(RV).- Benedicto XVI recibió el miércoles 11 de julio en Castelgandolfo a Giorgio
Napolitano, Presidente de la República Italiana, con su esposa. El Papa acogió al
mandatario en el Jardín del Moro, junto al Torreón donde mantuvieron un breve coloquio
y posaron para una foto de recuerdo. Luego, a las seis de la tarde, en el Patio del
Palacio Apostólico asistieron al concierto ofrecido por la West-Eastern Divan Orchestra,
bajo la dirección del Maestro Daniel Barenboim. La velada fue introducida por el Cardenal
Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura. Tras el concierto
el Santo Padre dirigió una breve alocución. Escuche lo que escuchó el Papa. Les
ofrecemos un extracto del concierto ofrecido a Benedicto XVI en Castelgandolfo: la
Sinfonía N. 5 en do menor de Ludwig van Beethoven. (Audio)
Palabras del
Papa al final del Concierto:
Señor Presidente, Venerables Hermanos, Gentiles
Señores y Señores,
hemos vivido un momento de escucha verdaderamente intenso
y enriquecedor para nuestro espíritu, y por este motivo damos gracias al Señor. Deseo
expresar vivo reconocimiento al Maestro Daniel Barenboim y a todos los músicos de
la West-Eastern Divan Orchestra, que durante su gira veraniega han querido gentilmente
ofrecerme este concierto, en el día de la fiesta de San Benito. Así me han permitido
no sólo gustar en vivo su excelente ejecución, sino además participar más directamente
de su itinerario, iniciado hace más o menos trece años precisamente por Ud., Maestro,
junto al llorado Señor Edward Said. Saludo cordialmente al Presidente de la República
Italiana, Honorable Giorgio Napolitano, al que agradezco por su presencia y por haber
alentado esta iniciativa. Y mi «gracias» va dirigido también al Cardenal Ravasi, que
ha introducido el concierto con tres bellas y significativas citaciones. Además de
las otras Autoridades, extiendo mi saludo a todos ustedes, queridos amigos.
Pueden
imaginar cuánto sea feliz de acoger una Orquesta como esta, que ha nacido de la convicción,
es más, de la experiencia que la música une a las personas, más allá de toda división;
porque la música es armonía de las diferencias, como ocurre cada vez que se inicia
un concierto, con el ‘rito’ de la afinación. De la multiplicidad de los timbres de
los diversos instrumentos, puede surgir una sin-fonía. Pero esto no ocurre ¡mágicamente,
ni automáticamente! Se realiza sólo gracias al empeño del Director y de cada músico
individualmente. Un empeño paciente, fatigoso, que requiere tiempo y sacrificios,
en el esfuerzo de escucharse recíprocamente, evitando protagonismos excesivos y privilegiando
el mejor resultado del conjunto.
Mientras expreso estos pensamientos, la mente
se dirige a la gran sinfonía de la paz entre los pueblos, que nunca se cumple del
todo. Mi generación, como también aquella de los padres del Maestro Barenboim, han
vivido la tragedia de la segunda guerra mundial y de la Shoah. Y es muy significativo
que Ud., Maestro, luego de haber alcanzado las cimas más altas para un músico, haya
querido dar vida a un proyecto como aquel de la West-Eastern Divan Orchestra: un grupo
en el que interpretan juntos músicos israelíes, palestinos y de otros Países árabes;
personas de religión judía, musulmana y cristiana. Los numerosos reconocimientos con
los cuales Ud. y esta Orquesta han sido distinguidos demuestran, al mismo tiempo,
la excelencia profesional y el compromiso ético y espiritual. Lo hemos percibido también
esta tarde, escuchando las Sinfonías Quinta y Sexta de Ludwig van Beethoven.
También
en esta elección, en esta combinación, podemos ver un significado interesante para
nosotros. Estas dos celebérrimas Sinfonías expresan dos aspectos de la vida: el drama
y la paz, la lucha del hombre contra el destino adverso y la inmersión tranquilizadora
en el ambiente bucólico. Beethoven trabajó en estas dos obras, en particular a su
conclusión, casi en contemporáneo. Tanto es así que fueron ejecutadas por primera
vez juntas – como en esta tarde – en el memorable concierto del 22 de diciembre de
1808, en Viena. El mensaje que hoy quisiera extraer es este: para alcanzar la paz
es necesario comprometerse, dejando de lado la violencia y las armas, comprometerse
con la conversión personal y comunitaria, con el dialogo, con la búsqueda paciente
de los posibles entendimientos.
Agradecemos pues de corazón al Maestro Barenboim
y a la West-Eastern Divan Orchestra por habernos dado testimonio de este camino. A
cada uno de ellos el augurio y la oración para que continúen sembrando por el mundo
la esperanza de la paz a través del lenguaje universal de la música.
¡Gracias
y buenas tardes a todos!
(Traduccion del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)