El Yad Vashem recuerda el valor del arzobispo Sliège
(RV).- En la vigilia del setenta aniversario de la redada del Velódromo de invierno
-la rafle du Vél d’hiv-, ocurrido el 16 y 17 de julio de 1942 en Francia durante la
segunda guerra mundial que conmemora la brutal detención de 13 mil judíos parisinos,
entre ellos 4 mil niños que fueron deportados a los campos de concentración nazi;
el Yad Vashem de Jerusalén añadió una incisión sobre la Medalla de los Justos que
había sido entregada en 1970, en modo póstumo, a la familia del arzobispo de Tolosa,
el cardenal Jules-Gérard Saliège, por su obra a favor del pueblo judío en Francia,
durante este terrible periodo en el que la policía francesa tomo parte con nueve mil
gendarmes en la operación.
En agosto de 1942, el purpurado francés se levantó
en defensa de los judíos apoyado por sus hermanos cristianaos haciendo pública una
célebre carta pastoral mediante la que se recordaba que no podían olvidar que “todos
los judíos son nuestros hermanos”. El régimen de Vichy, prohibiendo la publicación
de aquella carta en realidad contribuyó para su difusión.
A tantos años de
distancia, este 13 de julio el Museo de la Legión de Honor de París, por iniciativa
del general jean Louis Georgelin y de Anne de Chefdebien, curadora del museo, rindió
homenaje al arzobispo de Tolosa exponiendo la Medalla de los Justos, junto con la
Cruz de la liberación y la medalla de la legión de honor del cardenal. Reunir las
tres condecoraciones constituye un proyecto único porque no existe en el mundo otro
museo que cuente con la exposición de una Medalla de los Justos entre las Naciones.
Se
trata de un homenaje extraordinario que se añade a las investigaciones efectuadas
por Sylvie Berney en su obra La Iglesia de Francia ante la persecución de los judíos
1940 – 1944. Estas investigaciones se fundan sobre numerosos documentos inéditos –fondos
de congregaciones religiosas, correspondencias privadas, archivos episcopales, entre
ellos las notas personales del cardenal Emmanuel Suhard, arzobispo de París durante
la ocupación que revela que estas tomas de posición no fueron el fruto, como muchas
veces se presenta hoy, de la iniciativa individual de un obispo, sino una concertación
de fuerzas al interno del episcopado francés sobre la actitud que la Iglesia pensaba
mantener.
Más en general, esta investigación en los archivos diocesanos arroja
una nueva luz sobre la actitud del Pontífice Pío XII. De hecho a partir del año 1942,
en la zona libre, en el sur de Francia, monseñor Valerio Valeri, el nuncio apostólico,
por solicitud del mismo Papa, desempeñó un papel de primer plano en el poner en marcha
una estrategia colectiva. Sylvie Berney en su obra recuerda que las redes de la resistencia
judía desde aquel momento, se beneficiaron del apoyo de los católicos colaborando
con los institutos religiosos. Berney muestra también que esta colaboración no habría
podido realizarse sin el apoyo de los obispos franceses, que en aquella época insertaron
explícitamente el brindar asistencia a los judíos perseguidos entre los objetivos
de la congregación de sus diócesis.
Es en el marco de esta estrategia colectiva
que emerge la acción de grandes figuras heroicas de la Iglesia francesa, como aquella
del cardenal Saliège. Y es a su valor profético que el Yad Vashem le ha rendido homenaje
haciendo incidir en el reverso de la medalla de los Justos la fórmula del Talmud que
reza “Quien salva una vida salva a la humanidad”. (PLJR)