La alegría de ser personas solidarias y compasivas
(RV).- “Cristianos y budistas: compartir la responsabilidad de educar a las nuevas
generaciones en la justicia y la paz a través del diálogo interreligioso”. Así se
titula el Mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, firmado por
el Cardenal Jean Louis Tauran y por el Arzobispo Pier Luigi Celata, respectivamente
Presidente y Secretario de este dicasterio vaticano, con motivo de la fiesta budista
de Vesakh Hanamatsuri.
Dirigiéndose a los “queridos amigos budistas”, se lee
en el mensaje que en nombre de este Consejo para el Diálogo Interreligioso les “complace
ofrecer de nuevo, este año”, las sentidas felicitaciones con ocasión de esta; a la
vez que manifiestan su deseo de que esta festividad anual “traiga alegría y serenidad
a los corazones” de todos ellos.
En el texto también se lee que “hoy en día,
cada vez en más aulas de todo el mundo, estudiantes que pertenecen a distintas religiones
y creencias se sientan juntos, aprendiendo unos con otros y unos de otros. Y se añade
que “esta diversidad da lugar a retos y enciende una reflexión más profunda acerca
de la necesidad de educar a los jóvenes a respetar y comprender las creencias y prácticas
religiosas de los demás, de crecer en el conocimiento de las suyas, de avanzar juntos
como seres humanos responsables y de estar dispuestos a trabajar codo con codo con
personas de otras religiones para solucionar conflictos y promover la amistad, la
justicia, la paz y el desarrollo humano auténtico”.
Con Su Santidad el Papa
Benedicto XVI, el presidente y el secretario de este dicasterio reconocen “que la
educación verdadera puede fundamentar una apertura a la trascendencia como también
a los que están a nuestro alrededor”. Porque, como afirman, “donde hay una educación
real, existe una oportunidad para el diálogo, para la interrelacionalidad y para la
escucha receptiva del otro”. Mientras en un clima como éste, “los jóvenes sienten
que son valorados por lo que son y por lo que son capaces de aportar; aprenden a crecer
en el aprecio a sus hermanos y hermanas, cuyas creencias y prácticas son diferentes
de las suyas.
También se afirma que cuando esto ocurra, “se encontrará la
alegría”, de ser “personas de solidaridad y compasión llamadas a construir una sociedad
justa y fraternal dando así esperanza para el futuro”, tal como lo afirmó el Papa
en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año. Por otra parte, se destaca
que los budistas “trasmiten a los jóvenes la sabiduría sobre la necesidad de abstenerse
de hacer daño a los demás y de vivir vidas de generosidad y compasión; una práctica
que debe ser reconocida y valorada como un don precioso para la sociedad”; que representa
“un modo muy concreto en el que la religión contribuye a educar a las nuevas generaciones,
compartiendo la responsabilidad y colaborando con los demás”.
También se reflexiona
acerca de los jóvenes, que “son un activo” para todas las sociedades. Puesto que,
a través de “su autenticidad” nos animan a encontrar respuestas a las preguntas más
fundamentales sobre la vida y la muerte, la justicia y la paz, el significado del
sufrimiento y las razones para la esperanza. De este modo –se afirma en este Mensaje–
“nos ayudan a progresar en nuestra peregrinación hacia la Verdad. Por su dinamismo,
como constructores del futuro, nos ponen prisa para que destruyamos todos los muros
que desgraciadamente aún nos separan”. Y a través de sus preguntas “alimentan el diálogo
entre religiones y culturas”.
Por último, los prelados unen sus corazones a
los de los budistas para orar “para que juntos podamos guiar a los jóvenes con nuestro
ejemplo y nuestra enseñanza para ser instrumentos de justicia y paz”. Y los invitan
a compartir “la responsabilidad común que tenemos hacia las generaciones presentes
y futuras, instruyéndolas para que sean pacíficas y constructoras de paz”; a la vez
que concluyen con un “Feliz Vesakh Hanamatsuri”. (MFB – RV)