Patrimonio espiritual de la Iglesia en el Continente africano
(RV).- Mediante una carta dirigida al cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, Benedicto
XVI, al término de los Ejercicios Espirituales, durante los cuales el Purpurado propuso
las meditaciones sobre el tema de la comunión con Dios, el Papa expresa a su venerado
Hermano su cordial gratitud “por el precioso servicio” que le ha ofrecido a él y a
sus colaboradores.
“Comentando algunos pasaos de la Primera Carta de San Juan
–escribe el Santo Padre–, usted nos ha guiado en un itinerario de redescubrimiento
del misterio de comunión en que hemos sido colocados a partir de nuestro Bautismo”.
Y añade que gracias a este recorrido que el cardenal arzobispo de Kinshasa predispuso
sapientemente, el silencio y la oración de estos días, con la adoración eucarística
de modo especial, “han sido rebosantes de profundo reconocimiento hacia Dios, por
el “gran amor” (1 Jn 3, 1) que nos ha dado con el cual nos ha unido a sí en una relación
filial, que constituye nuestra más profunda realidad y que se manifestará plenamente
cuando “nuestros ojos verán su rostro y nosotros seremos semejantes a Él” (Misal Romano,
Oración eucarística, III).
Benedicto XVI escribe asimismo que un motivo de
particular alegría ha sido para él poder comprender mediante la misma presencia y
el estilo de su venerado Hermano el Cardenal Monsengwo Pasinya, “el testimonio peculiar
de la fe de la Iglesia que cree, espera y ama en el Continente africano: un patrimonio
espiritual que constituye una gran riqueza para todo el Pueblo de Dios y para el mundo
entero, especialmente en la perspectiva de la nueva evangelización”.
“Como
hijo de la Iglesia en África”, el Papa destaca al purpurado que les ha hecho experimentar,
una vez más, ese intercambio de dones que es uno de los aspectos más bellos de la
comunión eclesial, “en el que la variedad de las procedencias geográficas y culturales
encuentra un modo de expresarse de manera sinfónica en la unidad del Cuerpo místico”.
Y mientras invoca sobre este querido hermano la abundancia de las recompensas divinas,
Benedicto XVI, al formular sus mejores deseos por su comprometedor ministerio, le
imparte de corazón una Bendición Apostólica especial, que extiende a los sacerdotes
y a los fieles encomendados a su atención pastoral. (María Fernanda Bernasconi
– RV).