(RV).- La tarde de este 23 de mayo en la Sala la Lupa del Palacio Montecitorio
se desarrolló el Convenio “Familia, factor para el crecimiento”, promovido por
el grupo Parlamentario para la subsidiaridad en el marco del VII Encuentro Mundial
de las Familias próximo a celebrarse en Milán del 30 de mayo al 3 de junio, con la
presencia del Santo Padre. En su ponencia el cardenal Secretario de Estado Tarcisio
Bertone aludió al tema de este encuentro “La familia: el trabajo y la fiesta”, y recordó
el derecho al trabajo como bien que debe ser protegido porque es parte integrante
de la persona, pero que no puede ni debe reducir al hombre a una dimensión y tanto
menos puede privarlo del reposo, de la alegría, de la comunión familiar, de la dimensión
de la fiesta.
Sin la familia no hay futuro, destacó el purpurado y recordó
que su valor es de naturaleza meta-jurídica porque no es un bien a disposición de
nuestra voluntad, de modo que no puede ser desestructurado o manipulado según el cambio
de los eventos o sensibilidades del momento. Refiriéndose concretamente al momento
actual de crisis el cardenal Bertone subrayó que ésta toca múltiples actos de la convivencia
social, no solo como un momento de prueba para todos, especialmente para las familias
sino como una premisa y una promesa de algo nuevo.
El Purpurado citó la
Exhortación apostólica Familiaris consortio de Beato Juan Pablo II que expresa
en términos cristianos que la realidad natural del matrimonio demuestra que el hombre,
ser racional y libre está llamado a transformar la faz de la tierra. La familia, subrayó,
es el lugar en el que nace la vida humana y en el que crecen y son educados los hijos;
es el lugar privilegiado en el que se adquieren los valores fundamentales de la solidaridad,
de la responsabilidad recíproca y del compromiso desinteresado por el otro. Por este
motivo destacó que el reconocimiento de la ley natural es una invitación firme para
el Legislador a que tutele a la familia.
El derecho de los padres de familia
para educar a los hijos, fue otro de los puntos abordados por el cardenal Bertone
cuando recordó que se trata de una tarea que abraza el bien integral del hombre y
su crecimiento moral. Al respecto recordó que la familia es el lugar privilegiado
de aquella primera y fundamental experiencia del amor que los niños hacen o por lo
menos tendrían que hacer con sus padres.
Recordó la existencia del derecho
de los niños aludiendo a la reciente Declaración de la XIX Asamblea Plenaria del Pontificio
Consejo para la Familia celebrado en Roma en febrero del 2010, y que refiere que además
del derecho a la vida, al niño le corresponde el derecho a tener una familia. Esto
significa –dijo- que el niño tiene derecho a tener un padre y una madre para poder
relacionarse desde la primera infancia con dos figuras complementarias, que se aman
entre sí y los aman, para adquirir una clara y sólida identidad, una personalidad
madura y realizada.
Sobre el papel de la mujer recordó que con su tarea
específica de la maternidad, las mujeres son una presencia significativa e imprescindible
en la familia. El peligro por evitar es que puedan, justamente porque son madres,
verse penalizadas en el ámbito de trabajo. En este punto de su discurso el cardenal
Tarcisio Bertone recordó la Encíclica Laborem exercens también del Beato Juan
Pablo II cuando se enfatiza que es conveniente que las mujeres puedan desempeñar plenamente
sus funciones según la índole que les es propia sin discriminaciones y sin exclusión
de compromisos de los cuales son capaces, pero sin ver disminuir el respeto por sus
aspiraciones familiares y por el papel específico que a ellas compete en el contribuir
para el bien de la sociedad junto con el hombre.
En efecto, citando la
Encíclica Laborem exercens, añadió que la verdadera promoción de la mujer exige
que el trabajo sea estructurado en tal modo que ella no deba pagar su promoción con
el abandono de la propia especificidad y en daño de la familia en la que como madre
tiene un papel insustituible. (Patricia L. Jáuregui Romero – Radio Vaticano)