Lunes, 21 nov (RV).- Cada año, el 21 de noviembre, las comunidades pesqueras celebran
en todo el mundo la Jornada Mundial de la Pesca, para mostrar la situación de precariedad
en la que viven muchas de ellas, y la importancia de conservar los recursos pesqueros
mundiales, con tal motivo, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes
e Itinerantes ha publicado un mensaje, uniendo su voz a la de los pescadores, «para
invitar a las Organizaciones Internacionales y a los Gobiernos a desarrollar normas
que garanticen un trabajo decente y productivo para los pescadores, así como ingresos
y seguridad alimentaria y para conseguir la ratificación del Convenio sobre el trabajo
en la pesca, de 2007 (N. 188), con el fin de garantizar un entorno laboral seguro
y disposiciones en materia de bienestar social».
El Mensaje firmado por el
Presidente y Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e
Itinerantes - Mons. Antonio Maria Vegliò y Mons Joseph Kalathiparambil - destaca
que «la pesca es una fuente de ingresos y de subsistencia para millones de personas
en todo el mundo y, sin embargo, es extremadamente difícil disponer de datos precisos
sobre el número de personas comprometidas en dicho sector».
Según la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se calcula que
unos 15 millones de pescadores trabajan a bordo de barcos con cubierta y sin cubierta
dedicándose a la pesca de captura marina, señala de dicasterio pontificio, que pone
de relieve que, si se incluyen también a los que trabajan media jornada, en las pesquerías
de agua dulce y en la acuicultura, el número asciende a 36 millones.
La inmensa
mayoría de ellos, trabaja en zonas costeras de países en vías de desarrollo, «en
condiciones de gran pobreza y empleando métodos de pesca anticuados y en condiciones
de extrema inseguridad». Así como son numerosos los pescadores empleados a bordo de
Flotas de Aguas Lejanas (DWV), «obligados a vivir a bordo de sus embarcaciones durante
largos períodos de tiempo, trabajando muchas horas al día, bajo todo tipo de condiciones
meteorológicas, a veces sin ninguna protección, y con un salario muy reducido».
Para
todos ellos, el día a día es una lucha contra las fuerzas de la naturaleza que devastan
sus embarcaciones y redes, algunas de las cuales de forma muy dramática, como el tsunami
en Asia, en 2004, y más recientemente, en Japón. Ellos tienen que enfrentarse al cambio
climático y a los desastres ecológicos/medioambientales que, junto con la sobrepesca,
destruyen sus recursos de sustento y, por último, al sistema económico que explota
su duro trabajo. Estos hechos convierten a la pesca en una de las profesiones más
peligrosas y arriesgadas del mundo.
El Apostolado del Mar (A.M.), con su red
de Centros en todo el mundo, ha sido durante mucho tiempo un “puerto seguro” para
muchos pescadores. Capellanes y voluntarios han prestado diferentes tipos de servicios
y asistencia al fin de responder a sus necesidades espirituales y materiales, recuerda
el mensaje, que concluye invocando a María Stella Maris, para que siga siendo la fuente
de fortaleza y de protección de todos los pescadores y de sus familias. (MFB-RV).
Sigue
el texto completo del mensaje para la Jornada Mundial de la Pesca de este 21 de noviembre
de 2011:
Cada año, el 21 de noviembre, las comunidades pesqueras celebran
en todo el mundo la Jornada Mundial de la Pesca, para mostrar la situación de precariedad
en la que viven muchas de ellas, y la importancia de conservar los recursos pesqueros
mundiales. La pesca es una fuente de ingresos y de subsistencia
para millones de personas en todo el mundo, sin embargo, es extremadamente difícil
disponer de datos precisos sobre el número de personas comprometidas en dicho sector.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO), se calcula que aproximadamente 15 millones de pescadores trabajan a bordo de
barcos con cubierta y sin cubierta dedicándose a la pesca de captura marina. Si se
incluyen también a los pescadores que trabajan media jornada, así como los que trabajan
en las pesquerías de agua dulce y en la acuicultura, el número asciende a 36 millón.
La inmensa mayoría de los pescadores que trabajan en la pesca de pequeña
escala y en la artesanal, se encuentran en las zonas costeras de países en vías de
desarrollo, en condiciones de gran pobreza, y emplean métodos de pesca anticuados,
trabajando en condiciones de extrema inseguridad.
Los pescadores empleados
a bordo de Flotas de Aguas Lejanas (DWV) se ven obligados a vivir a bordo de sus embarcaciones
durante largos períodos de tiempo, trabajando muchas horas al día bajo todo tipo de
condiciones meteorológicas, a veces sin ninguna protección, y perciben un salario
muy reducido.
Los pescadores en los países en vías de desarrollo se
enfrentan a la falta de personas interesadas a su trabajo, al incremento del precio
del carburante y a políticas que limitan el período de captura y establecen restricciones
con respecto a las cuotas pesqueras nacionales. Para todos ellos, el día
a día es una lucha contra las fuerzas de la naturaleza que devastan sus embarcaciones
y redes, algunas de las cuales de forma muy dramática, como el tsunami en Asia, en
2004, y más recientemente, en Japón. Ellos tienen que enfrentarse al cambio climático
y a los desastres ecológicos/medioambientales que, junto con la sobrepesca, destruyen
sus recursos de sustento y, por último, al sistema económico que explota su duro trabajo.
Estos hechos convierten a la pesca en una de las profesiones más peligrosas y arriesgadas
del mundo.
El Apostolado del Mar (A.M.), con su red de Centros en todo
el mundo, ha sido durante mucho tiempo un “puerto seguro” para muchos pescadores.
Capellanes y voluntarios han prestado diferentes tipos de servicios y asistencia al
fin de responder a sus necesidades espirituales y materiales.
En esta
Jornada Mundial de la Pesca deseamos unir nuestra voz a la de los pescadores, para
invitar a las Organizaciones Internacionales y a los Gobiernos a desarrollar normas
que garanticen un trabajo decente y productivo para los pescadores, ingresos y seguridad
alimentaria, y para conseguir la ratificación del Convenio sobre el trabajo en la
pesca, 2007 (N. 188), al fin de garantizar un entorno laboral seguro y disposiciones
en materia de bienestar social.
Que María Stella Maris continúe siendo
la fuente de fortaleza y de protección de todos los pescadores y de sus familias.
Antonio
Maria Vegliò, Presidente y Joseph Kalathiparambil, Secretario.