(RV).-Destacando la figura del Card. Martini, gran evangelizador y testimonio de
la Palabra de Dios, afianzado en san Ignacio de Loyola, el director de la Oficina
de Prensa de la Santa Sede y de nuestra Emisora, el Padre Federico Lombardi señala
el importante legado que deja:
«La muerte
del cardenal Carlo María Martini suscita profunda emoción más allá de los confines
de la gran Archidiócesis de Milán, que gobernó durante 22 años. En efecto, es un obispo
que con su palabra, sus numerosos escritos y sus innovadoras iniciativas pastorales
supo testimoniar y anunciar eficazmente la fe a los hombres de nuestro tiempo, mereciéndose
la estima y el respeto de los que están cerca y de los más lejanos, inspirando en
el ejercicio de su ministerio a numerosos hermanos en el episcopado, de tantas partes
del mundo.
La formación y la personalidad de Martini eran las de un jesuita
estudioso de la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios era el punto de partida y el
cimiento de su acercamiento a todo aspecto de la realidad y de toda intervención suya;
los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola la matriz de su espiritualidad
y de su pedagogía espiritual, de su relación continua, directa y concreta entre la
lectura de la Palabra de Dios y la vida, de su discernimiento espiritual y de su decisión
a la luz del Evangelio.
Fue una valiente intuición de Juan Pablo II poner la
riqueza cultural y espiritual de aquel que había sido hasta entonces un estudioso
- Rector del Bíblico y luego de la Gregoriana – al servicio del gobierno pastoral
de una de las diócesis más grandes del mundo. El suyo fue un estilo de gobierno característico.
En su reciente y último pequeño libro – ‘el Obispo’ – Martini escribe: ‘No piense
el obispo poder guiar eficazmente a la gente que le ha sido encomendada con la multiplicidad
de las prescripciones y decretos, con las prohibiciones y los juicios negativos. Busque,
más bien, la formación interior, el gusto y la fascinación de la Sagrada Escritura,
presente las motivaciones positivas de nuestro actuar según el Evangelio. Así obtendrá
mucho más que con rígidas llamadas a la observancia de las normas’. Es una herencia
preciosa, sobre la cual hay que reflexionar seriamente cuando buscamos los caminos
de la ‘nueva evangelización’».