(RV).- (Audio)
Hay un Padre. Por
lo tanto, ni tu ni yo somos huérfanos. Formamos una sola familia. La existencia, el
amor fiel de este Padre, se hicieron evidentes en la entrega del Hijo. Y cuando lo
asesinamos él Padre no lo abandonó. Lo sacó de entre los muertos, resucitado. Hay
un Hombre con cinco perforaciones mortales que traspasaron su carne y lo abatieron,
cinco huecos que hoy podemos ver y tocar si se nos presenta. Pero no como un zombi
o un fantasma. Es el primer resucitado. Es el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, vivo,
con 2000 años pero joven para siempre, como tú quieres ser.
Hay un Pastor.
La imagen es del campo, es una parábola, pero representa bien tu fragilidad, la mía
y el poder de Amor de este Pastor para defendernos del mal y hacernos crecer hasta
nuestra máxima estatura.
Hay un misterioso árbol, que parece un tronco seco
ahora, pero que injertados en él, vivimos ya anticipadamente la Fiesta sin fin del
Amor; el mismo Espíritu en el que arden, se iluminan, se abrazan, se aman el Padre
y el Hijo, abierto también a nosotros. Son imágenes que deben nutrir, regenerar,
revitalizar, renovar la existencia tuya y mía, que llora orfandad, que con tantas
heridas parece condenada a la infelicidad y muerte eternas; que no encuentra un lugar
donde nutrirse de vida intensa y bella. Y si digo vida digo amor, porque la vida sin
un amor fuerte, indestructible, no tiene sentido.
Retoño en el Árbol
Seco
(RV).- (Audio) Generalmente está
fijo, colgado como una planta de adorno en la pared, o plantado como un gajo sin nido,
siempre seco, que parece imposible de brotar. Pero el árbol real de la cruz se mueve
contigo, confiesa Teofilo Pereira.
Entonces no eres un crucificado –reflexionó
su amigo Daniel.
Eres un cristo con la cruz a cuestas o un cireneo, explico
Pereira. Cristo murió en la cruz, pero antes la cargó él y el Cireneo hasta la sima,
camino cuesta arriba y no por una autopista sino por un sendero empedrado. Es la cruz
en movimiento lo que duele. La cruz pesa cargándola encima en el camino. Es ahí cuando
cuesta y viene la tentación de abandonar.
Pero ¿que sentido tiene empeñarse
con lo que duele? insistió Daniel.
Es que “lo que vale cuesta”, respondió Pereira.
Mi cruz es el trabajo duro por vencerme a mi mismo en la preparación de la tierra
a la semilla buena; el trabajo duro de construir y sostener la familia; de ayudar
al crecimiento de los hijos tantas veces dramático; de pensar en el otro y no sólo
en mí mismo.
No digo que no haya otras cruces -concluyó Pereira-, pero si cargas
esta con amor, aunque parezca un palo muerto que no brotará nunca, siempre resulta
una bendición. Y el árbol seco reverdece sustanciosamente abrevado en el amor. Y este
amor puede ser el mismo Amor invencible de Dios, que inflama hoy el corazón de Cristo
Resucitado.
¿Para quién trabajas?
jesuita Guillermo Ortiz Reflexiones
en frontera
(RV).- (Audio) Él tenía que trabajar
y por eso sabemos que era un hombre común entre tantos obreros y no un “hijo de papá”
o un “mantenido”. Aunque pertenecía a la familia de David, importante en aquel tiempo,
debía ganarse el pan con el sudor de la frente como la mayoría de los hombres honestos
que no le sacan el hombro al trabajo. Ayer como hoy también estaba la tentación del
dinero fácil que se obtiene vendiendo la conciencia. Sin embargo, muchos en el pueblo
tenían puertas, mesas, sillas, ventanas, hechas con las manos y herramientas de José.
Pero
si era un simple carpintero ¿porque pasó a ser protector de los trabajadores? Porque
supo escuchar y aceptar con alegría el pedido del mismo Padre Dios de cuidar a su
Hijo Jesús y a su madre María de Nazaret. José decidió y obró en consecuencia, poniéndose
libre y generosamente al servicio de Dios. Y si con los dones recibidos de Dios pudo
formar, cuidar y sostener la Sagrada Familia, con su trabajo amoroso y tierno, cómo
no va a ser él, el modelo de los trabajadores y tomarlos bajo su protección. Si protegió
al mismo Hijo de Dios nos puede proteger a nosotros. Pidámosle: San José Obrero bendícenos.
