2012-02-13 11:58:49

“Es siempre un pecado y un crimen”


(RV).- Se concluyó con el silencio de los medios de comunicación una dolorosa cuestión sobre abusos sexuales que habría querido implicar al Papa y a la Santa Sede. En efecto, el pasado 10 de febrero, el abogado Jeff Anderson depositó ante la Corte del Distrito de Wisconsin en Estados Unidos de América, una notificación de archivo referente a la acción legal denominada "John Doe 16 versus la Santa Sede”. Se trata del caso de un muchacho minusválido víctima de abusos por parte de un sacerdote en una escuela para niños sordomudos de Milwaukee.

Según las leyes estadounidenses en vigor, la presentación de esta notificación comporta el archivo inmediato de la causa, sin que sea necesaria una sentencia. Esta causa, al denunciar la cobertura de los abusos, tenía la intención de afirmar la responsabilidad directa de la Santa Sede sobre más de 400 mil sacerdotes esparcidos por el mundo, cuando corresponde a los respectivos Obispos o Superiores religiosos. En una declaración el abogado de la Santa Sede Jeffrey Leena recuerda que Anderson “orquestó para la prensa un evento con tonos dramáticos a fin de provocar en los medios una gran atención para implicar a la Santa Sede. Y destaca que precisamente el empeño de la Iglesia para contrastar los abusos está en el hecho de que ha sido el derecho canónico y no el civil, ante todo, el que ha instituido en primer lugar la obligación de la denuncia para estas cuestiones. Por lo que una causa como ésta se basa en acusaciones infundadas de complots internacionales como instrumentalización del sistema judicial.

“Lo que no debemos olvidar –afirma el abogado de la Santa Sede– es el hecho de que hace muchos años, John Doe 16, un muchacho solo con discapacidad, fue objeto de terribles abusos. Y tal come el Papa Benedicto XVI ha afirmado en repetidas ocasiones, todo abuso –independientemente de que haya sido perpetrado en instituciones públicas o privadas, y por parte de cualquier persona, de cualquier credo o afiliación religiosa– es un pecado y un crimen”. (María Fernanda Bernasconi – RV).








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