Jueves, 8 dic. (RV).- En España y en América Latina, con profundo y multitudinario
fervor mariano se celebró ayer la Vigilia de la Inmaculada. Un momento muy emotivo
se vivió en Madrid, cuando se leyó un Mensaje de aliento de Benedicto XVI, junto con
su Bendición, que llegaron por medio del Nuncio Apostólico, Mons. Renzo Fratini.
Saludando
con cordial afecto a los organizadores y numerosos participantes en esta Gran Vigilia
de la Inmaculada, el Santo Padre se unió espiritualmente a esta celebración mariana,
«dando gracias a la Trinidad Santísima por los dones con los que, ya en su concepción,
Dios enriqueció a María, presentándola ahora como Madre que, eficaz y singularmente,
apoya al discípulo de Cristo hasta revestirlo de Aquel (cf Rom 13,14) que tomó realmente
su carne inmaculada».
Benedicto XVI reiteró su invitación a contemplar a María
y, «anhelando su espíritu, que glorifica al Señor desde la humildad y sencillez de
corazón, ser agentes de la Nueva Evangelización, comunicando en los diversos ambientes
en que se vive, y siempre con esperanza en la realización plena de la Mujer nueva,
la bella pureza del amor como testimonio de la fe».
«Con estos sentimientos
e invocando la constante protección de Nuestra Señora, para que, como Madre que nos
ha entregado Jesús, siga confortando, protegiendo y alentando a todos los que la aman
e invocan», el Santo Padre impartió la implorada bendición Apostólica.