sobre si en esta obra se encuentra una apertura al diálogo intercultural
e interreligioso o acaso se encuentra únicamente una polémica, un conflicto, entre
cristianismo y otras religiones y culturas. Esta pregunta –explica el Deán del Agustinianum
de Roma, es el eje de este encuentro que permanece abierto al público y que está
siendo facilitado por el trabajo de intérpretes en las tres lenguas representadas.
Por su parte, el padre Vittorino Grossi, docente del Agustinianum de Roma,
y relator del convenio, nos ubica en la historia de esta Obra de san Agustín, cuando
recuerda que tras haber afrontado la polémica interna que la Iglesia mantenía con
los Donatistas, fue que Agustín escribió “La Ciudad de Dios”, afrontando una cuestión
que interesaba a todos los hombres y que era la confrontación con los pueblos bárbaros
que, en definitiva, ya estaban dentro de los confines del Imperio Romano. La polémica
–nos recuerda el estudioso- estaba dirigida contra aquellos que consideraban que
era necesario rechazar cualquier mezcla con los invasores. “De hecho la caída de Roma
en el año 410 acentuó una cuestión de fondo sobre el modo de relacionarse con los
bárbaros que agredían el Imperio. “Había un grupo consistente al que pertenecía también
san Ambrosio -aunque san Agustín en su obra no lo mencione- que quería que los bárbaros
fueran detenidos y rechazados. Agustín –prosigue en su explicación el padre Vittorino
Grossi- tal vez en su calidad de experto sociólogo, se percató de que hacer esto ya
no era posible y que en cambio era necesario encontrar la convivencia. De este modo
en su obra “La Ciudad de Dios”, en los veintidós tomos que la componen, Agustín no
habla ni de bárbaros, ni de romanos o de cristianos, sino que habla de todos los hombres
que ante sí, solamente tienen dos perspectivas: la primera es una ciudad cimentada
en el egoísmo humano, pero destinada a disolverse, y la segunda es la de una ciudad
fundada en el amor de Dios, y por lo tanto en el amor de los hombres, destinada a
sobrevivir eternamente. San Agustín dedica el decimocuarto libro de “La Ciudad de
Dios” a las pasiones de los hombres y, en estas páginas, presenta al mundo occidental
una nueva antropología apta a iniciar un diálogo de convivencia con el mundo de los
considerados bárbaros. Agustín -añade el padre Vittorino Grossi- observa que las pasiones
de los hombres son iguales, trátese de romanos, bárbaros o cristianos, porque todos
ellos tienen una pasión en común, que es la misma pasión de todos los hombres: propender
a un mismo fin que es Dios. De ahí que se haga necesario ayudar a la humanidad a tomar
conciencia”, concluye.
San Agustín, Obispo de Hipona (354 – 430) es el Padre
espiritual de la Orden de San Agustín, fundada en el año 1244 para vivir y promover
el espíritu de Comunidad, tal como era vivido por las primeras comunidades cristianas.
Esta Orden de los Agustinos está constituida por hombres y mujeres que siguen las
enseñanzas de la Regla que profesan, y que es la de vivir juntos en armonía, con una
sola alma y un solo corazón propendiendo hacia Dios. Los Agustinos son cristianos
que, atraídos por el ejemplo y la enseñanza de san Agustín, caminan juntos para edificar
la su casa en Cristo y servir al Pueblo de Dios. (Patricia L. Jáuregui Romero
– Radio Vaticano) Fuente: Curia Generalicia Agustiniana