2011-10-29 16:10:45

Caminar contracorriente guiados por el espíritu de las Bienaventuranzas


Sábado, 29 oct (RV).- Antes de mediodía el Santo recibió a los 26 obispos de Angola que han finalizado hoy su visita ad Limina Apostolorum. Benedicto XVI recordó que este encuentro se produce tras la visita que él mismo realizó a Luanda, en marzo del año 2009, durante la cual pudo encontrarse con ellos y celebrar a Jesucristo en medio de un pueblo que no se cansa de amarlo y servirlo con generosidad y alegría. Y añadió que conserva a este pueblo en su corazón y que, en cierto sentido, esperaba esta visita para tener noticias de él.


Benedicto XVI ha alentado a los obispos de la Conferencia Episcopal de Angola y Santo Tomé a testimoniar el Evangelio, como primer factor de desarrollo integral de la persona humana y a levantar su voz en favor de las víctimas de las abominables situaciones de marginación - e incluso de asesinatos - de niños y ancianos, debido a supersticiones ligadas a los fetiches. Así como a impulsar la superación de ciertos resquicios de tribalismo en sus respectivas sociedades.


Tras agradecer al Presidente de la Conferencia Episcopal la presentación que hizo de sus comunidades, con sus desafíos y esperanzas, con las fuerzas y los favores con que el Cielo los ha dotado, el Papa destacó la solicitud que tienen por este pueblo de Dios en Angola y en Santo Tomé, en unión con el Sucesor de Pedro y con el deseo de permanecer fieles al Señor, lo que representa para él fuente de profunda alegría y sentida acción de gracias.


Vosotros, amados Hermanos, en virtud de la misión apostólica recibida, estáis habilitados para introducir a vuestro pueblo en el corazón del misterio de la fe, encontrando a la persona viva de Jesucristo. Con la esperanza de «hacer brillar, cada vez con mayor evidencia, la alegría y el renovado entusiasmo del encuentro con Cristo» (Motu proprio Porta fidei, 2), decidí proclamar el Año de la Fe, para que la Iglesia entera pueda ofrecer a todos un rostro más bello y creíble, transparencia más clara del rostro del Señor. De hecho, «en cuanto Iglesia – como justamente observó la Segunda Asamblea para África del Sínodo de los Obispos – espero poder confiar sus frutos, bajo la forma habitual de Exhortación Apostólica, a todo el pueblo de Dios en mi próxima visita a Benín RealAudioMP3

El Santo Padre también les recordó que la primera y más específica contribución para el pueblo africano es la proclamación del Evangelio de Jesucristo, a la vez que destacó que su palabra no “anestesia”, sino que llama a la conversión, para que mediante el encuentro con Cristo, florezca una humanidad nueva”. E hizo la siguiente reflexión:


En verdad, los cristianos respiran el espíritu de su tiempo y sufren la presión de las costumbres de la sociedad en que viven; pero por la gracia del Bautismo, están llamados a renunciar a las tendencias nocivas imperantes y a caminar contracorriente guiados por el espíritu de las Bienaventuranzas RealAudioMP3


En esta línea, el Pontífice abordó tres escollos en los que naufraga la voluntad de muchos de sus ciudadanos que se adhieren a Cristo. Y aludió a al hecho de contradecir el plan de Dios para la generación y la familia humana, con el reducido número de matrimonios católicos en sus comunidades, que indica una especie de “hipoteca” que grava sobre la familia, cuyo valor es insubstituible para la estabilidad del edificio social.


También se refirió a la obra de evangelización que realizan entre los bautizados cuyo corazón está dividido entre el cristianismo y las religiones tradicionales africanas. Y a los resquicios tribales palpables en sus comunidades.


Antes de despedirse el Obispo de Roma les pidió a estos pastores que lleven su afectuoso saludo a todos los miembros de sus Iglesias particulares; a los obispos eméritos, a los sacerdotes y a los seminaristas; así como a los religiosos y religiosas, a los catequistas y a los animadores de los distintos movimientos sin olvidarse de todos los fieles laicos. Y mientras los encomendó a la protección de la Virgen María, tan amada en sus naciones en el santuario de Mamã Muxima, les impartió de corazón su bendición de Apostólica.








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