(RV).- (Audio) Así titula nuestro director general, el Padre Federico Lombardi, su
editorial semanal “Octava Dies”, del Centro Televisivo Vaticano.
Fiel a una tradición
que lleva ya muchos años, el Papa dedicó la primera semana de Cuaresma al retiro espiritual,
acompañado por un buen número de sus colaboradores. Ni encuentros ni discursos, sino
silencio y oración. Naturalmente, el creyente trata de vivir cada día tiempos o momentos
de silencio y oración, pero esta pausa cuaresmal más amplia habla de una necesidad
más intensa y se convierte, también para nosotros, en un signo y un ejemplo más fuerte.
En su reciente mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales –“Silencio
y Palabra”– el Papa ha puesto bien de relieve que el silencio abre el espacio a la
escucha, escucha de los demás y escucha de Dios, que es la premisa para una comunicación
digna de este nombre, con los demás y con Dios. Y añade además: “Donde los mensajes
y la información son abundantes, el silencio se vuelve esencial para discernir lo
que es importante de aquello que es inútil o accesorio”.
El riesgo de que
la acumulación de mensajes sea capaz de dominarnos y aprisionarnos es inminente, y
puesto que va siempre creciendo, difícilmente lo controlaremos corriendo afanosamente
detrás de su inmensa multiplicidad. Es más útil ser capaces de tiempos de silencio
verdadero, en los que se puedan sentir también mensajes más profundos, o identificar
su presencia entre los demás, y de aquí volver a partir para “poner orden en la propia
vida”, en el flujo de palabras que hoy es una dimensión fascinante pero dramática
de nuestra condición de vida. ¿Cómo no recordar, por ejemplo, que Jesucristo ha muerto
y resucitado por nosotros, luz para nuestro camino? (Traducción de María Fernanda
Bernasconi – RV).