El Papa reitera que la Iglesia se libere de las cargas materiales y políticas para
ser más transparente ante Dios
RV - El Papa, recuerda su Viaje Apostólico a Alemania, con el lema: “Donde está Dios,
allí hay futuro” y expresa profunda gratitud por la acogida calurosa y entusiasta,
así como la atención y el afecto que recibió. «Fue una gran fiesta de fe, a través
de los variados encuentros y diálogos y las diversas celebraciones».
Benedicto
XVI ha compartido - con los numerosos peregrinos que habían acudido, esta mañana a
la Plaza de San Pedro para la Audiencia General – su gran alegría por el reciente
XXI Viaje Apostólico de su Pontificado, que le llevó a Alemania. Escuchemos sus palabras
en español:
Queridos
hermanos y hermanas: Hoy quiero hablarles de mi Viaje Apostólico a Alemania,
que he realizado bajo el lema: “Donde está Dios, allí hay futuro”. Recuerdo con profunda
gratitud la acogida calurosa y entusiasta, así como la atención y el afecto que recibí.
Fue una gran fiesta de fe, a través de los variados encuentros y diálogos, las diversas
celebraciones, especialmente de las Misas solemnes con el pueblo de Dios, en las que
pude confirmar como Sucesor de Pedro a los hermanos en la fe. Estos momentos han sido
dones preciosos que nos han permitido percibir cómo Dios confiere a nuestra vida el
sentido más profundo, la verdadera plenitud, y suscita alegría, esperanza y un nuevo
impulso de fe y de compromiso para el futuro. Agradezco, una vez más, a todos los
que me han acompañado y sostenido con la oración durante las intensas y estupendas
jornadas transcurridas en mi país.
En su alocución central en italiano,
fue recorriendo los cuatro intensos y estupendos días transcurridos en su país natal.
En los que atravesó Alemania de norte a sur, de este a oeste: de la capital Berlín
a Erfurt y a Eichsfeld y, finalmente, Friburgo, ciudad cercana al confín con Francia
y Suiza. Agradeciendo, «ante todo, al Señor por la posibilidad que le ha ofrecido
de encontrar a la gente y de hablar de Dios, de rezar juntos y de confirmar a los
hermanos y hermanas en la fe, según el particular mandato que el Señor ha encomendado
a Pedro y a sus sucesores», el Papa ha reiterado que su profunda gratitud a las autoridades
civiles y religiosas que lo invitaron y que han hecho posible esta vista.
Y
tras subrayar que «ha sido un gran don para él, que ha suscitado alegría, esperanza
y un nuevo impulso de fe y de compromiso para el futuro», el Santo Padre fue citando
cronológicamente las etapas de este viaje.
Como la de la capital federal Berlín,
donde con mucho gusto aceptó la invitación para ir al Bundestag, momento que ha sido,
ciertamente, uno de los de mayor alcance de su viaje. Por primera vez un Papa ha pronunciado
un discurso ante los miembros del Parlamento alemán:
«En esta ocasión
pude exponer el fundamento del derecho y del libre Estado de derecho. Es decir, la
medida de todo derecho, inscrito por el Creador en el ser mismo y de su creación.
Es necesario, por lo tanto, ampliar nuestro concepto de naturaleza, comprendiéndola
no sólo como un conjunto de funciones, sino más allá, como lenguaje del Creador para
ayudarnos a discernir el bien del mal».
Destacando luego el encuentro con
algunos representantes de la comunidad judía en Alemania - recordando nuestras comunes
raíces en la fe y los frutos obtenidos hasta ahora en el diálogo entre la Iglesia
católica y el Judaísmo en Alemania – el Papa se refirió también al encuentro con
algunos miembros de la comunidad musulmana, convergiendo con ellos acerca de la importancia
de la libertad religiosa para un desarrollo pacífico de la humanidad.
La Santa
Misa en el estadio olímpico en Berlín, como colofón del primer día de la visita, ha
sido una de las grandes celebraciones litúrgicas, con la posibilidad de rezar junto
con los fieles y de alentarlos en la fe, ha señalado el Papa junto con su gran alegría
por la numerosa participación de la gente Y tras este momento festivo e impresionante,
evoco la segunda etapa.
