(RV).- Jesús ha venido a curar el corazón del hombre; a liberar al ser humano en su
totalidad, y pide la fe en Él, es el mensaje de Benedicto XVI que resonó en la Plaza
de san Pedro, minutos antes de la oración dominical mariana del ángelus, con multitud
de peregrinos presentes, más allá del sol y calor intenso romano.
No tengas
miedo, basta que tengas fe
A Jairo, un papá desesperado porque su hija
estaba enferma de muerte Jesús le dice: “No tengas miedo, basta que tengas fe”, recordó
el Papa a los peregrinos de lengua española, para afirmar que “gracias a la fe, Jesús
nos hace participar de su misma vida divina”.
Saludo del Papa en español: (Audio)
“Saludo
a los peregrinos de lengua española, en particular a los jóvenes de la Parroquia de
San Agustín de Guadalix. En el evangelio de hoy, Jesús le dice a Jairo: ‘No temas;
basta que tengas fe’, y tomando de la mano a su hija le devuelve la vida. Queridos
hermanos, gracias a la fe, Jesús nos hace participar en su misma vida divina. Que
este tiempo de vacaciones sea una oportunidad para fortalecer la fe, a través de la
oración y la caridad. Feliz domingo”.
Levántate por mí
Jesús
tomó de la mano a la hija de Jairo ya muerta y le dijo: “Niña, yo te lo digo, levántate”.
Explicando el evangelio del domingo 1 de julio, en italiano, Benedicto recordó a san
Jerónimo, que interpreta estas palabras de Jesús como un: “Levántate por mí” es decir,
no por tu mérito, sino por mi gracia. Y profundizó afirmando que: “De hecho el milagro
se desarrolla en dos fases: primero viene la curación física, pero ésta, está ligada
a la curación más profunda, aquella que da la gracia de Dios a quien se abre a Él
con fe”.
Estos dos relatos de curación son para nosotros una invitación a superar
una visión puramente horizontal y materialista de la vida... Lo que debemos pedir
con insistencia es una fe cada vez más firme para que el Señor renueve nuestra vida,
una firme confianza en su amor, en su providencia que no nos abandona.
(jesuita
Guillermo Ortiz – RV). Texto completo de la alocución del Santo Padre antes
del rezo del ángelus:
(Audio) Queridos hermanos
y hermanas: este domingo, el evangelista Marcos nos presenta el relato de dos curaciones
milagrosas que Jesús realiza en favor de dos mujeres: la hija de unos de los jefes
de la Sinagoga, llamado Jairo, y de una mujer que sufría de hemorragia (Cfr. Mc
5, 21-43). Son dos episodios en los que están presentes dos niveles de lectura; el
puramente físico: Jesús se inclina sobre el sufrimiento humano y cura el cuerpo; y
el espiritual: Jesús ha venido curar el corazón del hombre, a dar la salvación y pide
la fe en Él.
En efecto, en el primer episodio, ante la noticia de que la hijita
de Jairo ha muerto, Jesús dice al jefe de la Sinagoga: “¡No temas; solamente ten fe!”
(v. 36), lo lleva consigo hasta donde estaba la niña y exclama: “¡Muchacha, a ti te
digo, levántate”! (v. 41). Y ella se levantó y se puso a caminar. San Jerónimo comenta
estas palabras, subrayando el poder salvífico de Jesús: “Muchacha, levántate por mí:
no por mérito tuyo, sino por mi gracia. Levántate por tanto por mí: el hecho de ser
curada no ha dependido de tus virtudes” (Homilías sobre el Evangelio de Marcos,
3).
El segundo episodio, el de la mujer afectada por hemorragias, pone
nuevamente de manifiesto que Jesús ha venido para liberar al ser humano en su totalidad.
En efecto, el milagro se realiza en dos fases: primero se produce la curación física,
pero ésta está estrechamente ligada a la curación más profunda, la que dona la gracia
de Dios a quien se abre a Él con fe. Jesús dice a la mujer: “¡Hija, tu fe te ha salvado;
vete en paz y queda curada de tu enfermedad!” (Mc 5, 34).
