(RV).- (Con audio). En el Día de la memoria, nuestro Director General, el
P. Federico Lombardi recuerda en su editorial semanal Octava Dies del Centro Televisivo
Vaticano que también los cristianos seguimos recordándola, en solidaridad con el pueblo
de Israel y con todas las víctimas del absurdo odio homicida, independientemente del
pueblo y la lengua a la que hayan pertenecido o pertenezcan.
Hace sesenta
y siete años, el 27 de enero de 1945, terminaba la infamia de Auschwitz. El día de
la Memoria fue instituido en esta fecha, ligada al lugar simbólicamente más terrible
de la tragedia descomunal del Holocausto. No podemos y no debemos olvidar. Si hubo
hombres capaces de llegar a tanta absurda atrocidad, nadie nos asegura que no podremos
en el futuro llegar otra vez, y la Memoria dolorosa se convierte en una admonición
para el hoy y para todo tiempo. ¡Atención! Sesenta y siete años
no son pocos. La generación de los testigos en primera persona, de quien ha vivido
los tiempos y los horrores del Holocausto está disminuyendo rápidamente. Es necesario
compartir las preocupaciones de quien comienza a temer el riesgo del olvido, peor
aún el de la negación, alimentado no sólo por la ignorancia, sino –y es terrible–,
a veces también por el odio por motivos políticos, étnicos o religiosos.
En
cambio la Memoria del Holocausto es un punto de comparación crucial en la historia
de la humanidad, para comprender lo que está en juego cuando se habla de la dignidad
irrenunciable de toda persona humana, de la universalidad de los derechos humanos
y del empeño por su defensa.
Para los creyentes es también un “lugar
teológico” inevitable. Es el lugar de la pregunta más radical sobre Dios y sobre el
mal. Es el lugar de la seriedad última de nuestro estar frente a Dios, de las preguntas
que le dirigimos desde lo profundo, del silencio frente al misterio. Para el cristiano,
lugar de la mirada a la Cruz en la esperanza de que la angustia dé lugar a la vida.
El Papa polaco y el Papa alemán, en Auschwitz y en el Yad Vashem, han
hecho Memoria. También nosotros seguiremos haciéndola en este día, en solidaridad
ante todo con el pueblo de Israel y con todas las víctimas del absurdo odio homicida,
negador de su dignidad, independientemente del pueblo y la lengua a la que hayan pertenecido
o pertenezcan. (Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).