2012-08-15 11:24:09

María comprendió que el don de Dios es un deber que compromete en favor de los demás


(RV).- Concluye mañana en Francia la tradicional peregrinación nacional a Lourdes con el lema “el Rosario camino del Evangelio, camino de la humanidad”, que reúne –desde el pasado 11 de agosto– a más de 10 mil personas.

En este contexto recordamos que hace ocho años, el beato Juan Pablo II, anciano y enfermo, con serias dificultades para hablar a causa del morbo de Parkinson, realizaba su última peregrinación internacional de las 104 de su pontificado con una visita al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Fueron pocas horas, muy emocionantes, así como las palabras que pronunció en la homilía de la misa celebrada precisamente el 15 de agosto del año 2004, con sus meditaciones dedicadas a la vejez.

El Papa Wojtyla glosaba el evangelio de san Lucas en que se lee que "en aquellos días, María se puso en camino hacia la región montañosa..." (Lc 1, 39), y afirmaba que las palabras de este relato evangélico nos hacen ver con los ojos del corazón a la joven de Nazaret en camino hacia la "ciudad de Judá" donde habitaba su prima, para prestarle sus servicios.

“En María –decía el beato Juan Pablo II– nos impresiona, ante todo, la atención, llena de ternura, hacia su prima anciana. Se trata de un amor concreto, que no se limita a palabras de comprensión, sino que se compromete personalmente en una asistencia auténtica. La Virgen no da a su prima simplemente algo de lo que le pertenece; se da a sí misma, sin pedir nada a cambio. Ha comprendido perfectamente que el don recibido de Dios, más que un privilegio, es un deber que la compromete en favor de los demás con la gratuidad propia del amor”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).







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