Superar cerrazones y miedos para abrirse al encuentro con los otros
(RV).- En Hiroshima, prosigue la visita de Mons. Pier Luigi Celata, secretario emérito
del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, quien este domingo al inicio
de la Misa pronunció un discurso por la paz que tuvo lugar en la Catedral de la ciudad.
Recordando
a las víctimas del horrible holocausto de hace 67 años en Hiroshima el prelado afirmó
que: “con vuestro coraje y vuestra firme determinación, habéis como transfigurado
aquella página profundamente oscura de la historia de la humanidad, haciéndola un
punto luminoso de referencia, en el cual se alimentan la confianza y la esperanza
por un mundo mejor. Fe y esperanza son necesarias para cada ser humano y la entera
sociedad, como el aire para respirar”.
El prelado, en este contexto, exhortó
a superar cerrazones y miedos para abrirse al encuentro con los otros, incluso con
aquellos que son distintos, reconociéndonos todos miembros de una única familia humana
con un destino común. Por lo tanto -agregó- estamos llamados a aceptarnos y a respetarnos
recíprocamente: en la sacralizad de la vida, en las elecciones de consciencia, sobre
todo en materia religiosa y en la dignidad de cada persona. Estamos llamados a unir
nuestras energías espirituales y materiales para colaborar en la edificación de una
sociedad más justa y solidaria, que pueda convivir en paz y armonía.
Sabemos
que en el corazón de cada ser humano y entre los pueblos -dijo Mons. Celata- anida
la tentación del egoísmo, de la opresión de dominio, del acumulamiento de los bienes
-a menudo- a través del engaño, la violencia y la guerra. Todos, creyentes en Dios
y personas de buena voluntad, tenemos que reaccionar a esta tentación poniéndonos
al servicio de la paz, sostenidos por los valores espirituales de nuestras tradiciones.
El
secretario emérito del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, continuó
su discurso afirmando que la fe en Jesucristo, muerto y resucitado, por amor de todos
nosotros, nos libera de la esclavitud del pecado y nos hace capaces de amarnos los
unos a los otros como Él nos ha amado. Jesús -agregó- nos reconcilia con el Padre
y entre nosotros.
Monseñor Celata, finalizó su discurso diciendo: “Jesús es
nuestra paz; Jesús nos dona la verdadera paz; Jesús nos invita a edificar la paz.
Solamente así podremos obtener la bienaventuranza que Él nos promete: “Bienaventurados
los constructores de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9) (RV-CA)