Sábado, 12 nov (RV). Nunca el hombre como instrumento científico...La Iglesia alienta
las investigaciones que alivian el sufrimiento de los enfermos, por el bien y en el
respeto de la dignidad humana, recordó Benedicto XVI, recibiendo a los participantes
en la Conferencia Internacional sobre Células Madre Adultas: La ciencia y el futuro
del hombre y la cultura. Junto con el aprecio y gratitud de la Santa Sede, el Papa
exhortó a proseguir promover iniciativas culturales y formativas destinadas a apoyar
investigaciones de alto nivel científico sobre las células madre adultas y la exploración
de los aspectos culturales, éticos y el uso de las implicaciones antropológicas.
Destacando
la importancia de impulsar «los potenciales beneficios de la investigación con células
madre adultas, que abre nuevas posibilidades para la curación de enfermedades crónicas
degenerativas, mediante la reparación de tejidos dañados y de restaurar la capacidad
de su regeneración», Benedicto XVI subrayó nuevamente la solicitud y preocupación
de la Iglesia en favor de una ciencia médica, que otorgue nuevas esperanzas a los
enfermos y sus familias: «La Iglesia ofrece
naturalmente su aliento a aquellos que están involucrados en la realización y apoyo
a la investigación de este tipo, siempre con la condición de que se que lleve a cabo
con el debido respeto por el bien integral de la persona humana y el bien común de
la sociedad».
Poniendo en guardia contra una mentalidad pragmática que
intenta a menudo influir en la toma de decisiones en el mundo de hoy, el Papa se refirió
a la tentación de algunos científicos y responsables políticos de dejar de lado las
objeciones éticas y de seguir adelante con lo que la investigación parece ofrecer.
Es decir, presentado como un avance la investigación con células madre embrionarias,
negando en realidad el derecho inalienable a la vida de todos los seres humanos, desde
el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Recordando también que
«la destrucción de una vida humana nunca puede ser justificada», el Santo Padre volvió
a subrayar que «en general, no surgen problemas éticos cuando las células madre se
extraen de los tejidos del organismo adulto, a partir de la sangre del cordón umbilical
en el momento del nacimiento, o del feto muerto por causas naturales (cf. Congregación
para la Doctrina de la Fe, Instrucción Dignitas Personae, 32): «Por lo que el
diálogo entre ciencia y ética tiene una gran importancia, con el fin de asegurar que
los avances médicos no se hagan con un coste humano inaceptable. La Iglesia contribuye
a este diálogo, ayudando a formar las conciencias de acuerdo con el derecho y la razón
de la luz de la verdad revelada. En su misión, la Iglesia no se propone impedir el
progreso científico, sino que nuestro objetivo es guiarlo para que siga una dirección
que contemple y se proponga el verdadero bien, en beneficio de toda la humanidad.
De hecho, la Iglesia está convencida de que todo lo humano, incluyendo la investigación
científica, "no sólo se debe acoger y respetar, sino también purificar, elevar y perfeccionar”.
De esta manera, la ciencia puede ayudar a servir al bien común de toda la humanidad,
con una solicitud especial para los más débiles y más vulnerables».
Al llamar
la atención sobre las necesidades de los indefensos, la Iglesia no sólo piensa en
los no nacidos, sino también en quienes no tienen el justo acceso al tratamiento médico,
debido a su alto precio, lamentó también Benedicto XVI recordando que la justicia
exige que se cumplan todos los esfuerzos para que nadie quede sin cuidados médicos.
Por lo que hay que considerar también, además de la ética, cuestiones de carácter
social, económico y político, que deben ser abordadas con el fin de asegurar que los
avances en la ciencia médica nunca se aparten de la dignidad humana.
Tras
recordar la ayuda y apostolado de la Iglesia al servicio de los que sufren, en tantas
partes del mundo, con especial solicitud a las necesidades particulares de los más
pobres, Benedicto XVI concluyó renovando su aliento y apoyo: «Queridos amigos,
al concluir mi intervención, quiero asegurar un recuerdo especial en la oración y
encomiendo a la intercesión de María, Salud de los enfermos, a los que trabajan intensamente
para que esperanza y cuidados sanitarios a los que sufren. Rezo para que vuestro
compromiso en la investigación con células madre adultas brinde grandes bendiciones
para el futuro del hombre y el genuino enriquecimiento de la cultura. A todos ustedes,
sus familias y sus colaboradores, así como a todos los pacientes que reciben su generosa
experiencia y los resultados de su trabajo, con mucho gusto imparto mi bendición apostólica.
Muchas gracias»
En particular, el Papa agradeció al cardenal Gianfranco
Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, que organizó esta Conferencia
Internacional sobre Células Madre Adultas, así como al arzobispo Zygmunt Zimowski,
Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los agentes sanitarios, y al
obispo Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Pontificia Academia para la Vida.