La Navidad es la razón del optimismo: si Dios está con nosotros se puede esperar
Sábado, 26 nov (RV).- “100 pesebres” es el título que lleva la tradicional exposición
que desde hace 36 años se organiza en las Salas del Bramante en la céntrica Piazza
del Popolo de Roma. Se trata de una iniciativa de “La Revista de las Naciones”. Este
año la exposición con 178 pesebres provenientes de todo el mundo fue inaugurada por
el cardenal Angelo Comastri, vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano
que recordamos queda abierta al público hasta el próximo 8 de enero.
Ayer viernes,
en el curso de la inauguración participaron niños de 3 y 4 años de edad pertenecientes
a una escuela materna, que representaron un Nacimiento viviente creado bajo el tema
“Italia Unida” para conmemorar los 150 años de la Unidad del País. En el ámbito de
esta tradicional exposición navideña de Roma se introduce por primera vez un laboratorio
titulado “El pesebre como juego” dedicado a los niños con edades entre los 4 y los
11 años. Los organizadores recuerdan que se trata de una reseña de arte iniciada en
1976 para reafirmar una tradición típicamente italiana y para promover los valores
de la paz y la hermandad.
Sobre el significado del pesebre en la sociedad
de hoy, el cardenal Angelo Comastri ha destacado que en el tipo de sociedad consumista
que caracteriza Italia, hoy en día es fácil pensar en que las diversiones dan felicidad.
“Madre Teresa de Calcuta –añade el Purpurado- una mujer que comprendía el mensaje
de Belén, solía decir que la señalética de la felicidad estaba equivocada, y que era
necesario recomponerla, y Belén es la señalética justa. Con el misterio de Belén,
Dios nos recuerda que la riqueza no es la causa de la felicidad y por lo tanto el
llamado a la pobreza es particularmente benéfico”.
Un mensaje particular fue
lanzado por el cardenal Angelo Comastri, a propósito de sus vivencia, y hablando ante
el micrófono de nuestro colega Andrea Gabriel Burla: “Cuando era niño en mi familia
se practicaba la costumbre de que tras la Misa de Medianoche regresáramos a casa –nosotros
siendo niños ,un poco somnolientos-, donde había algo que nos atraía y nos electrizaba
porque estando de regreso mamá colocaba la figurita de la Santísima Virgen en la Gruta;
mi padre, que era carpintero, colocaba la estatua de San José y, nosotros, los niños,
colocábamos al Niño Dios. Esta escena, después de tanto tiempo –han pasado más de
50 años- todavía la tengo viva en la memoria y es un oasis de tranquilidad, un oasis
de serenidad, un oasis de optimismo que permanece dentro de mí. La Navidad es la razón
del optimismo: si Dios está con nosotros se puede esperar, si Dios no está con nosotros,
hay motivo para estar muy desesperados. Y la Navidad es esta noticia: Dios se ha hecho
hombre y desde entonces es posible una humanidad nueva, es posible un hombre como
San Francisco, es posible una mujer como Madre Teresa de Calcuta, es posible un hombre
valeroso como Juan Pablo II, y porque Dios está en la historia, es posible una humanidad
nueva. Por este motivo, para mí, el Pesebre es la imagen misma del optimismo”.