Tiene
la Respuesta en su Cuerpo
(RV).- (Audio) No son escritos tatuados,
pero su cuerpo es un libro. Si, en la carne de su persona está escrita la pregunta
y la respuesta. Mejor dicho, en su cuerpo está grabado su tormento; tu sufrimiento
y el mío. En su cuerpo se ven las huellas del dolor de la humanidad que se traduce
bien en su grito: “Dios mío, Dios porqué me abandonaste”.
Pero también en su
cuerpo se puede palpar la respuesta de Dios al hombre sufriente. Y la respuesta de
Dios no es una palabra vacía, un texto sobre papel. La respuesta es el mismo cuerpo
de carne y huesos pero ya resucitado. La respuesta es la caricia del Amor invencible
de Dios con las llagas de Cristo, pero resucitado.
Ninguno de nosotros está
ya hecho, terminado. Más bien en muchos casos estamos deshechos, heridos, rotos, como
el mismo Jesús crucificado. Cada uno tiene huecos de heridas; perforaciones por las
que perdemos la vida. Y todo este dolor del mundo es un inmenso grito, una inmensa
pregunta. Y un hombre: Jesús de Nazaret, tiene la respuesta a mi pregunta y a la tuya
en su cuerpo resucitado; en su vida nueva.
Muchos de sus discípulos supieron
leer en este cuerpo y encontraron en Él el sentido, el camino, la verdad, la Vida.
El Pescador crucificado tiene sucesor
(RV).- El pescador de
Galilea a quien Jesús puso el nombre de Pedro- piedra y lo nombró cabeza del grupo
de apóstoles, murió crucificado cabeza abajo en la actual Plaza de San Pedro en Roma,
y tiene su tumba en la basílica vaticana. Pero con su muerte no se terminó el “ministerio
petrino” como se llama al trabajo del Papa en la Iglesia Católica. El obispo de Roma,
en estricta sucesión apostólica es el sucesor de Pedro. El Catecismo de la Iglesia
Católica en el número 882 dice: El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, "es
el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como
de la muchedumbre de los fieles "(LG 23). “El Pontífice Romano, en efecto, tiene en
la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia,
la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad”
(LG 22; cf. CD 2. 9).
El episcopado latinoamericano, reunido en la Conferencia
de Aparecida, destaca el amor por el Papa del pueblo latinoamericano, en el contexto
de la fe en Jesucristo que la Iglesia vive y como se hizo evidente no solamente en
las visitas de Juan Pablo II, sino también y de modo particular en el reciente viaje
del Papa Benedicto a México y a Cuba. Así lo expresa bien Mari Esponda en la entrevista
de Dorotea Merk: (AUDIO)
Heridas
Para El Encuentro
(RV).- (Audio) Los huecos del Cuerpo
masacrado permanecen. ¿Es este el misterio? El Cuerpo es distinto porque lo ven y
no lo ven; entra a la habitación a pesar de que trancaron la puerta, y a la vez come
delante de ellos el pescado que le dan, para que vean que no es un fantasma.
Es
distinto pero es el mismo crucificado Jesús de Nazaret, con el cuerpo transformado.
Y para asegurarse, certificar que el resucitado es el mismo crucificado tocan estas
heridas. Tomas con los dedos de su mano sigue el curso de los clavos y la lanza en
estas perforaciones y siente carne viva, palpitante y así Tomas se cura de su duda,
cree, vive: “Señor mío y Dios mío”. Pero lo mas extraordinario es que además de identificar
a Jesús por estas llagas, podemos reconocernos a nosotros mismos en El y curar nuestras
propias heridas en las suyas.
Tú y yo estamos mal heridos y por las heridas
se nos va la vida. Las llagas de Jesús son el punto de contacto, de ensamblaje, de
Encuentro, de fusión entre Dios y el hombre, en el cuerpo del Dios hecho hombre; en
la Persona del Hombre Dios.
Pongamos nuestras heridas en sus llagas. Antes
y después; en la cruz y en la resurrección, en el Cuerpo crucificado y resucitado
de Cristo las llagas son el conducto, el pasaje, los vasos comunicantes del Amor vivo
entre Dios y el hombre; de la misericordiosa ternura de Dios, que viene ayer, hoy
y siempre a ti y a mi con los pies heridos, con las manos y el corazón traspasados
para abrazarnos en carne viva. Lo mismo que el injerto, donde el gajo roto se mete
en el hueco del tronco herido para recibir la sabia de la vida, del amor, de la misericordia.
Que
robaron el Cuerpo de Jesús
(RV).- (Audio) Pilato, Herodes, Judas,
Anas, Caifas, los sacerdotes, el pueblo que voto por Barrabás, los soldados romanos
que ejecutaron el castigo y la ejecución: los espectadores del juicio, la condena
y del doloroso camino hacia el patíbulo; son tantos los involucrados en lo que sufrió
Jesús de Nazaret en la Jerusalén de 2000 años atrás, que no pueden haber quedado todos
absolutamente indiferentes frente al hecho misterioso, maravilloso, posterior, de
la tumba vacía.
¿Qué pensaban los que continuaron escépticos, incrédulos, contrarios
y hasta perseguidores de los testigos del resucitado, como Pablo de Tarso antes de
su encuentro personal con Jesús vivo? Refiere Mateo evangelista (Mateo 28:11ss)
que los sumos sacerdotes dieron una gran cantidad de dinero a los soldados que custodiaban
la tumba de Jesús, para que dijeran que los discípulos “habían robado el cuerpo de
Jesús mientras ellos dormían”.
María Magdalena, Pedro, Juan, otras mujeres
y discípulos encontraron la tumba vacía y dentro, la sábana con la que habían envuelto
el cadáver también vacía. También hoy, son muchos los peregrinos de Tierra Santa que
han entrado en estos días al sepulcro vacío de Cristo en Jerusalén. Contemplan, rezan,
tocan la mesa sobre la que estuvo muerto Jesús. Pero son muchos más todavía los que
creen el testimonio de los discípulos misioneros y abren el corazón a la Vida nueva,
plena, feliz que ofrece el crucificado-resucitado en el encuentro con él en el Evangelio,
en la Eucaristía, en el amor de la comunidad de hermanos. (jesuita Guillermo
Ortiz).
Los peregrinos de hoy
(RV).- (Audio) Hay un peregrino caminando
hoy. En realidad son muchos. Pero no me refiero a los del “Camino de Santiago”, o
de un santuario material en especial. Hablo del “peregrino espiritual”; el hombre,
la mujer que hoy busca al Resucitado porque, precisamente, la resurrección de hace
posible el encuentro hoy con Jesús vivo que ha querido quedarse con las huellas de
la ejecución, sus cinco heridas mortales, pero está vivo.
Entre los peregrinos
de hoy, hay algunos casos muy parecidos a los discípulos de Emaus, porque son personas
desilusionadas y tristes, que han perdido el sentido de la existencia y están a punto
de claudicar. Pero “el crucificado resucitado” se pone en el camino con ellos y poco
a poco les abre el entendimiento para que entiendan las Escrituras Sagradas y termina
compartiendo con ellos el Pan que es su propio ser resucitado.
Esta, es una
noticia de hoy, aunque se trata de algo espiritual, propiciado de modo particular
por el tiempo litúrgico que vivimos y que no todos están en condiciones de captar.
Pero si alguno que escucha, quiere ponerse en camino al Encuentro con Jesús resucitado,
lo puede hacer con la lectura de la Palabra de Dios en el Evangelio y en la Eucaristía.
Jesús vivo es el más interesado en este encuentro. Es cuestión de abrir el
corazón o, si es como el Papa dijo que Jesús resucitado entra con las puertas cerradas,
tenemos que buscar de advertir su presencia misteriosa entre nosotros, dialogar con
él, o por lo menos no echarlo afuera como si se tratara de un fantasma.
Es
un misterio, pero el camino para los peregrinos es concreto y claro (jesuita Guillermo
Ortiz-RV)
Ellas fueron primero
(RV).- (Audio) El suceso es ciertamente
el más importante. Pero los hombres no son los primeros testigos. Los hombres del
grupo están confundidos; rompiéndose la cabeza tratando de entender; escondidos por
miedo a que los apresen y ejecuten como al Maestro. En cambio las mujeres siguen el
corazón. La gratitud, la confianza, la ternura, el amor que el mismo Jesús suscitó
en María Magdalena y las otras que lo acompañaban, las hizo valientes. En aquel tiempo,
la mujer no tenía derecho ni a ir a la escuela; hablar con una mujer era considerado
pérdida de tiempo, la atención que Jesús les prestó, el lugar que les dio, las hizo
fieles y las animó a sobreponerse al temor, a las dificultades, a la propia fragilidad
y llegar hasta la tumba de Jesús. Por esto, no los varones, sino las discípulas mujeres,
fueron las primeras en encontrar la tumba vacía, las primeras en encontrarse con Jesús
y escuchar de él sus propios nombres.
