2012-03-10 10:43:35

Terremoto, un año después


(RV).- (Con audio). Nuestro Director General, el P. Federico Lombardi, dedica su editorial del semanario “Octava Dies” del Centro Televisivo Vaticano a la esperanza que no debemos perder ante las tragedias naturales que afectan a la humanidad en camino. Y lo hace recordando el año transcurrido desde el terremoto y tsunami de Japón.

RealAudioMP3 El fortísimo terremoto que afectó a Japón el 11 de marzo del año pasado permanece esculpido en la memoria, no sólo del pueblo del Sol Levante, sino del mundo entero, como también el aún más espantoso tsunami del Océano Índico, de diciembre de 2004, con sus centenares de miles de víctimas.

El terremoto y el tsunami japonés provocaron veinte mil muertos, tomando por sorpresa a un país que convive desde hace siglos con estas catástrofes, pero que a esta no la había absolutamente prevista. Y que después se prolongó con el impresionante accidente de la central nuclear de Fukushima, con consecuencias más insidiosas y de mayor término.

La confianza en la ciencia, los planes de emergencia, la entera política energética de un país desarrollado y bien organizado han sido cuestionados radicalmente. Hoy en Japón cuatro reactores nucleares están en función, mientras cincuenta están detenidos. Los estudiosos piensan que el terremoto del año pasado ha creado una situación de inestabilidad que vuelve más próxima la probabilidad de otro gran terremoto. La vida y las expectativas, han cambiado.

Todos hemos admirado el modo valeroso, digno y solidario con que el pueblo japonés reaccionó a la tragedia y se organizó para afrontar las consecuencias. El día del Viernes Santo, respondiendo a la pregunta de una niña japonesa en una transmisión televisiva, el Papa le decía: “También yo me pregunto por qué. No tenemos las respuestas, pero sabemos que Jesús ha sufrido como ustedes, (siendo) inocente. Dios me ama, está de mi parte, un día comprenderé que este sufrimiento no era en vano. Ten la seguridad, nosotros estamos contigo, con todos los niños japoneses que sufren. Recemos juntos para que para ustedes llegue la luz cuanto antes”.

Frente a una tragedia más grande que nosotros, no tenemos que perder la esperanza y debemos saber encontrar el sentido más profundo y duradero de nuestro destino, de nuestro estar juntos, en camino, en esta tierra.

(Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).







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