ONU: Mons. Tomasi pide adaptar la legislación a la evolución del fenómeno de la esclavitud
RV - “La legislación debe ser ajustada y adaptada perennemente a la evolución del
fenómeno de la trata de personas, mientras que la labor conjunta de instituciones
públicas y privadas deben garantizar que ninguna persona pueda ser comprada o vendida,
violando de esta forma su dignidad y derechos humanos fundamentales”.
Así lo
expresó Monseñor Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones
Unidas y los organismos especializados en Ginebra, al intervenir en la XVIII sesión
del Consejo de Derechos Humanos, dedicado al tema de la esclavitud contemporánea.
Al respecto, el prelado vaticano explicó que “el comercio de seres humanos,
especialmente de mujeres y menores, se ha convertido en un poderoso negocio global
con la participación de muchos países de origen, tránsito y destino. Las víctimas
de la trata de personas se estiman en casi tres millones al año. Un lucrativo comercio
que genera un ingreso anual de más de treinta mil millones de dólares. Un panorama,
que monseñor Tomasi describió como un viaje arriesgado de mujeres y menores esclavos
con pasaportes y documentos personales incautados y un sentido de identidad destruida.
El representante de la Santa Sede puntualizó que la novedad en este comercio
es la globalización, es decir el desarrollo de un mercado global que explota la extrema
pobreza y la vulnerabilidad de muchas mujeres y menores de edad que tratan de escapar
de intolerables condiciones de miseria y violencia. Mientras que las consecuencias
de esta esclavitud son una pérdida de identidad psicofísica, de dignidad y libertad.
“En esta violación sistemática de los derechos humanos, añadió el prelado
vaticano, la mujer llega a considerarse a sí misma como un objeto, una mercancía y
se ve obligada a vivir como un ilegal, un paria social y cultural. El continuo abuso
sexual le arrebata sus valores más profundos, su feminidad, autoestima y su concepto
del amor y la vida.
Monseñor Tomasi subrayó que si bien la comunidad internacional
y las legislaciones nacionales han promulgado distintas medidas dirigidas a prevenir
la explotación de las personas y a reparar a las víctimas de la trata, el comercio
de seres humanos no disminuye y asume nuevas formas. Entre otras causas señaló la
corrupción, que favorece la explotación de las personas más vulnerables, y la ignorancia
y la falta de experiencia de las propias víctimas, que permiten su engaño y sometimiento
como herramientas para ganancias fáciles.
En este contexto, el observador
permanente de la Santa Sede reiteró en primer lugar, en su intervención ante la Comisión
de derechos humanos de Naciones Unidas, que la prevención es prioritaria, con programas
de información y formación en los países de origen, la eliminación de la demanda de
servicios sexuales y la creación de una nueva cultura donde las relaciones interpersonales,
hombre –mujer, se basen en el respeto recíproco y no en el cuerpo mercantilizado.
En segundo lugar, Monseñor Tomasi recalcó la necesidad de medidas concretas
para la protección y la reinserción social de las víctimas de la trata, en particular
para aquellos que piden ayuda para salir de su contexto de explotación y esclavitud,
con programas de acogida donde se incluya también la orientación espiritual y jurídica.
Y por último el enjuiciamiento de los traficantes a través de una aplicación justa
y eficaz de la legislación.
Para contrarrestar el flagelo de la trata de mujeres
y niños con mayor determinación y resultados más concretos- concluyó el representante
de la Santa Sede- es necesaria una convergencia de esfuerzos y una mentalidad que
se centre en la singular dignidad de cada persona, el castigo inequívoco de los traficantes,
la lucha contra la corrupción, una enseñanza correcta en las escuelas de las relaciones
entre el hombre y la mujer, e imparcialidad de los medios de comunicación en los informes
de los perjuicios creados por el tráfico.