(RV).-“La unión con Cristo es fuente de Vida y nos lleva a dar mucho fruto” es la
afirmación del Papa en su saludo a los peregrinos de lengua española, después de la
oración mariana pascual del Regina Coeli, que rezó con los fieles reunidos en la plaza
de san Pedro. Benedicto XVI se inspiró en la imagen que el mismo Jesús propone de
la viña y los sarmientos, para explicar que no podemos dar fruto si nos estamos unidos
a él.
En el mismo saludo en lengua española el Sucesor de Pedro recuerda que
el 6 de mayo de 2012 es el 50 aniversario de la canonización de San Martín de Porres
- el santo peruano, que el beato Juan XXIII elevó a los altares el 6 de mayo de 1962-
“al que pedimos que interceda por los trabajos de la nueva evangelización” expresó.
Audio de las palabras del Papa en español
Gajos de Cristo
En la reflexión previa a la oración mariana del Regina Coeli, el Obispo de Roma comentó
que muchas veces en la Biblia, Israel, vine parangonado con la viña fecunda, cuando
es fiel a Dios, pero cuando se aleja de Dios se hace estéril, incapaz de producir
“el vino que alegra el corazón del hombre”, como refiere el salmo 104. “El día de
nuestro Bautismo, la iglesia nos injerta como gajos en el misterio pascual de Cristo,
en su misma persona. De esta raíz recibimos la preciosa linfa…”. Si el fruto que debemos
dar es el amor, la condición es permanecer unidos a él, explicó el Papa. jGO - RV
Texto
completo de la reflexión del Papa:
¡Queridos hermanos y hermanas!
El
Evangelio de hoy, quinto domingo de Pascua, se abre con la imagen de la viña. Jesús
dice a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador» (Jn 15,1).
A menudo, en la Biblia, Israel es comparado con la viña fecunda cuando es fiel a Dios;
pero, si se aleja de El, se vuelve estéril, incapaz de producir aquel «vino que alegra
el corazón del hombre», como canta el Salmo 104 (v. 15). La verdadera viña de Dios,
la vid verdadera, es Jesús, que con su sacrificio de amor nos dona la salvación, nos
abre el camino para ser parte de esta viña. Y así como Cristo permanece en el amor
de Dios Padre, así los discípulos, sabiamente podados por las palabras del Maestro
(cfr Jn 15,2-4), se unen de modo profundo a El, convirtiéndose en gajos fecundos,
que producen abundante cosecha. San Francisco de Sales escribe: «El ramo unido y conjunto
al tronco produce fruto no por propia virtud, sino por virtud de la cepa: entonces,
hemos sido unidos por la caridad a nuestro Redentor, como los miembros a la cabeza;
he aquí el por qué … las buenas obras, tomando su valor de El, merecen la vida eterna»
(Tratado del amor de Dios, XI, 6, Roma 2011, 601).
En el día de nuestro Bautismo
la Iglesia nos injerta como gajos en el Misterio Pascual de Jesús, en su misma Persona.
De estas raíces recibimos la preciosa linfa para participar en la vida divina. Como
discípulos, también nosotros, con la ayuda de los Pastores de la Iglesia, crecemos
en la viña del Señor vinculados por su amor. «Si el fruto que debemos portar es el
amor, su condición es propiamente este “permanecer” que tiene que ver profundamente
con aquella fe que no abandona al Señor» (Jesús de Nazaret, Milán 2007, 305). Es indispensable
permanecer siempre unidos a Jesús, depender de El, porque separados de El, nada podemos
hacer. (cfr Jn 15,5). En una carta escrita a Juan el Profeta, que vivió en el desierto
de Gaza en el siglo V, un fiel plantea la pregunta: ¿Cómo es posible tener juntas
la libertad del hombre y el no poder hacer nada sin Dios? Y el monje responde: Si
el hombre inclina su corazón hacia el bien y pide a Dios la ayuda, recibe la fuerza
necesaria para cumplir la propia obra. Por eso la libertad del hombre y la potencia
de Dios proceden juntas. Esto es posible porque el bien viene del Señor, pero es cumplido
gracias a sus fieles (cfr Ep. 763, SC 468, Paris 2002, 206). El verdadero «permanecer»
en Cristo garantiza la eficacia de la oración, como dice el beato cisterciense Guerrico
de Igny: «Señor Jesús … sin ti no podemos hacer nada. Tu de hecho eres el verdadero
jardinero, creador, cultivador y custodio de tu jardín, que plantas con tu palabras,
riegas con tu espíritu, haces crecer con tu potencia» (Sermo ad excitandam devotionem
in psalmodia, SC 202, 1973, 522).
Queridos amigos, cada uno de nosotros es
como un gajo, que vive sólo si hace crecer cada día en la oración, en la participación
a los Sacramentos, en la caridad, su unión con el Señor. Y quien ama a Jesús, verdadera
vid, produce frutos de fe para una abundante cosecha espiritual. Supliquemos a la
Madre de Dios para que permanezcamos sólidamente injertados en Jesús y para que cada
una de nuestras acciones tenga en El su inicio y en El su cumplimiento.