(RV).- Este 6 de junio inició en Maynooth, Irlanda, el Simposio teológico internacional
en preparación al 50º Congreso Eucarístico Internacional de Dublín del 10 al 17 de
junio, dedicado al quincuagésimo aniversario del Concilio Vaticano II. En la apertura
el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, recordó la importancia del Concilio Vaticano
II para la vida de la Iglesia del Siglo XX: “Por la renovación que comporta, sus enseñanzas
deben ser todavía descubiertas y desarrolladas, comprendidas y asimiladas en la vida
de la Iglesia. Sus efectos han influenciado y plasmado también la vida de la Iglesia
en Irlanda, que recibió favorablemente las reformas” indicó. Por su parte -en su intervención-
el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y Legado pontificio
para el Congreso Eucarístico Internacional, se refirió a la eclesiología de comunión
cincuenta años después de la apertura del Concilio Vaticano II. El purpurado explicó
que comunión e Iglesia se relacionan a la Eucaristía, la familia, el sacerdocio;
al ecumenismo y a la evangelización: “El Concilio Vaticano II es como el aliento de
Pentecostés que ilumina y da vida a todos estos aspectos”, afirmó y auspició que el
Espíritu de Dios pueda guiar la renovación en la Iglesia universal y en aquella irlandesa
en particular.
Por su parte, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga,
arzobispo de Tegucigalpa expresó que Eucaristía y Misión son los dos elementos principales
de los encuentros en este Simposio internacional teológico y del mismo Congreso Eucarístico.
“La institución de la Eucaristía es el anuncio de la Buena Nueva y por ello es la
misión que cada ser humano tendrá que desempeñar durante su peregrinación terrena,
son las bases sobre las cuales se inserta la vida del cristiano de ayer, hoy y de
mañana. (EF /PLJR)