Miércoles, 19 oct (RV).- Benedicto XVI rezó esta tarde para que los peregrinos que
pasen por la Casa de acogida de los peregrinos australianos puedan regresar a sus
hogares “con una fe más firme, una esperanza más jubilosa y un amor más ardiente por
el Señor, dispuestos a comprometerse, con ardor renovado, en la misión de testimoniar
a Cristo en el mundo en el que viven y trabajan”. Fue el deseo del Santo Padre inaugurando
esta tarde la Domus Australia, un centro dedicado a los peregrinos australianos que
visitan Roma.
“Muchas generaciones de peregrinos han llegado a Roma procedentes
de todas partes del mundo cristiano, con el fin de venerar las tumbas de los santos
Apóstoles Pedro y Pablo, y profundizar en su comunión con la Iglesia de Cristo, fundada
sobre los apóstoles. De esta forma fortalecen las raíces de su fe; y las raíces, como
sabemos, son la fuente de la vida en la que se apoya. En ese sentido, los peregrinos
a Roma siempre se sentirán a gusto aquí, y la Domus Australia jugará un papel importante
en la creación de un hogar para peregrinos australianos, en la ciudad de los Apóstoles”.
No
obstante el Santo Padre recordó que “las raíces son sólo una parte de la historia”
y citando al gran poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe, el Papa subrayó que “hay
dos cosas que los niños deben recibir de sus padres: raíces y alas”, de igual forma
que “de nuestra santa Madre, la Iglesia, también nosotros recibir raíces y alas”.
El
Pontífice manifestó su gratitud por participar en esta inauguración, y extendió este
agradecimiento a la calurosa hospitalidad con que fue obsequiado en su visita a Australia
en 2008 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. En esta ocasión Benedicto
XVI quiso aprovechar esta ocasión que le permite corresponder dando la bienvenida
a los peregrinos australianos a Roma.
“También me complace saludar a todos
los habitantes de Australia y agradecer el apoyo y la asistencia de muchos de ellos
han prestado a este proyecto que, junto con vuestra nueva embajada, ha traído un pequeño
rincón de Australia a la antigua ciudad de Roma. ¡Que la Domus pueda ser bendecida
con el paso de muchos peregrinos!”
El Papa recordó también que precisamente
hace un año, el primer santo australiano, Mary MacKillop, fue elevada al honor de
los altares, y aprovechó la ocasión para rezar a la nueva santa para que “continúe
inspirando a muchos australianos a seguir sus huelas y una vida de santidad, al servicio
de Dios y el prójimo”.
“El evento de esta tarde nos habla con elocuencia de
los frutos de los esfuerzos misioneros de la Iglesia, gracias a los que el Evangelio
se ha extendido a las regiones más lejanas del mundo, ha echado raíces y ha dado origen
a la vida de una comunidad cristiana floreciente. Al igual que todas las comunidades
cristianas, la Iglesia en Australia es consciente de participar en un viaje cuyo destino
final está más allá de este mundo”.
De hecho, como insistió en este sentido
el Santo Padre, “nuestra vida terrenal transcurre en el camino hacia esa meta final”.
Aquí en la tierra, la larga tradición de la Iglesia de peregrinación a los lugares
santos nos recuerda que estamos de regreso a casa, vuelve a recordarnos la llamada
a la santidad, que nos acerca cada vez más al Señor y nos fortalece con el alimento
espiritual para el viaje.