Estos dos
relatos de curación son para nosotros una invitación a superar una visión puramente
horizontal y materialista de la vida. A Dios nosotros le pedimos tantas curaciones
de problemas, de necesidades concretas, y es justo, pero lo que le debemos pedir con
insistencia es una fe cada vez más firme, para que el Señor renueve nuestra vida,
y una firme confianza en su amor, en su providencia que no nos abandona.
Jesús
se hace atento al sufrimiento humano y nos hace pensar también en todos aquellos que
ayudan a los enfermos a llevar su cruz, en particular a los médicos, a los agentes
sanitarios y cuantos aseguran la asistencia religiosa en los nosocomios. Ellos son
“reservas de amor”, que llevan serenidad y esperanza a los que sufren.
En
la Encíclica Deus caritas est observaba que, en este precioso servicio, es
necesaria ante todo la competencia profesional – esta es una primera y fundamental
necesidad – pero esta sola no basta. Se trata, en efecto, de seres humanos, que tienen
necesidad de humanidad y de la atención del corazón. “Por eso, dichos agentes, además
de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una ‘formación del corazón’:
se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el
amor y abra su espíritu al otro” (n. 31).
Pidamos a la Virgen María que acompañe
nuestro camino de fe y nuestro empeño de amor concreto, especialmente hacia quien
tiene necesidad, mientras invocamos su materna intercesión por nuestros hermanos que
viven un sufrimiento en el cuerpo o en el espíritu.
Saludos del Papa
Después
del rezo a la Madre de Dios y del responso por los difuntos, Benedicto XVI hizo hincapié
- también en sus saludos en diversas lenguas - en el Evangelio de este domingo, que
nos impulsa a la caridad activa y espiritual. El Papa exhortó, en particular, en el
periodo de verano, a dedicar un tiempo para conocer a Dios, sabiendo dar testimonio
de su presencia entre nosotros y siendo portadores de su misericordia y de su ternura,
a cada persona que encontremos por el camino de la vida, sobre todo a los que sufren.
Que
«con el ejemplo de María, dejemos de lado nuestros miedos y dudas y demostremos con
alegría y honra nuestra fe» alentó también en francés el Santo Padre. En el milagro
con el que Jesús le devuelve la vida a la hija de Jairo – dijo luego el Papa en inglés
- podemos ver «una invitación a crecer en nuestra propia fe, afianzados en la promesa
del Señor de una vida abundante, rezando por todos aquellos que necesitan conocer
su amor».
En sus palabras en alemán, Benedicto XVI puso de relieve la luz sanadora
de Jesús y la belleza de reflejar en nuestra vida el amor evangélico y, en portugués,
alentó a dejar que Cristo sea el Señor de nuestra vida, implorando el amparo de la
Virgen María, en cada uno de nuestros pasos y compromisos cristianos.
Que
«siguiendo el ejemplo de María y de los primeros cristianos permanezcan siempre fieles,
testimoniando a Jesús, como reflejos del amor de Dios», deseó el Papa, en sus saludos
en esloveno, a un numeroso grupo de jóvenes del movimiento espiritual de la Obra,
para luego saludar a los peregrinos de Polonia, invitándolos a renovar en la oración
- en especial en el tiempo libre - el contacto con la creación, confiando en el amparo
maternal de María.
Este mediodía, Benedicto XVI concluyó sus palabras deseando
a todos mucha serenidad para el mes que empieza y para las vacaciones.
Ya,
a partir del próximo domingo, como se ha informado, Benedicto XVI dirigirá el rezo
del Ángelus dominical en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. Pues como es tradicional,
por estas fechas, el Santo Padre se trasladará, el próximo martes, por la tarde a
esta localidad lacial.
Recordamos que un Comunicado de la Prefectura de la
Casa Pontificia anuncia que, a partir del próximo martes, 3 de julio, el Santo Padre
Benedicto XVI se trasladará al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. Como es tradicional
durante el periodo de verano romano, todas las Audiencias privadas quedan suspendidas,
así como las audiencias generales quedan suspendidas a lo largo del mes de julio,
y se reanudarán el miércoles 1° agosto en Castel Gandolfo.
Mientras que los
domingos y solemnidades, durante todo el mismo periodo veraniego, el Papa dirigirá
el rezo mariano del Ángelus, en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.
(Traducción
de María Fernanda Bernasconi y Cecilia de Malak – RV).