El ministro de la Iglesia que abusa de un menor produce un daño repugnante
Jueves, 3 nov (RV).- “Abusar de un menor conlleva una trágica herida a la misma dignidad
de la familia humana”... y si el autor de los abusos es uno de los ministros de la
Iglesia provoca un “daño indescriptible y repugnante en el niño” y “constituye una
traición a la confianza que el Pueblo de Dios deposita en sus pastores”. Con estas
contundentes palabras se expresó hoy Mons, Scicluna, promotor de justicia en la Congregación
para la Doctrina de la Fe, interviniendo en el Foro internacional celebrado en la
cámara del Senado de Roma sobre “El mundo de los niños y el abuso de sus derechos”.
Este
seminario internacional organizado por el Teléfono Azul y el Centro Internacional
para niños explotados y desaparecidos, en colaboración con el Hospital pediátrico
Niño Jesús de Roma y la Clínica americana Mayo pretende sensibilizar a la opinión
pública y a los líderes mundiales de la política y la sociedad con respecto a los
derechos de la infancia. El objetivo principal es proyectar nuevas estrategias de
intervención global para contrastar los abusos de menores, un fenómeno en continuo
crecimiento en todo el mundo. Veinte años después de la ratificación de la Convención
sobre los Derechos del Niño, el encuentro representa una importante ocasión para reunir
a las instituciones políticas, los individuos y la sociedad civil para elaborar una
nueva estrategia contra los abusos sobre la infancia.
Mons. Scicluna desarrolló
su intervención en diez puntos, entre los que resaltó la necesidad de que “cualquier
institución, global o local, que intente desarrollar una estrategia de tutela de la
infancia y prevención de los abusos sobre los menores debe considerar sacrosanto el
principio por el que el bienestar del niño es una absoluta prioridad para todos”.
El promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe consideró que
es una “legítima expectativa que un niño transcurra sus primeros años de vida en un
ambiente seguro y afectuoso”, porque todos los niños tienen el derecho a una sana
educación sin discriminaciones sexuales, raciales o religiosas.
El prelado,
que definió el abuso de un menor como una trágica herida a la dignidad humana, se
refirió en particular a los ministros de la Iglesia que abusan sexualmente de un menor
recriminando una conducta repugnante y reprobable porque infringe daños incalculables
al normal desarrollo sexual del menor, a su autoestima y a su dignidad. De igual forma
Mons. Scicluna calificó de escandaloso este abuso y traición de la sagrada confianza
que el Pueblo de Dios deposita en sus pastores, que además daña la credibilidad de
la Iglesia y ensucia la belleza de su testimonio del Evangelio de Jesucristo. La última
de las razones enumeradas por el prelado fue el descrédito del sacerdocio ministerial
arrojando “la sombra de la delincuencia, el crimen y el mal comportamiento sobre innumerables
exponentes del clero y agentes pastorales inocentes”.
En el plano preventivo
el promotor de justicia subrayó la necesidad de enseñar a los niños a protegerse y
a reaccionar contra los abusos, evitando una actitud de resignación e inercia. Tras
resaltar el derecho y deber de denunciar los abusos en cualquier ámbito, Mons. Scicluna
recordó las palabras Juan Pablo II en 2002: “No hay lugar en el sacerdocio, ni en
la vida religiosa para quien pueda hacer daño a los jóvenes”.
El prelado insistió
en la necesidad de una conducta irreprensible canalizada a través de instituciones
cuyos códigos de conducta especifiquen claramente las consecuencias de su violación.
Y en este contexto recordó el Motu Proprio ‘Sacramentorum Sanctitatis Tutela’ de Juan
Pablo II que en 2002 estableció una ley especial que incluyó el abuso sexual de menores
cometido por un clérigo en la lista de los crímenes más graves.
Un año después,
el entonces prefecto de la Congregación de la Fe, cardenal Ratzinger, obtuvo de Juan
Pablo II algunas facultades especiales para aligerar los procedimientos penales para
los delitos más graves, que comprendían el proceso administrativo penal, y en los
casos más graves, la dimisión del estado clerical. “Facultades – recordó Mons, Scicluna-
incluidas en la revisión del Motu Proprio aprobado en 2010 por Benedicto XVI” y que
aumenta a 20 años el tiempo de prescripción del delito en los casos de abusos de menores.
En el mismo también está incluido el delito canónico de adquisición, posesión o distribución
de material de pornografía infantil.
Para el prelado “el abuso sexual de menores
no es sólo un delito canónico o la violación de un código de conducta interno de un
instituto”, sino que también es un “delito perseguible por la ley civil”, y aunque
“las relaciones con las autoridades civiles varíen de un país a otro, es importante
cooperar con tales autoridades”.