Ecuador: de cara al Año de la fe, encuentro nacional de Sacerdotes
(RV).- Del 6 al 9 de agosto los sacerdotes diocesanos de Ecuador celebraron el V Encuentro
Nacional para disertar sobre la labor evangelizadora del sacerdote de cara al quincuagésimo
aniversario del Concilio Vaticano II, y al Año de la Fe. Este encuentro que se celebró
en el Seminario Mayor “San Pedro” de Portoviejo, fue bendecido con la carta del prefecto
de la Congregación para el Clero, el cardenal Mauro Piacenza quien cita las palabras
del Santo Padre cuando escribe “sois aquellos que queréis manifestar la tensión interior
de vuestro ministerio para ser fieles totalmente a la misión encomendada por Cristo
en la porción de la Iglesia, que camina en Ecuador”.
Aludiendo a la temática
tratada, sobre la “misión evangelizadora del Presbítero en medio de la comunidad”,
recuerda que su misión no es otra que la de Cristo a la vez que destaca la importancia
de redescubrir el valor de la entrega sacerdotal, actualizar constantemente la vocación
recibida para poner en primer plano la fidelidad a los compromisos adquiridos el día
de la Ordenación.
Unido espiritualmente a este encuentro sacerdotal, monseñor
Piacenza hace hincapié sobre las modalidades de la entrega del sacerdote, su recorrido
y su finalidad poniendo en evidencia cuán necesaria sea la entrega total a Cristo,
y de su misiva citamos: “Seguían verdaderamente a Cristo no los que acudían alguna
vez para verle y escucharle, sino los que comprometieron su vida con Él. Por eso,
si es cierto que amamos a Cristo, nuestra relación con Él debe ser radical y, así,
debe brotar nuestra disponibilidad a una radicalidad”.
El amor primero
e incondicional a Cristo es otra característica. En efecto, leemos de la carta de
Mons. Piacenza: “si se ama de verdad a Cristo y Él pide toda la vida se está llamado
a entregar toda la vida”, para añadir que en ocasiones, lo que falta es exactamente
esta radicalidad en la relación con Cristo, la percepción en cada cual de la decisión
radical de seguirle. Decisión Radical significa concebir todo el propio yo, la propia
vida, en referencia a Cristo; consiste en tener la clara conciencia y percepción de
que, cuando decimos “yo”, este “yo” es Cristo.
Sobre la condición de pastor
de los sacerdotes, recuerda que es capital no olvidar que ser investidos de esta gran
responsabilidad no puede depender de méritos personales. Ser pastores no vuelve a
los sacerdotes justos a los ojos de Dios, sino más necesitados aún de su infinita
misericordia.
Refiriéndose al tema que durante estos tres días han abordado
los sacerdotes diocesanos de ecuador, a saber, el sínodo de los Obispos, convocado
para el mes de octubre, que dará vida al inicio del Año de la Fe; el prefecto de
la Congregación para el clero, destaca que la “nueva evangelización” convoca a cada
uno de los sacerdotes a un compromiso constantemente renovado de apostolado y de
anuncio. El compromiso asumido en la ordenación sacerdotal es exactamente el de “ejercer
el ministerio de la palabra”, es decir, gastar la entera existencia en anunciar a
Jesucristo, Verbo encarnado, única respuesta auténtica del corazón humano.
Y
sobre el aspecto de ejercer el ministerio de la palabra añade que la solicitud del
sacerdote en el “servicio de la palabra” no puede limitarse sin más a algunos, especialmente
sensibles a esa dimensión: “Servir a la palabra es característica propia e irrenunciable
del ministerio presbiteral; constituye parte esencial del munus dacendi, recibido
del Espíritu en el sacramento del Orden.
Mons. Piacenza hace particular
énfasis en que pese a no quedar vinculados por un solemne voto, los ordenados pronuncian
la “promesa” de “filial respeto y obediencia” respecto al propio Ordinario y a sus
sucesores, y observa que en una época como la nuestra parece cada vez más incomprensible
esta promesa de obediencia: “No es extraño que se conciba como una disminución de
la dignidad y de la libertad humanas, como un persistir en formas obsoletas, típicas
de una sociedad incapaz de auténtica emancipación”, escribe.
Explica que
el sacerdote, que en realidad vive la auténtica obediencia, sabe que no es así: “Jamás
la obediencia en la Iglesia es contraria a la dignidad y al respeto de la persona;
jamás debe concebirse como una sustracción de responsabilidad o como una alienación”.
La
misiva del prefecto de la Congregación para el clero el cardenal Mauro Piacenza concluye
con un vivo agradecimiento a los sacerdotes de Ecuador que celebraron su V Encuentro
Nacional de diocesanos, y así concluye: “el Señor quiere bendecir de nuevo a su Iglesia
con el renovado valor del último Concilio y lo quiere hacer un una vivencia eficaz
por medio de la fuerza de la fe que llevará ciertamente a una nueva evangelización.
El Año de la Fe, tiempo de gracia en la fuerza de fidelidad nos abrirá las puertas
de la beatitud, teniendo presente la respuesta del “sí” de la Virgen quien, por su
fidelidad comprometida, fue saludada con la bienaventuranza de la fe. Ella nos espera”
. (Patricia L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano)