(RV).- (Audio) Con la llegada de
Benedicto XVI se puso inmediatamente en movimiento y palpitó fuerte el corazón de
Cuba, representado en la imagen morena de la Virgen de la Caridad, con su vestido
dorado, conocida y venerada por el pueblo cubano.
Sobre un automóvil blanco
la imagen auténtica de la Virgen de la Caridad del Cobre, entró en la Plaza de la
Revolución Antonio Maceo y Grajales de Santiago de Cuba, aclamada con veneración por
la imponente multitud congregada para la celebración de la misa que presidió el Papa
Benedicto.
La impresión inmediata es la de no estar en un país gobernado 52
años por un gobierno socialista. Es que en realidad son 400 años los del hallazgo
y presencia de la imagen de la Virgen tan amada por el pueblo que trajo al Papa aquí.
Como
estas 250 mil personas entusiastas y fervorosas de la plaza, humildes y sencillos
trabajadores, eran los tres pescadores (dos indios: Juan y Rodrigo de Hoyos y un esclavo
negro: Juan Moreno), los que encontraron la imagen de madera que flotaba en las aguas
de la Bahia del Nipe, con el escrito “Soy la Virgen de la Caridad”.
Con este
pulso acelerado; con este latido vibrante, imponente, el pueblo cubano recibió y abrazó
de inmediato a nuestro Papa Benedicto, que poniéndose en el camino de los peregrinos
cubanos de la Virgen hizo salir la imagen de la Madre de Dios de su santuario para
que pusiera ella misma la mesa del altar donde el Hijo se ofrece como pan de Vida,
para Radio Vaticana, jesuita Gillermo Ortiz (CA/RV)