(RV).- (Con audio). Nuestro Director General dedica su editorial del semanario
“Octava Dies” del Centro Televisivo Vaticano al viaje por la esperanza que el Santo
Padre está a punto de emprender al corazón de América Latina.
Los motivos
del viaje del Papa a México y Cuba, dentro de pocos días, son muchos y desde hace
tiempo repetidos con frecuencia. El bicentenario de la independencia de los pueblos
latinoamericanos, el gran deseo de los mexicanos de hospedar al Papa, el vigésimo
aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, los cuatrocientos
años del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y el consiguiente
año jubilar, etcétera.
Estas son las ocasiones de la visita, pero en
el centro de cada viaje del Papa está, ante todo, su servicio de pastor de la Iglesia
universal, que –según el mandato de Cristo– confirma en la fe a sus hermanos. Sin
embargo, se puede, quizás, indicar una entonación específica de este viaje al corazón
del continente americano. Será, ciertamente, un viaje por la esperanza.
Por
la esperanza de los mexicanos, pueblo de inmensos recursos y posibilidades, pero atormentado
hoy por problemas gravísimos que pesan sobre su presente y sobre su futuro, comenzando
por una dramática violencia. Por la esperanza de los cubanos, que se sienten
en el umbral de una posible época nueva, en la que las palabras proféticas de Juan
Pablo II sobre la apertura recíproca de Cuba y del mundo se realicen en un clima de
desarrollo, de libertad y de reconciliación.