(RV).- En el marco de los desafíos intelectuales y culturales de la nueva evangelización
en la sociedad contemporánea estadounidense, Benedicto XVI reflexionó, este sábado,
sobre la educación religiosa y la formación en la fe de las generaciones venideras
de los católicos en Estados Unidos. En su discurso a los obispos de las provincias
eclesiásticas de Santa Fe y Denver - en el suroeste y oeste de los Estados Unidos
- concretamente de los Estados de Nuevo México, Arizona, Colorado y Wyoming, que concluyeron
su Visita ad Limina Apostolorum, tras destacar, ante todo, su profunda satisfacción,
al reconocer el gran progreso que se ha hecho en los últimos años en la mejora de
la catequesis, con la revisión de textos, en conformidad con el Catecismo de la Iglesia
Católica, el Papa reiteró la importancia de la educación, para impulsar la nueva evangelización
y de que esté al alcance de todas las familias:
«Importantes
esfuerzos se han cumplido también para preservar el gran patrimonio de las escuelas
católicas, de primaria y de secundaria, de Estados Unidos, profundamente afectadas
por los cambios demográficos y por el aumento de sus costes, y para garantizar al
mismo tiempo, que la educación que proporcionan pudiera permanecer al alcance de todas
las familias, cualquiera que sea su situación financiera. Como a menudo hemos señalado
en nuestras reuniones, estas escuelas siguen siendo un recurso esencial para la nueva
evangelización y es de desear que, la importante contribución que brindan a toda
la sociedad norteamericana, pueda contar con un mejorado aprecio y con un apoyo más
generoso».
Refiriéndose luego al ámbito de la educación superior y al creciente
reconocimiento de los colegios y universidades católicas, Benedicto XVI recordó la
necesidad de reafirmar su identidad distintiva, en fidelidad a sus ideales fundacionales
y a la misión de la Iglesia, al servicio del Evangelio.
Y reconociendo que
sin embargo, aún queda mucho por hacer, especialmente en áreas básicas, como el cumplimiento
de lo establecido en el Canon 812, para los que enseñan disciplinas teológicas, el
Papa reiteró que la importancia de esta norma canónica - como expresión concreta de
la comunión eclesial y de la solidaridad en el apostolado educativo de la Iglesia
- es aún más evidente, si tenemos en cuenta la confusión creada por casos de «aparente
disidencia entre algunos representantes de las instituciones católicas y del liderazgo
pastoral de la Iglesia». Alentando a perseverar en la misión de comunicar la alegría
de la fe en Cristo a la juventud, Benedicto XVI exhortó a la comunión en el testimonio:
«Toda discordia
perjudica el testimonio de la Iglesia y, como demuestra la experiencia, puede ser
fácilmente explotada para comprometer su autoridad y su libertad. No es exagerado
decir que, proporcionar a los jóvenes una buena educación en la fe representa, el
desafío más urgente que enfrenta la comunidad católica en vuestro país. El depósito
de la fe es un tesoro inestimable que cada generación debe pasar a la siguiente, ganando
los corazones para Jesucristo y formando las mentes en el conocimiento, la comprensión
y el amor de su Iglesia. Es gratificante darse cuenta de que, también en nuestros
días, la visión cristiana, presentada en toda su amplitud e integridad, resulta sumamente
atractiva para la imaginación, el idealismo y las aspiraciones de los jóvenes, que
tienen derecho a encontrar la fe en toda su belleza, su riqueza intelectual y sus
exigencias radicales».
Y para responder a este reto, el Santo Padre destacó
la importancia de formar a los jóvenes en el amor de Dios, en la vida moral y sacramental
cristiana, la oración personal y litúrgica. La identidad católica, también en ámbito
universitario, implica mucho más que la enseñanza de la religión o la mera presencia
de una capellanía en el campus, subrayó también el Papa, añadiendo que en todos los
aspectos de su educación, los estudiantes deben ser alentados a articular una visión
de la armonía entre fe y razón, capaz de guiar sus vidas hacia una búsqueda del conocimiento
y la virtud.
Sin olvidar el papel esencial de los maestros en este proceso,
el Santo Padre subrayó que «el compromiso cristiano en la enseñanza, que hizo nacer
las universidades medievales, se basaba en la convicción de que el único Dios, como
fuente de toda verdad y bondad, es también fuente del apasionado deseo de la inteligencia
de saber y del anhelo de la voluntad de su pleno cumplimiento en el amor»:
«Sólo en esta
luz podemos apreciar la contribución distintiva de la educación católica, que se dedica
a una "diaconía de la verdad", inspirada en la caridad intelectual, sabiendo que llevar
a los otros a la verdad es un acto de amor (cf. Discurso a los educadores católicos,
Washington, 17 de abril de 2008). El reconocimiento de la unidad esencial entre fe
y razón, ofrece un baluarte contra la alienación y la fragmentación que se produce
cuando el uso de la razón se aparta de la búsqueda de la verdad y la virtud. En este
sentido, las instituciones católicas tienen un papel específico que desempeñar para
ayudar a superar la crisis de las universidades de hoy. Firmemente afianzados en esta
visión de la interrelación intrínseca entre fe, razón y búsqueda de la excelencia
humana, todos los intelectuales cristianos y todas las instituciones educativas de
la Iglesia deben estar convencidos y deseosos de convencer a los demás, de que ningún
aspecto de la realidad permanece apartado del misterio de la redención y del dominio
del Señor Resucitado sobre toda la creación».
Antes de concluir su discurso,
Benedicto XVI renovó su exhortación a la Iglesia en Estados Unidos a cultivar «una
cultura intelectual, que sea auténticamente católica» (cf. Homilía en el Nationals
Stadium, Washington, 17 de abril de 2008) y a proclamar la verdad liberadora de Cristo,
impulsando asimismo el diálogo y la cooperación en la construcción de una sociedad
cada vez más sólida, afianzada en un auténtico humanismo inspirado en el Evangelio
y fieles a los valores elevados de la sociedad en esta nación.