El seguimiento de Jesús conduce a la nueva fraternidad
(RV).- El Santo Padre a mediodía tras la solemne celebración de la Eucaristía con
la imposición del Palio a los 43 nuevos arzobispos metropolitanos en la basílica vaticana
ha dirigido el rezo del Ángelus. El Papa ha calificado a San Padro y San Pablo “pilares
de la Iglesia naciente. Testigos de la fe, que han ampliado el Reino de Dios con sus
distintos dones, y han sellado con su sangre su predicación evangélica. "En el fecundo
itinerario espiritual y misionero de más de dos mil años se sitúa la entrega del Palio
a los Arzobispos Metropolitanos, que he cumplido esta mañana en la Basílica Vaticana"
.”Un ritual -ha dicho el Papa- que pone de relieve la íntima comunión de los Pastores
con el Sucesor de Pedro y el profundo vínculo que nos une a la tradición apostólica”.
El
Santo Padre después de la oración mariana ha saludado en distintas lenguas a los peregrinos
llegados de todos el mundo entre los que se encontraban muchos fieles provenientes
de los 5 países latinoamericanos llegados con sus arzobispos para la imposición del
palio.
Saludos del Papa en español (audio)
Traducción
completa del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
celebramos con
alegría la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, una fiesta que acompaña la historia
bimilenaria del pueblo cristiano. Se les llama pilares de la Iglesia naciente. Testigos
de la fe, que han ampliado el Reino de Dios con sus distintos dones y según el ejemplo
del Divino Maestro, han sellado con su sangre su predicación evangélica. Su martirio
es signo de la unidad de la Iglesia, como dice San Agustín: "Un solo día es consagrado
para la celebración de la fiesta de los dos apóstoles. Pero también ellos dos eran
una sola cosa. A pesar que su martirio tuvo lugar en días diferentes, eran una sola
cosa. Pedro fue en primero, Pablo le siguió"(Sermón 295, 8: PL 38, 1352).
Del
sacrificio de Pedro son signo elocuente la Basílica Vaticana y es Plaza, tan importantes
para el cristianismo. También del martirio de Pablo quedan significativos vestigios
en nuestra ciudad, en especial la basílica a él dedicada en la Via Ostiense. Roma
lleva inscrita en su historia los signos de la vida y de la muerte gloriosa del humilde
Pescador de Galilea y del Apóstol de los gentiles, que justamente ha elegido como
Protectores. Al recordar su testimonio luminoso, recordamos los inicios de la venerable
Iglesia que en Roma cree, reza y anuncia a Cristo Redentor. Pero los Santos Pedro
y Pablo no sólo brillan en el cielo de Roma, sino en los corazones de todos los creyentes
que, iluminados por sus enseñanzas y su ejemplo, en todo el mundo siguen el camino
de la fe, la esperanza y la caridad.
En este camino de salvación, la comunidad
cristiana, sostenida por la presencia del Espíritu del Dios vivo, se siente estimulada
a proseguir fuerte y serena en el camino de la fidelidad a Cristo y de la proclamación
de su Evangelio a los hombres de todos los tiempos. En este fecundo itinerario espiritual
y misionero se sitúa la entrega del Palio a los Arzobispos Metropolitanos, que he
cumplido esta mañana en la Basílica. Un ritual siempre elocuente, que pone de relieve
la íntima comunión de los Pastores con el Sucesor de Pedro y el profundo vínculo que
nos une a la tradición apostólica. Este es un tesoro doble de santidad, en el que
se funden la unidad y la catolicidad de la Iglesia: un tesoro precioso que debe ser
redescubierto y vivido con renovado entusiasmo y compromiso.
Queridos peregrinos,
llegados de todo el mundo! En este día de fiesta, oramos con las expresiones de la
Liturgia oriental: "¡Alabado sea Pedro y Pablo, estos dos grandes luces de la Iglesia
que brillan en el firmamento de la fe. En este clima, deseo dirigir un saludo especial
a la Delegación del Patriarcado de Constantinopla, que, como cada año, vino a tomar
parte en estas nuestras celebraciones tradicionales. La Virgen Santa lleve a todos
los creyentes en Cristo a la meta de la plena unidad! (ER RV)