(RV).- “Un acto horrible e ignominioso”, que suscita “profunda indignación y desconcierto”.
Con estas palabras, nuestro Director General, el padre Federico Lombardi, en nombre
de la Santa Sede, uniéndose a la solidaridad espiritual expresada por el Arzobispo
de Tolosa, Mons. Robert Le Gall a las familias, a las víctimas y a la comunidad judía
afectadas por el atentado. “Condena decidida” de la matanza en las palabras del Secretario
general de la ONU, Ban Ki-moon. “Un terrible ataque injustificado y ultrajoso”, afirmó
el portavoz de la Casa Blanca, Tommy Vietor. “Una violencia espantosa sin alguna justificación”,
declaró el Ministro de Asuntos Exteriores británico William Hague. “Un hecho aún más
grave, subrayó el presidente del Consejo italiano, Mario Monti, porque estuvo dictado
por el antisemitismo, que como la xenofobia y la intolerancia, son totalmente extraños
a los principios fundantes de nuestra convivencia civil y al patrimonio de los valores
sobre los que se basa toda la humanidad”. Naturalmente, también profunda emoción en
Israel, donde serán sepultadas las tres víctimas. Estremecido por el tiroteo, el Primer
Ministro Benyamin Netanyahu manifestó su confianza en que las autoridades francesas
sabrán capturar al responsable del ataque homicida”.
En Italia, también el
arzobispo de Turín manifiesta su solidaridad a la comunidad judía. En una declaración,
Mons. Cesare Nosiglia expresa su cercanía y afecto, personal y comunitaria, a esta
comunidad nuevamente afectada por la horrible matanza de Tolosa. Y afirma que la Iglesia
católica en Turín, desde hace muchos años, ha enriquecido y profundizado la amistad
y conocimiento recíproco con la comunidad judía, en un camino de diálogo que sigue
siendo fecundo y cordial.
“Creo que en estos momentos –afirma Mons. Cesare
Nosiglia– nuestro primer deber de creyentes es asegurar la oración, profunda y sincera,
por las víctimas, sus familiares y la entera comunidad. Pero como creyentes y como
ciudadanos, también tenemos el deber de decir con fuerza que rechazamos cualquier
gesto o signo de intolerancia, racismo y violencia. Es nuestro deber construir y reforzar,
con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, una cultura de recíproco respeto
y acogida, porque no queremos más volver a caer en la barbarie del antisemitismo y
de las discriminaciones religiosas y civiles”. (María Fernanda Bernasconi – RV).