Este amor valiente es parte de mujer,
que siempre y también hoy sostiene con la fuerza de su ternura la familia, la humanidad,
muchísimo más de lo que vemos y le reconocemos.
Dijo el Sucesor de Pedro: “En
todos los Evangelios, las mujeres tienen un gran espacio en los relatos de las apariciones
de Jesús resucitado, como también, por otra parte, en los de la pasión y de la muerte
de Jesús. En aquellos tiempos, en Israel, el testimonio de las mujeres no podía tener
valor oficial, jurídico, pero las mujeres han vivido una experiencia de relación especial
con el Señor, que es fundamental para la vida concreta de la comunidad cristiana,
y esto siempre, en toda época, no sólo al inicio del camino de la Iglesia.
Modelo
sublime y ejemplar de esta relación con Jesús, de modo particular en su Misterio pascual,
es naturalmente María, la Madre del Señor”. (jesuita Guillermo Ortiz-RV)
El
Viernes puerta del Domingo
(RV).- (Audio) Un cuerpo joven que
estaba pleno de vida, aparece el viernes taladrado con cinco huecos. Cuatro huecos
en la carne y los huesos atraviesan de parte a parte los miembros. Mientras que el
quinto vulneró el corazón que explotó en sangre a agua por efecto de la tortura y
de la ejecución. El cuerpo del hombre pende en la cruz el Viernes santo en el centro
del triduo santo.
El Papa Benedicto pidió en Cuba que dejaran libre el Vienes
santo para que los católicos pudieran conmemorarlo y el gobierno accedió. De modo
que también los cubanos este Viernes santo, pudieron contemplar al crucificado; pudieron
identificarse con Jesús que sufre en cuerpo y alma y que ahí, también él está privado
de libertad y de todo derecho.
Pero esos huecos del cuerpo de Jesús; esas perforaciones
que lo entierran en el pozo negro de la muerte, son como un surco que contiene viva
la semilla del amor de Dios, que no fue, ni puede ser vencido por el mal, por el dolor,
por la muerte. Y este Jesús del viernes santo, resurge vivo de entre los muertos,
para liberarnos a ti y a mí y a los cubanos, con la Vida plena que ofrece, porque
es el Hijo de Dios.
Por eso sería bueno que los cubanos, pero también nosotros,
por supuesto, miremos la cruz y el sufrimiento; nuestro propio viernes santo, como
una puerta que se abre al domingo de la resurrección. Es una puerta que hay que ver;
claro que hay que contemplarla, pero es una puerta que solo se abre a la resurrección
si la atravesamos con la propia vida; con el cuerpo y el alma junto a Cristo (Jesuita
Guillermo Ortiz – RV)
Tracción a Sangre
(RV).- (Audio)
Es un taxi bicicleta,
tracción a sangre, con dos asientos y un pequeño techo para los pasajeros. Y el taxista
pedalea y pedalea las calles cuesta arriba o cuesta debajo de La Habana. También está
el automóvil taxi y la motocicleta amarilla, similar a la bicicleta pero con motor,
y al mismo precio del automóvil. Pero el taxista del automóvil y el de la motocicleta
reciben mensualmente un salario del estado y con la tarjeta del Estado pagan la gasolina,
mientras que el de la bicicleta, es decir, el de “tracción a sangre” se puede quedar
con el precio del viaje y la propina, si es que le dejan.
Además del pan para
los hijos, ¿le alcanzará para pagar las energías que gasta con su taxi tracción a
sangre?
En su peregrinación a la Virgen de la Caridad del Cobre, en Cuba, el
Papa pidió al Estado que diera libre el viernes santo, para que los católicos pudieran
celebrarlo. El Viernes santo se conmemora la cruz donde Jesús nos gano para Dios también
“tracción a sangre” podemos decir; “tracción a sangre” nos ganó Cristo para Dios;
para que todos pudiéramos ser parte de la familia y vivir a pleno la libertad de los
hijos de Dios. Claro que podemos decir que nuestra liberación del mal, del odio, de
la muerte, la hizo Jesús tracción a sangre. Jesús gastó en la cruz todas sus energías
y derramó su sangre.
Los escritos sagrados dicen así: “Con tu sangre compraste
para Dios hombres de toda raza, lengua y nación”. Que el trabajo de Jesús “tracción
a sangre”, en esta semana santa no sea en vano para ninguno (jesuita Guillermo Ortiz
– RV)