Turingia, tierra de la reforma protestante. Luego,
citando el momento ecuménico, que tanto había deseado, en Erfurt, tan ligada a Martín
Lutero, Benedicto XVI ha hecho hincapié también en la importancia de la unidad como
don de Cristo:
«Es necesario nuestro
esfuerzo común en el camino hacia la unidad plena, pero también somos muy concientes
de que no podemos “hacer” ni la fe, ni la unidad tan anhelada. Una fe creada por nosotros
mismos no tiene valor alguno y la verdadera unidad es, más bien, un don del Señor,
el cual ha rezado y reza siempre por la unidad de sus discípulos. Solo Cristo puede
donarnos esta unidad, y seremos cada vez más unidos en la medida en que volvamos a
Él y nos dejemos transformar por Él».
Conmoción y emoción, sentimientos
que han acompañado en cada momento al Santo Padre a lo largo de todo su viaje a Alemania,
como él mismo ha recordado citando, las vísperas marianas en el santuario de Etzelsbach,
donde le acogió una gran multitud de peregrinos. «Desde joven había oído hablar de
la región de Eichsfeld -franja de tierra que siempre ha permanecido católica durante
las distintas vicisitudes de la historia- y de sus habitantes que se opusieron valientemente
a las dictaduras del nazismo y del comunismo», ha afirmado una vez más Benedicto XVI,
señalando luego otros dos encuentros conmovedores:
«Muy conmovedor
fue también el breve encuentro con Mons. Hermann Scheipers, el último sacerdote
viviente sobrevivido al campo de concentración de Dachau. En Erfurt tuve también la
ocasión de encontrar a algunas víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos,
a las cuales quise asegurarles mi pesar y mi cercanía a su sufrimiento».
La
última etapa de su viaje lo llevó al sur-oeste de Alemania, en la Archidiócesis de
Freiburg. Los habitantes de esta bella ciudad, los fieles de la archidiócesis y los
numerosos peregrinos llegados de las vecinas Suiza y Francia y de otros países le
reservaron una acogida particularmente festiva, que experimentó también en la vigilia
de oración con los miles de jóvenes:
«Fui muy feliz
al ver que la fe en mi patria alemana tiene un rostro joven, que está viva y tiene
un futuro. Les repetí que el Papa confía en la colaboración activa de los jóvenes:
con la gracia di Cristo, ellos son capaces llevar al mundo el fuego del amor de Dios».
Siguiendo
el desarrollo de su visita, el Papa ha recordado otro momento singular el encuentro
con los seminaristas en el Seminario de Friburgo. Respondiendo en cierto sentido a
la conmovedora carta que le habían hecho llegar unas semanas antes, quiso mostrar
a aquellos jóvenes la belleza y grandeza de su llamada por parte del Señor y ofrecerles
alguna ayuda para proseguir el camino de discipulado con alegría y en comunión profunda
con Cristo. Sin olvidar el encuentro fraterno también con algunos representantes de
las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, y con representantes del laicado católico
alemán.
Luego, ya acabando el viaje, la gran celebración eucarística dominical
en el aeropuerto turístico de Friburgo, otro momento culminante de la Visita pastoral,
y la ocasión para agradecer a cuantos están comprometidos en los distintos ámbitos
de la vida eclesial, sobre todo los numerosos voluntarios y los colaboradores de las
iniciativas caritativas: son ellos los que hacen posible las múltiples ayudas que
la Iglesia alemana ofrece a la Iglesia universal, de manera especial en las tierras
de misión:
«Recordé
asimismo que su precioso servicio será siempre fecundo, cuando derive de una fe auténtica
y viva, en unión con los Obispos y el Papa, en unión con la Iglesia. Finalmente, antes
de mi regreso, hablé a un millar de católicos comprometidos en la Chiesa y en la sociedad,
sugiriendo algunas reflexiones sobre la acción de la Iglesia en una sociedad secularizada,
invitando a que sea libre de las cargas materiales y políticas para ser más
transparente ante Dios».
«Este viaje apostólico a Alemania, me ha ofrecido
una oportunidad propicia para reunirme con los fieles de mi patria alemana, para confirmarlos
en la fe, en la esperanza y en el amor, y compartir con ellos la alegría de ser católicos»
- ha terminado diciendo Benedicto XVI y ha añadido: «Pero mi mensaje iba dirigido
a todo el pueblo alemán, para invitar a todos a mirar con confianza al futuro. Es
cierto, "Dónde está Dios, allí hay futuro." Una vez más doy las gracias a todos los
que hicieron posible esta Visita y a los que me acompañaron con la oración. El Señor
bendiga al pueblo de Dios en Alemania y os bendiga también a todos vosotros. Gracias»