Testimonio: última palabra del cristiano para ser creíble
(RV).- Concluyó ayer en Roma el Congreso dedicado a la “Palabra y el testimonio en
la comunicación de la fe”, organizado por la Facultad de Teología de la Santa Cruz.
El Congreso ofreció también una reflexión teológica sobre los ámbitos del arte, de
la sociedad y de la política, gracias a la participación de eminentes representantes
que intervinieron en las diversas mesas redondas.
Tal como se destaca en un
comunicado de prensa, en su intervención, Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo
Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, afirmó que el testimonio
representa “la última palabra que el cristiano pronuncia para dar credibilidad de
su fe, consciente de que equivale a ofrecer como don su propia vida por amor”. Ella
es “vital para la Iglesia en el desarrollo de su misión en el mundo” y por muchos
aspectos es también la “primera vía” que hay que recorrer en la búsqueda de “instrumentos
más coherentes” para evangelizar el mundo de hoy. Mientras el anuncio del Evangelio
“requiere testigos convencidos, capaces de poner su propia existencia la servicio
de la verdad de un anuncio que puede ser acogido sólo a través de ellos”.
En
un contesto de indiferencia, agnosticismo y falta de fe, el prelado afirmó que “los
testigos tienen el grave deber de provocar la asunción de estilos de vida que sepan
hablar de verdadero amor, de genuina libertad de alegría real”. Porque como explica,
este tipo de testimonio se vuelve imprescindible en el recorrido de la nueva evangelización
emprendido por la Iglesia, y será “más provocadora en la medida en que logre expresarse
a través de un lenguaje auténtico”.
Por su parte, Mons. Giuseppe Angelini,
profesor de la Facultad Teológica de Italia Septentrional, aludiendo a la valencia
antropológica del testimonio cristiano, reafirmó que “el sentido y la necesidad del
testimonio pueden ser comprendidos sólo a condición de que se reconozca la condición
originaria de la persona”. Y añadió que en el “clima cultural” actual, caracterizado
por el “rechazo de la idea de verdad”, domina “una declinación débil y decididamente
ordinaria de la categoría del testimonio”, tolerada sólo come “relato de la propia
experiencia”.
Mientras el Profesor Javier María Prades, Rector de la Universidad
San Dámaso de Madrid, afrontó la noción de testimonio en los documentos del Concilio
Vaticano II y del magisterio pontificio postconciliar. Sintetizando los textos conciliares
afirmó que “el testimonio por antonomasia es el de Cristo mismo”, junto a “una acción
peculiar de cada fiel cristiano en virtud de su participación en el sacerdocio común,
a través del Bautismo, la Confirmación la Eucaristía”.
En cambio, el Profesor
Paul O'Callaghan, ordinario de Antropología teológica de la Santa Cruz, partiendo
del documento conciliar “Dei Verbum”, explicó que “los creyentes, cuando dan testimonio
de su fe, establecen una triple relación: con quien escucha, que es impulsado por
su convicción y sinceridad; con Dios que reivindica la verdad ‘en’ y ‘por medio de’
su vida, y consigo mismos, porque el testimonio que dan ‘es’ y ‘debe estar’ en profunda
sintonía con su vida concreta”. (María Fernanda Bernasconi – RV).